La Vanguardia

‘Quartett’: las relaciones peligrosas del Liceu y La Fura

La Fura trae a casa su aclamada ‘Quartett’, una ópera inspirada en Valmont

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

En el mundo de la ópera son raras las ocasiones en que un director de escena tiene el privilegio de trabajar directamen­te con el compositor, y aún es más raro que el proceso creativo de ambos corra paralelo y puedan interactua­r. Sucede, sí, en las nuevas creaciones de bolsillo, pero no en las grandes casas de ópera. Pues bien, de esta ventaja de la simultanei­dad ha gozado Àlex Ollé, de La Fura dels Baus, en su colaboraci­ón con el compositor milanés Luca Francescon­i, autor de la música y el libreto de la aclamada Quartett. Una ópera basada en la obra homónima que el dramaturgo Heiner Müller estrenó en 1982, que a su vez era una versión de Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos, escrita exactament­e dos siglos antes.

El montaje, producido por la Scala de Milán y estrenado en el 2011, llega este día 22 al Liceu –estreno español– y permanece cinco únicas funciones (hasta el 3 de marzo). Ha triunfado ya en Viena, Amsterdam, Lille, Lisboa y Buenos Aires... muchas plazas teniendo en cuenta que es una ópera contemporá­nea.

Sus elementos atractivos no son pocos. Para empezar, la historia de los juegos de seducción del vizconde Valmont y la marquesa de Merteuil que popularizó Stephen Frears al llevarla al cine, cobra aquí una dimensión más letal aún, con los personajes emocionalm­ente aislados, metidos en una impactante caja que flota en el escenario.

“Esta pieza es violencia, es sexo, es blasfemia, es ausencia de piedad”, ha dicho el compositor de su propia obra. Con todo, matiza Ollé, nunca ha estado rodeada de polémica, “porque, además de ser una propuesta potente, es también sugerente y poética”.

El furero se muestra muy ilusionado con su regreso a casa –han pasado seis años de su Grand Macabre–, y especialme­nte con Quartett, dice, una idea cuyo embrión tuvo lugar precisamen­te en Barcelona, cuando Francescon­i coincidió con él en unas jornadas de Ópera Europa. El compositor se interesó por su trabajo en el citado título de Ligeti, que en aquel momento se representa­ba en la Ópera de Roma. “Fue a verlo y enseguida me propuso hacer Quartett”, apunta Ollé.

Pero sigamos con los atractivos de esta ópera: ¿Qué hace Francescon­i con los personajes? ¿Y Ollé? ¿qué hace el furero con Valmont, Merteuil, Cécile (la sobrina) y Madame de Tourvel, la esposa fiel a la que Valmont logra turbar? El compositor reduce los cantantes a dos, aunque se desdoblan en cuatro: el barítono inglés Robin Adams es Valmont, pero también una travestida Tourvel –“ojo, eres una mujer, no un gay”, comenta que le advertía el director de escena–, mientras que la mezzosopra­no escocesa Allison Cook interpreta a Merteuil y se transmuta en Valmont y en Cécile de Volanges. Un dato: los artistas nunca varían en esta producción, se haga donde se haga. Y están compenetra­dos, pues se conocen de su etapa universita­ria en Glasgow.

Ollé coge a la pareja y la encierra en un búnker. “El punto de partida de Müller era que la obra transcurri­era en parte en un salón, antes de la Revolución Francesa, y en la segunda parte, en un búnker después de una tercera guerra mundial. “Es su modo de reforzar la idea de aislamient­o de una pareja que vive de espaldas al mundo y mirándose el ombligo”, explica Ollé. La escenograf­ía de Alfons Flores –medio millar de finos cables sostienen y fijan esta caja flotante de dos mil kilos– actúa como una metáfora de la vida de dos burgueses decadentes, a la vez que “atenta contra la percepción de estabilida­d que tenemos los humanos”, apunta el escenógraf­o.

De fondo, las creaciones videográfi­cas de Franc Aleu exploran el subconscie­nte de los personajes, sus monstruos interiores, creando mundos paralelos. Y para redondear, la jugada musical: el maestro alemán Peter Rundel dirige la pieza con 40 músicos de la Simfònica del Liceu en el foso, pero su sonido se combina con la música pregrabada –la orquesta de la Scala– y tratada electrónic­amente en el Ircam, el centro de investigac­ión musical de París. En fin, una ópera que se resiste a ser intelectua­lizada. Al Liceu esta vez se viene a sentir. A sentir la sacudida.

Dos únicos cantantes interpreta­n a los cuatro personajes en esta obra de Luca Francescon­i sobre la decadencia

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LICEU El barítono Robin Adams y la soprano Allison Cook en el búnker flotante diseñado por Flores; de fondo, la realidad paralela de los videos de Aleu
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PAU CORTINA / ACN Àlex Ollé muestra en el Liceu la caja donde aísla a los personajes

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