Trump asegura a Netanyahu que puede vivir sin un Estado palestino
Ni el presidente ni el primer ministro aluden a la solución de dos estados
Desde que Israel y Egipto firmaron la paz en Camp David (1979) el principio de paz a cambio de territorios, que implica la creación de dos estados, uno judío y otro palestino, ha sido la piedra angular de la diplomacia estadounidense en la región. Ayer, sin embargo, esta base saltó por los aires cuando el presidente Donald Trump aseguró, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, que puede “vivir con dos estados o un Estado”. Ninguno de los dos mandatarios aludió al principio de que los palestinos tienen derecho a un Estado independiente junto a Israel.
Aun así, Trump se mostró optimista –mucho más que Netanyahu– y dijo que un acuerdo con los palestinos era posible. Pidió a Israel que, “de momento”, detenga la construcción de más asentamientos. Dijo que Israel deberá “ser flexible”, mientras que a los palestinos les pidió que “deben verse libres del odio que enseñan a su hijos en los colegios”.
Tanto Trump como Netanyahu creen que el apoyo de Arabia Saudí al viejo plan de un reconocimiento colectivo de la comunidad árabe a Israel tan pronto como llegue a un acuerdo con Palestina facilitará el acuerdo.
El frente común que Trump y Netanyahu levantan contra Irán anima a los saudíes, principal rival regional de la república islámica. El presidente norteamericano reiteró: “Nunca permitiremos que Irán tenga la bomba atómica”. Y el
premier israelí se lo agradeció. El acuerdo del año pasado para la desnuclearización de Irán garantiza que así será, pero ni Trump ni Netanyahu se fían de la palabra de los ayatolás.
Netanyahu reiteró que los asentamientos judíos en Cisjordania no son un impedimento para la paz. Dijo que el principal escollo es que los palestinos no reconocen el derecho de Israel a existir y tampoco quieren ceder a Israel el control absoluto de la seguridad sobre su futuro Estado. Estas dos condiciones no son negociables. El resto, sí.
John Kerry, secretario de Estado con Obama y último diplomático en intentar un acuerdo, dejó el cargo diciendo que Israel ha de escoger entre ser un Estado democrático –permitiendo la creación de Palestina– o ser sólo un Estado, es decir, anexionándose de facto los territorios palestinos a partir de la ampliación de los asentamientos.
Trump, al desmarcarse de la política tradicional de EE.UU., añadió que “dos estados o uno solo es algo que las dos partes tendrán que decidir y yo aceptare su elección”.
Netanyahu explicó que “los chinos son chinos porque vienen de China y los japoneses son japoneses porque vienen de Japón. Los judíos somos judíos porque venimos de Judea”, región que correspondería al Estado palestino.
La derecha nacionalista israelí, de la que Netanyahu depende para gobernar, le exige que renuncie a la creación de un Estado palestino y anexione a Israel gran parte de Judea y Samaria.
La Casa Blanca situó en primera fila, delante de los periodistas, a la familia Trump y a Sara Netanyahu. Trump recordó que su yerno, Jared Kushner, al que ha encargado la agenda palestina, es un judío (ortodoxo). Los Trump, los Kushner y los Netanyahu se conocen desde hace tiempo. Son amigos y esta amistad quedó ayer bien definida. Trump elogió a Sara Netanyahu, a la que pidió que se pusiera en pie durante la rueda de prensa y recibiera una ovación. Netanyahu recordó que había dormido en la habitación de Kushner cuando este era un adolescente.
El mandatario estadounidense pide a Israel que pare los asentamientos “de momento”