Cuñadismo taquillero
Un reparto de campanillas en una trama de insensata conjura entre cuñados es la fórmula para el éxito de ‘Es por tu bien’
José Coronado, Javier Cámara y Roberto Álamo son tres cuñados que se conjuran para arruinar los planes de sus respectivas hijas, que quieren volar del nido paterno, en Es por tu bien, una comedia de enredos dirigida por Carlos Therón.
Tres cuñados, padres de familia cuyas hijas se han emparejado y están a punto de volar del nido paterno, se conjuran entre ellos para arruinar el plan de las chicas. Los papás no podrían parecerse menos unos a otros: José Coronado encarna a un abogado rico y conservador, por no decir facha, mientras que Javier Cámara representa a un blandengue que va de amigo de su hija, y Roberto Álamo, a un bruto que todo lo resuelve a tortas. Los tres compiten, eso sí, en necedad y machismo. Habitan un tiempo que ya no es el suyo. Y así les irá, en su insensata cruzada.
La trama no es ambiciosa, pero sí efectiva en tanto que terreno fértil para el enredo y el disparate; por lo tanto, para la coña y la diversión del público: un territorio que los tres reconocidos actores principales, dirigidos por el experto en comedia que es Carlos Therón y secundados con solvencia por el resto del elenco, explotan a fondo. La combinación resulta idónea para que la película dé el golpe en taquilla.
El título de la cinta, Es por tu bien, da perfecta cuenta del punto de partida del guión. Los tres protagonistas, horrorizados por el emparejamiento de sus niñas con “unos tipejos”, son en realidad tres hombres “desubicados”, en gran medida por culpa de su voluntario autismo ante los sentimientos de sus hijas. Así lo plantea el realizador del filme para, enseguida, subrayar “la posibilidad de entenderse aún partiendo de extremos opuestos” que la película apunta: un reto que se sustancia sobre todo en la conflictiva relación entre el personaje de Coronado y el perroflauta post-15M que amenaza con devenir en su yerno.
El propio Coronado le ve al argumento la ventaja de ofrecer conclusiones más allá del humor: “La historia nos descubre el valor del respeto por la libertad de cada uno, de la familia bien entendida, del amor no egoísta...”, apunta.
Cámara, por su parte, es transparente respecto a la aspiración primordial del equipo que ha desarrollado la producción de Telecinco. “Estamos deseando que haga una buena taquilla para empezar el año calentitos. Y que la película llegue al festival de Málaga y luego a Cannes, con Pedro Almodóvar de presidente, y que de repente el cine esté en las portadas de los periódicos”.
Esa codiciada carambola de éxitos del filme en particular y del cine español en general es de justicia, defiende Coronado, para los actores y cineastas pero sobre todo para los espectadores: “El público se lo merece todo porque al fin se ha dejado enamorar por lo que hacemos”, dice. Y pone esta situación en contraste con la se vivía hace veinte años, cuando el término “cine español” desataba todo tipo de prevenciones. “Todo lo que las instituciones no nos ha reconocido sí nos lo ha reconocido el público, y yo me siendo con la responsabilidad de compensarle por eso”, redondea el actor.
Pero ni Cámara ni Coronado se hacen ilusiones con la crítica y los galardones. “Las comedias, para mí el género más difícil, son siempre las menos premiadas: algo que, como actor, nunca he entendido”, afirma el protagonista de El Príncipe. “Es interesante que siempre haya tres o cuatro películas tan denostadas por la crítica como celebradas por el público”, ironiza Cámara. “Son siempre –añade– “comedias que elevan el ánimo recaudador y la cuota de pantalla..., lo cual nos permite mantenernos entre quejas contra un Gobierno que recauda mucho más de lo que nos da”.
“Las comedias siempre se premian menos, al margen de su éxito. ¡Nunca lo entendí!”, lamenta Coronado