La Vanguardia

Remontar es de merengues

- Joaquín Luna

El fútbol es maravillos­o: anteanoche rejuvenecí, como el coronel Aureliano Buendía de Cien años de soledad, al recordar aquella noche de Atenas de 1994 en la que Johan Cruyff se puso ante el pelotón de fusilamien­to y fue, efectivame­nte, fusilado.

Sólo hay una diferencia con Atenas y no es el desencanto: ¿qué hacemos ahora con el partido de vuelta? ¿Pañuelos, indiferenc­ia o utopías?

Esta vez, las entrevista­s pospartido tuvieron garra. Luis Enrique, ay, ese humor asturiano, ese genio, la tomó con Jordi Grau, de TV3, con quien parecía –al modo serratiano– que “usted y yo tenemos algo personal”. Fue tan grande la herida y palpables sus huellas, que todo intento periodísti­co comprometi­do de apelar “a remontada” sonaba no ya a chiste sino a impertinen­cia y fue rápidament­e aparcado por los jugadores.

Lo dicho: ¿qué hacemos con el partido de vuelta? ¿Poner a la venta el asiento de socio? ¿Dejar vacío el Camp Nou?

Las remontadas son patrimonio inmaterial del Real Madrid y uno juraría que el barcelonis­ta prefiere caer estrepitos­amente sin plantearse siquiera la remontada a hacer los papelones que exigen los preparativ­os de tan arriesgada opción.

El catalán, los catalanes, somos muy poco dados a hacer el ridículo y entre una remontada y una calçotada preferimos lo segundo. El miedo al ridículo atenaza al barcelonis­mo en trances como estos y dificulta crear esa atmósfera pasional e irracional, que el madridismo crea sin rubor: sacan en procesión al Santo Cristo, al espíritu de Juanito Gómez y la estampita de Don Alfredo di Stéfano pese al riesgo de que si fracasas

¿Qué hacemos ahora con el partido de vuelta?; cuesta hacer el papelón que exige un clima de “remontada”...

tus detractore­s van a deslomarse de la risa, más que si renuncias de antemano y te limitas al “somos profesiona­les, hay que intentarlo”.

Yo no creo que el partido de vuelta sea un partido para vender el asiento ni para cegarse. Aunque sólo sea por si acaso, es un trance atractivo. El mismo temor al ridículo que dificulta orquestar una remontada debería ser suficiente para perseguir una reparación moral en forma de victoria con buen fútbol sobre el PSG (no confundir con el PSC, como advertía un tuit cachondo la noche trágica).

Por una vez, estaría bien jugar mal y perder. El equipo ha vivido y vive esta temporada de destellos individual­es y tampoco uno apunta al banquillo, a menos que los refuerzos sean ahora competenci­a exclusiva de Luis Enrique.

El barcelonis­mo haría mal en dar la espalda al partido de vuelta. Entre la milagrería de una remontada muy complicada y gradas semivacías, hay un punto intermedio que equipo y público deberían sintonizar.

 ??  ?? POR LA ESCUADRA
POR LA ESCUADRA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain