Las obras maestras de Budapest llegan a Madrid
Pinturas de Leonardo, Rafael, Velázquez y Goya entre las ‘Obras maestras de Budapest’
El aficionado a la pintura corre el riesgo de ponerse algo nervioso al entrar en los salones del Thyssen-Bornemisza que hasta el próximo 28 de mayo acogen la exposición Obras
maestras de Budapest. Porque uno casi no sabe hacia dónde mirar cuando se halla en medio de tal aglomeración de joyas del arte de todas las épocas, desde el Renacimiento hasta las vanguardias. Y no es fácil concentrarse en una sola obra, por ejemplo la pequeña estatua Guerrero a caballo de Leonardo da Vinci, mientras por el rabillo del ojo está viendo, pongamos por caso, la Virgen con el Niño y san Juanito de Rafael, y cuando además sabe que unos metros más allá encontrará
El almuerzo de Velázquez, La
aguadora y El afilador de Goya y, ya hacia el final, la Dama con un abanico de Manet y los Ciruelos en flor de Monet, por seguir con otros pocos ejemplos.
La calidad de la exposición, con la que el Thyssen arranca el programa de la temporada en su 25.º aniversario, tendrá hoy su equivalente de boato en el acto inaugural que presidirán los Reyes y el presidente de Hungría, Janos Áder. Y es que, como ayer destacaban los comisarios de la muestra, Guillermo Solana y Mar Borobia, las 90 piezas reunidas representan “lo mejor” del arte que reside en el país magiar, que no es poco. Y, como también prueba la presencia de la embajadora húngara en la presentación de ayer, los mandatarios de la nación centroeuropea desean sacar pecho por su patrimonio.
La oportunidad para los potenciales visitantes de la muestra es en todo caso única, entre otras cosas porque parte de las obras –ya colgadas y a partir de mañana a la vista del público– no habían viajado nunca España. Y porque es raro que algunas de ellas salgan del conjunto formado por el Museo de Bellas Artes y la Galería Nacional de Hungría, que por cierto contiene la más importante recopilación de arte español fuera de España.
La clave de que la muestra haya podido organizarse a pesar de todo se halla en las obras de remodelación que las autoridades culturales de Hungría han decidido afrontar en su museo nacional a fin de reunificar colecciones que en su día se fraccionaron en función de la nacionalidad de los artistas. Esa es al menos la versión oficial. El caso es que los trabajos han dado lugar a una larga gira internacional de parte de los fondos, en la cual se inscribe la exhibición en Madrid.
Otro asunto, no menos interesan- te, es por qué la selección se expone en el Thyssen y no en el Museo del Prado por mucho que, según se supo ayer, los responsables de la gran pinacoteca madrileña expresaran su interés por acogerla en cuanto conocieron la oportunidad que la reforma del centro de Budapest podía brindarles. Las razones que inclinaron la balanza a favor de sus competidores privados tienen que ver no sólo con cuestiones de calendario del Prado, que también, sino con las raíces familiares del fundador de la colección Thyssen-Bornemisza, así como con la buena relación trabada hace diez años entre los responsables de las dos instituciones, según indicó Guillermo Solana, quien además de comisario es el director artístico del Thyssen.
Bornemisza es el apellido húngaro –obviamente por parte materna– del barón que impulsó el gran museo que hoy administra su viuda. “Él me hablaba mucho de su madre”, dijo ayer la propia baronesa, Tita Cervera, al presentar a la prensa las
Obras maestras de Budapest . La suegra de Cervera era la también baronesa húngara Margit Bornemisza de Kászon e Impérfalva.
El núcleo de los fondos depositados en el Bellas Artes de Budapest y la Galería Nacional de Hungría tiene también un origen nobiliario, pues una porción sustancial de ellos proviene de la colección de la casa
Esterházy. Dentro de ella, fue el príncipe Miklós II Esteházy el que, en las tres primeras décadas del siglo XIX, adquirió más de un millar de pinturas, más miles de dibujos y grabados. La compra más importante se la hizo, siendo embajador de Austria, al conde Edmund Bourke, antiguo embajador danés en España que había hecho interesantes compras en Madrid. Como tantas veces ocurre en estas dinastías, el hijo del emprendedor y tercero de los príncipes Miklós no supo gestionar el patrimonio y acabó por venderlo en su mayor parte al Estado húngaro, en el año 1870. Los fondos se fueron enriqueciendo con sucesivas adquisiciones y donaciones, hasta sumar las más de 100.000 obras que hoy acumula.
El montaje de la exposición húngara en el Thyssen no es lógicamente gratis al cien por cien. En contrapartida, el museo de la baronesa se ha comprometido a prestar a Budapest cincuenta de sus obras a lo largo de los próximos diez años, así como a colaborar con el museo húngaro en restauraciones.
Las Obras maestras de Budapest agrupan piezas de excepción de las principales escuelas europeas –española, italiana, alemana y flamenca– desde el gótico tardío hasta el arte de vanguardia de finales del XIX. La exposición recorre siete secciones organizadas con criterios académicos y cronológicos. Para empezar, El Renacimiento en el norte incluye obras de Alberto Durero, Lucas Cranach el Viejo y Hans Baldung Grien, mientras que en El renacimiento en el sur es donde pueden contemplarse piezas de Leonardo, Lotto, Rafael y Bronzino.
El Barroco en Flandes y Holanda
presenta cuadros de Rubens y Van Dyck; El Barroco en Italia y España, de Velázquez, Alonso Cano o Carracci, y El siglo XVIII, de Goya y de la escuela veneciana (Tiepolo, Canaletto, Guardi y Bellotto). Una sección sobre La nueva imagen de la mujer, con lienzos de Manet o Kokoschka, y otra Del Impresionismo a las vanguardias, con Monet o Pissarro, finalizan el itinerario. Los nervios, convertidos ya en excitación, pueden durar más.
INAUGURACIÓN REAL Felipe VI y Letizia abrirán oficialmente la exposición junto con el presidente húngaro
PRIVILEGIADOS El apellido húngaro Bornemisza y el vínculo con el museo del país, claves de la exposición