Gestos en la edad de la inocencia
ALBERT Puig, que durante muchos años ha formado parte del organigrama del fútbol base del Barça, escribió un libro titulado La fuerza de un
sueño (Plataforma), donde planteaba que era más importante formar a los niños que se inician en este deporte que ganar los partidos, por más que lleven una camiseta como la azulgrana. El libro era el resultado de una anécdota que se hizo viral, ocurrida en un encuentro del alevín B del FC Barcelona contra su gran rival, el Espanyol. En el minuto 4 se lesionó un muchacho y los blanquiazules lanzaron la pelota fuera para que se recuperara. Cuando lo hizo, los barcelonistas sacaron de banda y el balón llegó a los pies de Mamadou, que tenía que devolver la pelota o mandarla fuera y que, movido por su instinto goleador, corrió hasta la portería contraria y marcó un gol para sorpresa de los contrarios. Cuando todo estaba a punto de enredarse, Puig mandó enmendar el error. Pidió disculpas al entrenador rival por esta acción poco deportiva y obligó a sus jugadores a dejarse marcar un gol para restablecer el resultado. Esta acción mereció el premio Nacional del Deporte hace diez años.
Una década después, Sergi Milà, técnico del infantil B del Barça, acaba de recibir el premio Laureus (antes recibió uno de Mundo Deportivo) en Mónaco. Su equipo había ganado un torneo de verano en Japón tras enfrentarse al Omiya Ardija. Para los niños nipones constituyó todo un acontecimiento, pero perdieron por 0-1. Cuando el árbitro dio por finalizado el partido, los jugadores del Omiya se derrumbaron, llorando desconsoladamente o tumbándose boca abajo. Entonces, los niños del FC Barcelona, espontáneamente, fueron a consolarles. No entendían el idioma, pero sí comprendieron su gesto mientras les decían: “No pasa nada, sólo es un partido de fútbol”. Las imágenes están en YouTube. El fútbol puede ser una escuela de civismo y de convivencia. Al menos en la edad de la inocencia.