Lorca pudo ser exhumado de su fosa para que no se hallasen sus restos
Los cuerpos de Federico García Lorca, el maestro Galindo y los banderilleros Arcoyas y Galadí, fusilados a la vez al comienzo de la Guerra Civil, estuvieron sepultados en Los Llanos de Corbera, en la zona conocida como Peñón Colorado, pero fueron exhumados poco tiempo después y trasladados a otro lugar antes de que “llegaran a un estado de esqueletización”. El informe final sobre los terceros trabajos arqueológicos para encontrar los restos de los fusilados en agosto de 1936, presentado ayer en Madrid por el arqueólogo Javier Navarro y el historiador Miguel Caballero, proporciona nuevas hipótesis acerca de qué sucedió realmente.
Los trabajos, iniciados en octubre de 2016, han podido delimitar la zona en la que se encontraban los pozos a los que fueron arrojados los cuerpos, pero la “evidencia de que el terreno ha sido removido de forma manual, unido a la ausencia de restos humanos, concuerda con la posibilidad de una exhumación posterior”, señala el informe. La zona de fusilamientos se encontraba en la cabecera de un campo de instrucción utilizado por los sublevados en Granada, ciudad en la que triunfó el golpe de Estado.
La teoría de que los cuerpos del poeta y de sus compañeros fueron trasladados a un lugar desconocido ya fue avanzada por Antonio Gallego Burín, alcalde de Granada en la posguerra. Gallego señaló que se hizo “para evitar que alguien pudiera encontrarlos, dado el impacto que había causado el asesinato de García Lorca”.
Los trabajos arqueológicos han hallado un fragmento del blindaje de un proyectil de Máuser, el arma reglamentaria de los guardias de asalto, algunos de cuyos miembros se presentaron voluntarios para el pelotón de ejecución, y una bala Mosin-Nagant –quizás de material requisado a los rifeños–, que posiblemente corresponda a un tiro de gracia.
ADOLFO S. RUIZ