El elegido por Trump para sustituir a Flynn da portazo a su Gobierno
El vicealmirante Robert Harward prefiere la familia al caos de la Casa Blanca
El valor no se le supone al vicealmirante Robert Harward. Ya lo ha dejado más que demostrado a lo largo de su trayectoria en las fuerzas especiales, conocidas como Navy Seal, comandando operaciones de gran riesgo en los frentes bélicos de Afganistán e Irak, en incursiones en otros países del polvorín de Oriente Medio, en Somalia o en Bosnia.
Su atlas de destinos no se configuró precisamente durante temporadas altas para el turismo en cada uno de esos lugares.
Sin embargo, y pese a estar curtido en tantas tribulaciones, ha tomado una decisión de riesgo, vistos los aguijonazos vengativos de Donald Trump. Harward, el elegido por el presidente de Estados Unidos para ser el consejero de Seguridad Nacional, le ha dicho no. Su negativa para sustituir al “despedido” Robert Flynn, el mentiroso, supone otro revés para una Administración sumida en una agitada confusión.
Todavía no ha conseguido formar todo su Gobierno y el pasado miércoles vio como los propios republicanos se negaban a apoyar a Andrew Puzder para el cargo de secretario de Trabajo.
En uno de sus tuits, Trump señaló este viernes que, tras este rechazo, cuenta con cuatro nombres para cubrir este hueco decisivo en la seguridad nacional. Uno, el único que escribió en su mensaje, es el del teniente general Keith Kellogg, que es quien está al frente de forma interina.
La versión oficial de la decisión de Harward, sustentada por una carta al presidente y al secretario de Defensa, Jim Mattis, responde a intereses personales y familiares. Pero otras fuentes, citadas por los medios, aseguran que sus reservas han ido a más por el estilo impredecible de Trump y el caos que domina en la Casa Blanca.
Desde esta perspectiva, Harward puso la condición de crear su propio equipo. Eso significaba, entre otras cosas, prescindir de K.T. MacFarland, la número dos de Flynn y antigua comentarista de la cadena Fox. En cambio, Trump la confirmó.
Otra de sus peticiones pasaba por dirigir el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) sin interferencias de asesores políticos. Esto era un misil directo contra Steve Bannon, el estratega jefe, que forzó la firma de una orden ejecutiva por la que él se convertía en pieza clave del NSC.
“Tengo a alguien que pienso será excepcional para esa posición”, afirmó Trump el jueves en su rueda de prensa, calificada de “el show más salvaje” a toda portada del The New York Post. Otros la consideran una catarsis ante la nación de su ego herido por el apabullante predominio de las críticas frente a los elogios en estas cuatro semanas de mandato.
Se refería a Harward, que ya formó parte del consejo con el presidente Bush hijo. Contar con él, añadió, “me ha ayudado a tomar la decisión”, en relación con la obligada renuncia de Flynn, uno de sus más fieles seguidores desde el principio de su campaña.
Además de engañar al vicepresidente Pence sobre el contenido de sus conversaciones con el embajador ruso, Flynn tampoco fue sincero cuando declaró al FBI. A los investigadores les dijo que no había hablado de sanciones, al contrario de lo que se recoge en las transcripciones de las llamadas intervenidas por los servicios de inteligencia. Esto podría traerle problemas legales, aunque, en principio, no creen que mintiera “intencionadamente”.
La noche del jueves, Harward, retirado de los marines en el 2013 y hoy ejecutivo en Lockheed Martin (suministradora del Pentágono) remitió su misiva. “El trabajo requiere 24 horas al día, siete días a la semana y no puedo tener ese compromiso”, escribió. Esto es el reposo del guerrero.
En su declaración al FBI, el dimisionario también negó que hablara de sanciones con el embajador ruso