Los menores que beban tendrán que asistir a cursos de sensibilización
Cuarto intento de sacar una ley estatal que ponga freno al consumo de alcohol en menores. Desde el 2001, que Mariano Rajoy la anunció siendo ministro del Interior, este propósito sigue dando vueltas de un gobierno a otro, principalmente por parte de la industria. El último intento fue en la legislatura pasada, con la ministra Ana Mato. El borrador estaba preparado, pero su sucesor, Alfonso Alonso, decidió que en plena crisis y con unas elecciones por medio, no era el momento de abrir ningún debate. Meses de trabajo echados por tierra, en un texto que, como principal novedad, pretendía hacer responsables a los progenitores, como tutores que son, de las andanzas etílicas de sus hijos.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, liderado por Dolors Montserrat, ha recuperado el compromiso de regular a nivel estatal este asunto, eso sí, siempre bajo la premisa de que el proyecto de ley cuente con el mayor consenso posible. Porque, a juicio del secretario de Estado de Servicios Sociales, Mario Garcés, que ayer compareció en la comisión mixta sobre Drogas, sin consenso es imposible abordar este problema. Y para ello, se ha creado una ponencia en la comisión, que durante seis meses estudiará cómo afrontar el consumo de alcohol en menores. Pese a que está prohibido en todas las leyes habidas y por haber, la realidad es que el 68% de los menores de entre 14 y 18 años ingieren alcohol con frecuencia. La edad media de inicio a las bebidas alcohólicas se sitúa en los 13,9 años. Es decir, las leyes autonómicas y locales claramente se incumplen en una sociedad en la que el consumo de alcohol está más que aceptado.
De ese informe saldrá el proyecto de ley, tal y como explicó ayer Garcés, que aseguró se centrará en la prevención, como principal instrumento para evitar el consumo de alcohol. Aunque el texto dependerá del informe que elabore la ponencia, desde Sanidad se apuesta como medida necesaria la realización obligatoria de cursos de sensibilización para aquellos chavales que sean “pillados” bebiendo, unos cursos que no se limitarán a meras charlas, cuya eficacia se sabe que son muy limitadas, sino “muy prácticos”, “experimentales”, según fuentes de Sanidad.
La futura norma tendrá como eje prioritario la concienciación, siguiendo la estela de lo ocurrido con la ley de tráfico y la del tabaco. Se incrementarán las campañas, se trabajará con los menores y con los padres en la percepción del riesgo, y con los sanitarios para que ante cualquier conducta de riesgo de los menores avisen a los progenitores. Un trabajo complicado, reconocen, en un entorno en el que el alcohol está presente constantemente.