La Vanguardia

Aviones contra bicicletas

En los tres goles de jugada, el PSG encuentra una pista de despegue en el medio

- CARLES RUIPÉREZ

Sólo hay que fijarse en los tres goles de jugada del PSG para darse cuenta de la pájara futbolísti­ca del Barcelona, descolocad­o y partido en París. En el 2-0 Rabiot roba un balón a Messi, se lo entrega a Verratti, que arranca desde el centro del campo mientras Iniesta trota y Busquets no se atreve a salirle al paso con lo que el italiano puede asistir a Draxler. En el 3-0, el alemán hace tres cuartos de lo mismo y llega a la frontal sin que André Gomes le presione, sólo se lo mira. Y en el 4-0 es Meunier quien regatea a Neymar en su propio campo y se planta en la frontal sin ninguna oposición. “Avanzaba y no podía creer que me dejasen recorrer 50 metros”, confesó el lateral. Esas tres jugadas, en la que los parisinos parecían aviones al lado de los blaugrana, ilustran las dos velocidade­s del partido. Mientras un equipo iba con reactores, el otro daba pedales. Los locales surcaron el cielo de París y a los visitantes les costaba mover el desarrollo.

Emery ganó la batalla en el centro del campo calcando la medular que hizo grande al Barça las dos últimas temporadas. Un pivote que recupera y juega al primer toque (Rabiot), un interior de desequilib­rio (Verratti), y un futbolista de despliegue (Matuidi). La sala de máquinas francesa tuteó a la barcelonis­ta (140 pases por 151), pero es que además tocaron 52 veces el balón en el campo contrario y recuperaro­n 27 pelotas. Eran clones de Busquets, Rakitic e Iniesta pero más jóvenes. “Parecía que éramos 14”, resumía Verratti.

Quizás fuese una cuestión de edad. La alineación que presentó Luis Enrique rozaba los 27 años de media. No se trata ni mucho menos de un equipo envejecido, pero el PSG era dos años más joven (24,9 años). De hecho, en el once de Emery había seis futbolista­s que no han cumplido los 25. Eso sí, los barcelonis­tas eran mucho más experiment­ados. Hasta el punto de, con 574 encuentros, doblar los partidos en Champions de sus rivales. Pero no lo hicieron valer. Kimpembe, que debutaba, y Marquinhos sólo hicieron una falta cada uno. Y Rabiot, otro canterano, incluso se atrevió a hacerle un caño de tacón a Messi.

El Barcelona se quedó sin marcar en el Parque de los Príncipes por segunda vez esta temporada –Málaga (0-0)–. Pero peor que quedarse seco fue la sensación de impotencia del tridente, que sólo chutó dos veces, ninguna a puerta, ambas de Neymar. Nada de Messi y Suárez. Y no se puede decir que los franceses parasen a Leo a base de patadas ya que sólo recibió una falta y fue a 65 metros de la portería de Trapp.

La tendencia de cuantifica­r los kilómetros llegó a su summum cuando en abril del 2014 se justificó la eliminació­n de la Champions del Barça de Martino contra el Atlético porque Pinto casi había corrido tanto como Messi. La estadístic­a del martes dice que el equipo de Emery corrió ocho kilómetros más que el de Luis Enrique (113 por 105), pero eso sólo no puede explicar el descalabro porque en los seis partidos de la fase de grupos de la Champions los blaugrana sólo hicieron un despliegue físico superior al rival en la primera jornada (7-0 al Celtic). En los otros cinco, fueron inferiores en ese aspecto y ganaron cuatro. Aunque la distancia nunca fue de 8 km.

En cambio, sí que es cierto que al Barcelona le costó horrores habilitar a Messi. Encimado por Kimpembe, rodeado por Rabiot y con las ayudas defensivas de Kurzawa, estuvo incómodo en el césped y entró poquísimo en juego. Hasta el punto que Ter Stegen dio más pases buenos que el diez (35 del portero por 30 de Leo). Eso sí que le hizo daño al Barcelona. Al crack le costó conectarse al partido y no encontró socios en su banda: sólo le pasó dos veces el balón a Sergi Roberto y tres a André Gomes, su lateral y su interior, respectiva­mente. No le fue mejor su asociación con su colega Suárez (4 balones).

Todo lo contrario que el PSG. En ataque, Draxler sabía muy bien que tenía ventaja con Sergi Roberto, que fue el eslabón más débil. Hasta 13 veces le encaró el extremo alemán y en 11 se salió con la suya. Así no es extraño que siete jugadores diferentes chutaron a puerta, por el único disparo de André Gomes y el poste de Umtiti. Fue una avalancha. Volaron como aviones.

LOS FRANCESES SE GUSTAN “Parecía que éramos 14 contra 11”, resume Verratti la superiorid­ad total en el campo

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CLIVE ROSE / GETTY Cavani se adelanta y se estira para intentar rematar un centro mientras Umtiti sólo le mira

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