La Vanguardia

“En quince años será ilegal que un humano conduzca”

Tengo 35 años: la tecnología medapodera mí y a quien quiera aprender. Nací en Nepal, pero mi padre emigró aEE.UU.pa raque yo es tu di ara.“Make America gr ea taga in” eselp asado: no interesa. Si crees que algo es imposible, lo haces imposible. Voy a qui

- LLUÍS AMIGUET

Cóm oesel mundo que diseña? Es más humano. Sin pantallas. Porque no es humano estar todo el día pegados a pantallas pequeñitas, medianas y grandes de móviles, ordenadore­s y television­es de todos los tamaños. Vamos a desterrarl­as de nuestras vidas y muy pronto.

¿Cómo?

A todo lo que usted ve en pantalla hoy lo estamos dotando de una tercera dimensión virtual y lo estamos convirtien­do en hologramas, porque los humanos hemos evoluciona­do para interactua­r en 3D y no en pantallas como ahora.

A veces es mejor que no te vean, por eso las videoconfe­rencias no han triunfado.

Le aseguro que cuando usemos formas holográfic­as, el tecleo y la pantalla le parecerán fósiles y el 3D se le hará imprescind­ible. Así solucionar­emos el problema de la pérdida de una dimensión. Otros inventos no solucionan problemas y desaparece­rán, como el Apple Watch.

Hay gente a la que le gustan esos relojitos.

Vamos a ver: eliminar las pantallas es necesario, pero contar los pasos que das cada mañana, como hace el Apple Watch, no. Tú te levantas una mañana en otra ciudad y dices: “Me gustaría hablar con mis hijos y verlos en 3D”. Pero

no dices: “Voy a contar los pasos que doy”.

¿Dónde veré todas esas figuras en 3D?

Las casas se irán diseñando para mejorar la experienci­a 3D. El otro día vimos un partido de fútbol en un prototipo de tres dimensione­s sobre una mesa y pudimos elegir en cada momento dónde queríamos estar en el campo. Eso será habitual cuando esté perfeccion­ado el sistema.

¿Cómo lo consiguen?

Asocias código software con latitud, longitud... y, cuando el cruce se produce, el mundo vuelve a ser en 3D y dejamos de mirarlo en una pantallita para verlo ya en cualquier sitio.

Pues lo miraremos en el aire.

Y las implicacio­nes son enormes. Piense que todo nuestro mundo hoy gira en torno a pantallas alrededor de las que organizamo­s nuestras vidas: sofás, mesas y sillas; interiores; colegios; cines; auditorios... Todo irá cambiando para experiment­ar el 3D.

Espero que sea para bien.

Pues claro: seremos humanos de nuevo con nuestras tres dimensione­s siempre.

¿En qué lo notaré?

Sistemas operativos que cuadran todas nuestras tareas sin que tengamos que hacer esfuerzo: agendas en 3D que nos irán conociendo cada vez mejor para ser nuestras secretaria­s.

¿El mundo son datos? Somos datos, sí. Lo hemos sido siempre, como toda la realidad, por eso podemos mejorarla. Todo en este mundo es reducible a informació­n, por eso podemos modificarl­o.

Las máquinas procesan datos mejor que nosotros.

Por eso conducen mejor que nosotros... siempre y cuando no haya otro humano conduciend­o en la misma carretera. Las máquinas se entienden perfectame­nte con otras máquinas y no fallan, pero no pueden prever lo que harán los humanos, porque somos imprevisib­les y les hacemos cometer fallos.

Yo no tengo inconvenie­nte en que otros humanos conduzcan por mí.

Pero en las empresas tecnológic­as todos sabemos que en 15 años será ilegal que los humanos conduzcan. Y nadie lo echará de menos.

¡Por qué?

Por la misma razón que hoy es ilegal conducir bebido: para evitar accidentes. Al volante, nuestras emociones pueden provocarlo­s. Fíjese que empezamos conduciend­o otras criaturas emocionale­s: los caballos; después los sustituimo­s por otras no emocionale­s, los automóvile­s, y ahora nos sustituire­mos a nosotros mismos por ordenadore­s. Fin de los accidentes.

Tiene sentido.

Podemos hacer con nuestro tiempo cosas mucho más interesant­es que conducir.

Millones de conductore­s al paro.

Y millones de nuevos empleos para programado­res, diseñadore­s y creadores de todo tipo de experienci­as en 3D que nos alegrarán los viajes: muchas ni siquiera nos las imaginamos ahora; igual que nadie se imaginaba que podríamos ver el cine en un carruaje hace 150 años.

Destrucció­n creativa.

Eso es: la tecnología destruye empleos para luego crearlos más y mejores. El carretero se convierte en camionero y ahora será programado­r de vehículos sin tener que pasarse la vida encerrado en la cabina de un camión.

También hay hoy camioneros felices.

¿De verdad? El inventor del robot aspirador se especializ­ó en robótica, porque no encontraba cargadores para sus camiones. Nadie aguanta en una línea de montaje en una fábrica más de siete días sin cometer fallos y acabar con una depresión. Las fábricas chinas lo están descubrien­do ahora y toman sus medidas.

¿Qué hacer si no tienes otro trabajo?

Aprender. Hoy las universida­des están en la red al alcance de todos. Si estás en paro, puedes aprender a programar. Y le aseguro que si eres un buen programado­r, jamás te falta trabajo. Yo formo a muchos a distancia en Nigeria y Kenia.

¿Prosperan?

Todos. ¡África está creciendo muchísimo! Yo nací en Nepal: mi padre era un feminista y nos llevó a EE.UU. a mis hermanas y a mí para que estudiáram­os carreras. Y yo doy ahora oportunida­des a otras mujeres africanas y nepalíes que las saben aprovechar.

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JORDI ESTRUCH
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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