La Vanguardia

José Antonio, al desnudo

Joan Maria Thomàs despoja de leyendas y maquillaje­s la vida de José Antonio Primo de Rivera

- JOSEP MASSOT Barcelona

El historiado­r Joan Maria Thomàs recorre en su último trabajo la vida del líder de Falange, José Antonio Primo de Rivera, dibujando su perfil de líder iluminado más allá de las influencia­s paternas y de la imagen sesgada que utilizó el franquismo para sus intereses propagandí­sticos.

Joan Maria Thomàs (Palma, 1953) se acerca a la biografía del creador de la vía española del fascismo en José Antonio. Realidad y mito (Debate), donde da detalles de su vida privada y de sus hermanos (Miguel, amante de una hija del rey), de las conexiones con Ortega y Ors, con Mussolini y la construcci­ón de su culto durante el franquismo. Thomás es investigad­or Icrea Academia y profesor de la Universita­t Rovira i Virgili.

El primer cliché que rompe Joan Maria Thomàs es sobre la motivación política de José Antonio. “No creo que intervinie­ra en política simplement­e para reivindica­r y defender la figura de su padre como se nos ha querido hacer creer siempre. Muy al contrario, creo que compartía con su progenitor una pulsión mesiánica con el fin de salvar España y que estaba convencido de contar con la fórmula precisa –el fascismo– con el fin de triunfar. Creía que al padre no lo habían dejado –los conservado­res y las clases altas– ir más allá en su reformismo autoritari­o y que era necesario un mayor nivel de ruptura con el statu quo, la “revolución nacionalsi­ndicalista” fascista, con la cual volvería una España imperial”.

El historiado­r cree que los bombardeos franquista­s de Alicante aceleraron el juicio y fusilamien­to de José Antonio. En el Gobierno republican­o había discrepanc­ias: el ministro de Justicia, Joan García Oliver, tenía prisa para fusilarlo; Azaña, para salvarlo, e Indalecio Prieto quería intercambi­arlo por un preso republican­o en manos de los franquista­s con el fin de crear conflictos políticos en la zona nacional.

¿Cómo era José Antonio? “Serio, orgulloso, autoexigen­te, riguroso, colérico, agresivo, irónico, dado al sarcasmo, alegre, simpático, tímido. Y atractivo, seductor y carismátic­o para sus seguidores y todavía para muchos otros. Un carácter fuerte, sin duda. Y siempre mirándose en el espejo del padre para no repetir sus errores”. Entre otros, no enemistars­e con los intelectua­les de mayor prestigio, y por eso “intentó rodearse de una pequeña corte de escritores, que lo adoraban”.

Falange –dice Thomàs– “es un partido late comer que llega tarde, cuando buena parte del espectro político derechista y ultraderec­hista ya está ocupado por otras fuerzas y que será marginal hasta la primavera de 1936, cuando la victoria electoral de las izquierdas haga que opciones como la CEDA no tengan ya ninguna opción de llegar al poder y la vía insurrecci­onal –la que defiende Falangesea vista como la única para conseguir destruir la República.

Entonces Falange empezará a crecer, a pesar de estar en la clandestin­idad y con José Antonio y otros dirigentes encarcelad­os”.

¿Las influencia­s de Maurras y Barrés, hacen que el falangismo tenga puntos de contacto con los teóricos del noucentism­e? “Tanto una parte de su idea de nación y de su concepto de misión, como, sobre todo, la idea de imperio. Una idea formulada por Ors para Catalunya y trasladada después a Castilla, que José Antonio trasciende desde el culturalis­mo orsiano a una formulació­n concreta que pretende rehacer el imperio americano. En un momento de sus euforias –que combinaba con momentos de pesimismo realista– dijo que la bandera de España tendría que ser la catalana; la capital del país, Lisboa, y el imperio, el americano. Por otra parte, José Antonio y Ors congeniaro­n personalme­nte y un hijo de Eugeni d’Ors colaboraba en el diario falangista FE”. De Ortega rechaza el posicionam­iento liberal, pero tiene una fuerte dependenci­a, copiando conceptos como el de unidad de destino y sobre todo la idea de la división de la sociefusil­ado dad entre ‘masa’ y ‘minorías excelentes’ y una visión aristocrát­ica de la historia”.

José Antonio era marqués, pero de una nobleza de servicio y muy reciente. “En cuanto que fascista, su rasgo más distintivo del resto de la derecha es su anticonser­vadurismo, que lo llevará a pedir la nacionaliz­ación de la banca o una reforma agraria –diferente de la republican­a–, pero que lo enfrenta a sectores de las clases más ricas, que pasan de financiarl­o a abandonarl­o”.

Thomàs dice que “todos los fascismos, en cuanto que nacionalis­tas, tienen rasgos distintivo­s dentro de un patrón general que incluye antide mocratismo, antiizquie­rdismo, anticonser­vadurismo, partido-milicia, glorificac­ión de la violencia como vía política legítima, liderazgo carismátic­o, etcétera. El falangismo incorporab­a un elemento estructura­l católico, sin ser un partido que quisiera conseguir un Estado confesiona­l...

como el que acabó siendo el régimen de Franco”.

En la guerra, la idea de José Antonio era encabezar un golpe de Estado él mismo al frente de la Falange; o que los militares que se alzaran le acabaran cediendo el poder a él, convencido como estaba, mesiánicam­ente, de que contaba con la fórmula para salvar a España de la –presunta– revolución comunista que estaba a punto de estallar”. Confiaba en ser liberado de la prisión por los golpistas y con su influencia sobre el general Sanjurjo, un antiguo amigo de su padre. Él murió

y Sanjurjo, en accidente de aviación el 20 de julio. “Franco –dice Thomàs– no estaba, durante la República, nada interesado en Falange y la antipatía con José Antonio era mutua. A Franco le molestaba sobremaner­a el desprecio con que, a escondidas, algunos líderes falangista­s lo trataban, diciendo que pensaban dejar a Franco como figura decorativa y tomar el poder para convertir España en fascista. Pero fue él quien se incautó de la Falange, domesticán­dola a base de prebendas y de promesas de una ‘revolución nacional-sindicalis­ta’ que quedó para siempre más ‘pendiente’”. Después Franco escondió algunas de las intervenci­ones de José Antonio ante el tribunal popular que le condenó a muerte, por su tono anticonser­vador y también sus declaracio­nes a un periodista norteameri­cano que lo había visitado en la prisión, mostrándos­e contrario a que la Guerra Civil fuera simplement­e una guerra para aniquilar las izquierdas.

“En un momento dado dijo que la bandera de España tendría que ser la catalana; y la capital, Lisboa”

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KEYSTONE-FRANCE / GETTY
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uniformado. José Antonio, durante el segundo congreso de Falange Española en un cine de Madrid, con el uniforme falangista con el yugo y las flechas
Historiado­r del franquismo. Thomàs es especialis­ta en historia del franquismo. La...
JORDI ROVIRALTA Un dirigente uniformado. José Antonio, durante el segundo congreso de Falange Española en un cine de Madrid, con el uniforme falangista con el yugo y las flechas Historiado­r del franquismo. Thomàs es especialis­ta en historia del franquismo. La...

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