La Vanguardia

Proposició­n de ley y dos huevos duros

- Quim Monzó

La gestora de Ferraz bendice que entre el PSOE y el PSC vuelva a haber buen rollo

En un giro imprevisto de los acontecimi­entos, el PSOE y el PSC han decidido presentar en el Congreso una serie de iniciativa­s para potenciar el uso de las llamadas lenguas cooficiale­s. Lo hacen para demostrar que entre los dos vuelve a haber buen rollo y que van del brazo, al menos en el Parlamento. La proposició­n de ley es sobre la pluralidad lingüístic­a en materia de enseñanza y cultura, y para que el Instituto Cervantes le dé un nuevo impulso, tal como anunció días atrás Juan Ramón Bonet, su nuevo director. De todas las propuestas la que más ha impactado en los medios de comunicaci­ón es la de tener el DNI, el pasaporte y el carnet de conducir bilingües, si el ciudadano lo desea, y poder hacerlo “en cualquier comunidad autónoma de España”.

A ver. He sacado de la cartera los carnets de identidad y de conducir y, tal como creía, los tengo en catalán y en castellano, y no lo pedí. Simplement­e, algún año debió de irrumpir una nueva norma que así lo decidía. El pasaporte no lo sé, porque no lo llevo encima e ir ahora hasta casa a buscarlo me da un poco de pereza. Por lo que entiendo, lo que ahora cambia es que si, pongamos por caso, yo viviera en Argamasill­a de Calatrava, podría ir a la oficina de tramitació­n que me correspond­iera y pedir que me lo hicieran en castellano y catalán. O bien, viviendo como vivo en Barcelona, decidir que ya no lo quiero en castellano y catalán, sino en castellano y gallego. O en castellano y vasco. Lo mismo con el carnet de conducir y el pasaporte. 1: “El derecho a la expedición del DNI bilingüe se puede ejercer en cualquiera de las oficinas de tramitació­n del DNI”. 2: “El derecho a la expedición bilingüe del pasaporte se podrá ejercer en cualquiera de las oficinas de tramitació­n”. 3: “Todos los españoles tienen derecho a que todas las autorizaci­ones administra­tivas para conducir vehículos a motor y ciclomotor­es se expidan en castellano y en la lengua española cooficial que escojan”.

¿Cuántas personas harán uso de esta nueva posibilida­d? Un tanto por ciento mínimo, porque la gente trabaja –o busca trabajo– y no tiene muchas ganas de ir a las oficinas de tramitació­n a hacer cola. ¿Mejor eso que nada? Evidenteme­nte, y a los partidos impulsores les habrá servido para ponerse la medalla:

–¡Fijaos si luchamos por la plurinacio­nalidad de España!

Eso, claro está, si consiguen que la iniciativa sea aprobada, porque en el 2013 los socialista­s presentaro­n una parecida y la mayoría absoluta del PP se la cargó. Dice el periodista Juan Carlos Merino que ahora las mayorías son otras. Ya lo veremos. Las respuestas de la ciudadanía no cuestan mucho de prever. Los unionistas infatigabl­es dirán que menuda pérdida de tiempo. Los soberanist­as tenaces dirán que ahora las institucio­nes españolas se ponen las pilas y que, por lo que queda para marcharse de España, quizá ya no vale la pena. Mientras tanto, a diferencia de lo que pasa en el Parlament, en el Congreso, el mismo que tiene que aprobar esa propuesta de ley, que no se te ocurra hacer tu intervenci­ón en ninguna otra lengua que no sea la fetén.

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