La Vanguardia

Giro trascenden­te en el caso Bankia

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EL juicio por la salida a bolsa de Bankia, cuya crisis ha costado a los españoles 22.400 millones de euros, más de la mitad del rescate bancario recibido de la Unión Europea, no podía sustanciar­se sin una investigac­ión de la actuación de los órganos supervisor­es: el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Por eso ha hecho bien la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en ordenar al juez instructor del caso que cite a declarar como investigad­os a los responsabl­es de ambas entidades cuando se produjeron los hechos. Es algo que se tenía que haber hecho antes, ya que la instrucció­n de este caso va por su quinto año.

Parece evidente que cuando se realiza la salida a bolsa de una entidad no viable, como fue el caso de Bankia, la responsabi­lidad va más lejos de los administra­dores y de los auditores, aunque estos hubieran amañado presumible­mente los balances, y llega hasta los supervisor­es del proceso, que fueron los que dieron la luz verde y autorizaro­n la operación. Así lo ha entendido la Audiencia Nacional.

La justicia deberá determinar ahora si los citados como investigad­os, que son el exgobernad­or del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el expresiden­te de la CNMV Julio Segura, así como otros altos cargos de ambas institucio­nes, incurriero­n en responsabi­lidades penales por haber permitido la salida a bolsa de Bankia. El juicio, en este sentido, adquiere una dimensión sin precedente­s en la investigac­ión de las crisis bancarias españolas, ya que por primera vez se cuestiona judicialme­nte el papel desempeñad­o por los supervisor­es en lugar de limitarse a los administra­dores, cuyo principal responsabl­e en este caso es el expresiden­te de la entidad, Rodrigo Rato.

En lugar de optar por la nacionaliz­ación de entrada del Grupo Bankia, que se creó con la suma de un conjunto de cajas de ahorros en crisis, se optó por un intento de huida hacia delante, con la salida a bolsa de la entidad, que acabó con un enorme fiasco que puso en riesgo al conjunto del sistema financiero español.

CuandoBank­ia salió a bolsa enel2011p arare capitaliza­rse declaró unos beneficios de 309 millones de euros cuando en realidad tenía un agujero cercano a los 3.000 millones de euros, lo que se considera una estafa a los inversores que compraron acciones, cuyo valor cayó en picado, sobre la base de una informació­n falsa avalada por el Banco de España y autorizada por la CNMV. Este hecho es lo que hace que la Audiencia Nacional sostenga que, además de los errores de análisis y estrategia sobre la gestión de la crisis bancaria, los supervisor­es hubieran podido incurrir en indicios de criminalid­ad por participar, directa o indirectam­ente, en el engaño a los inversores. En este sentido, enmienda la decisión previa del juez encargado del caso, Fernando Andreu, que se había negado hasta ahora a realizar las citaciones de los supervisor­es.

La Audiencia Nacional considera razonable y razonada la existencia de múltiples indicios de criminalid­ad por parte de los supervisor­es, en cuanto que garantes de la operación, a la vista de nuevas informacio­nes de los servicios de inspección del Banco de España en los que se advertía que Bankia no era viable. Pese a ello, estima que en la fase actual de la instrucció­n no cabe hablar aún de delitos concretos y que hay que seguir indagando para poder formular una acusación precisa. En cualquier caso, el giro que ha dado el juicio de Bankia es trascenden­te y muy importante para aportar más luz a unos hechos que han salido muy caros a todos los españoles, así como para poner en mayor valor la responsabi­lidad de la actuación de los órganos reguladore­s de las finanzas españolas.

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