Trump envía a sus dos principales ministros a negociar con México
Tillerson y Kelly intentan reconstruir relaciones pese al clamor de las protestas
Estados Unidos y México se necesitan tanto el uno al otro y viceversa que ni las protestas a ambos lados de la frontera contra la nueva Administración estadounidense ni las humillaciones de Donald Trump a su homólogo mexicano Enrique Peña Nieto han sido suficientes como para romper el diálogo bilateral. Y ha sido precisamente Donald Trump quien, después de que Peña Nieto le diera plantón en la Casa Blanca, ha retomado la iniciativa enviando al país vecino a los dos principales ministros de su Gobierno, el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly.
La delegación estadounidense se reunió ya anoche con el presidente Peña Nieto y hoy lo hará con los ministros mexicanos de Relaciones Exteriores, Hacienda, Interior y Defensa, así como con el jefe de la Armada. El comunicado del Departamento de Estado señaló que Tillerson y Kelly abordarán con sus interlocutores mexicanos los asuntos relacionados con “la seguridad fronteriza, la cooperación policial y el comercio, además de otras cuestiones”.
Esto significa que todas las negociaciones sobre asuntos bien distintos van a estar conectadas, una pretensión planteada por los gobernantes mexicanos, que se muestran decididos a defender inseparablemente sus intereses comerciales como contrapartida a la cooperación transfronteriza.
Al Gobierno mexicano le preocupa mucho más la renegociación del tratado de Libre Comercio (TLC) que la construcción de un muro a lo largo de la frontera prometido por Donald Trump para evitar la inmigración ilegal. El intercambio comercial entre ambos países asciende a 1.500 millones de dólares cada día. Con todo, México es el segundo socio comercial de Estados Unidos y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, y el segundo mercado para otros veinte estados. Aproximadamente seis millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México. La frontera, de 3.140 kilómetros, es la más transitada del mundo. Un millón de personas y trescientos mil vehículos cruzan diariamente la línea.
Ildefonso Guajardo, ministro mexicano de Economía, ya ha dejado claro que sin un acuerdo comercial
Peña Nieto da prioridad al acuerdo comercial a cambio de la cooperación transfronteriza
satisfactorio “no habría incentivos para seguir colaborando en los temas más importantes para la seguridad nacional en América del Norte, como el tema de la migración”. Guajardo no estará presente en las reuniones por una cuestión protocolaria. Su homólogo estadounidense es el secretario de Comercio, pero el nominado por Trump, Wilbur Ros, todavía no ha sido confirmado por el Senado.
La misión de Tillerson y Kelly es recuperar la relación que se interrumpió cuando primero Peña Nieto y Trump suspendieron su encuentro en la Casa Blanca y luego cuando trascendió una actitud humillante del presidente estadounidense que puso en evidencia la debilidad del mexicano. Desde entonces las protestas en México contra el nuevo presidente estadounidense no han cesado y, pese a los intereses en juego, líderes políticos mexicanos presionan al presidente planteando la situación como una cuestión de orgullo nacional.
Obviamente, el endurecimiento de la persecución de los inmigrantes anunciado el martes por el departamento estadounidense de Seguridad Nacional añade conflictividad a las relaciones bilaterales. Entre otras medidas, la nueva Administración pretende deportar a México a los inmigrantes que crucen ilegalmente la frontera aunque sean de otra nacionalidad.