La técnica CRISPR no está a punto aún para recuperar especies extintas
La ingente cantidad de fragmentos de ADN que habría que manipular impide crear un animal sin errores
La nueva técnica CRISPR, que permite modificar el ADN de las células de manera fácil, rápida y barata, ha ofrecido una poderosa herramienta de edición genética a biólogos moleculares de todo el mundo. Desarrollada como técnica de manipulación del ADN hace cinco años, hoy se utiliza en miles de laboratorios de investigación y se ha empezado a estudiar su potencial para el tratamiento de enfermedades. La herramienta, sin embargo, todavía no está a punto para reconstruir el genoma de especies extinguidas.
La técnica CRISPR que se utiliza en los laboratorios se inspira en un mecanismo de defensa ancestral de las bacterias contra los virus que las infectan. Este mecanismo fue descubierto por el microbiólogo español Francis Mojica, de la Universidad de Alicante, que fue quien acuñó el término CRISPR (iniciales en inglés de “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas” y pronunciado crísper).
En el 2012 la estadounidense Jennifer Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier demostraron que este mecanismo de defensa de las bacterias podía utilizarse para cortar y pegar fragmentos de ADN en genomas de cualquier especie, incluidos los mamíferos.
Las aplicaciones potenciales de la técnica son innumerables. Se ha estudiado ya para modificar los genomas de mosquitos de modo que no puedan transmitir la malaria.
Se ha utilizado también para eliminar genes indeseados de cerdos con el objetivo de poder trasplantar en el futuro órganos de animales a personas.
En ratones, se ha demostrado que la técnica CRISPR puede tratar con éxito la distrofia muscular de Duchenne, una grave enfermedad hereditaria, lo que abre la vía a proponer ensayos clínicos en humanos.
En personas, oncólogos de China anunciaron el pasado verano el primer ensayo clínico de corrección genética con la técnica CRISPR en pacientes con cáncer de pulmón.
Otros usos potenciales, además del tratamiento de enfermedades, incluyen la mejora de cosechas, la modificación de animales de granja y, en general, cualquier aplicación en que pueda ser útil eliminar o añadir un gen.
La revolución CRISPR ha sido reconocida ya con múltiples premios, como el de Avance del Año de la revista Science en 2015 o, más recientemente, el Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA que han compartido Mojica, Doudna y Charpentier.
Ha suscitado asimismo un fuerte debate bioético sobre qué usos de la técnica son legítimos y cuáles ilegítimos.
Pese a su enorme potencial, la técnica CRISPR no es capaz por ahora de modificar miles de fragmentos de ADN con un elevado nivel de precisión en una misma célula, que es lo que haría falta para reconstruir el ADN de un mamut o de cualquier otra especie extinguida.
Un problema aún no resuelto son las llamadas mutaciones off target, en las que se altera el ADN en lugares equivocados del genoma. Se llaman off target precisamente porque no dan en la diana.
“Las herramientas CRISPR conllevan un cierto riesgo de modificaciones genéticas no deseadas”, advierte Lluís Montoliu, investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología. “Al aplicar esta tecnología un gran número de veces para poder editar el ADN de un mamut, la cantidad de alteraciones imprevistas e impredecibles podría ser muy significativa, lo que daría al traste con el experimento”.
La herramienta de edición genética puede tener múltiples aplicaciones en medicina y biología