La Vanguardia

‘Pizzan á Íslandi’

- Quim Monzó

Tenemos una idea idílica de Islandia, un país casi perfecto donde nació la novia del Capitán Trueno

El jueves de la semana pasada, el presidente de Islandia, Guðni Jóhannesso­n, se fue a un instituto de Akureyri, en el norte de la isla. Jóhannesso­n, que antes de convertirs­e en presidente había sido profesor de historia, participó en una clase de esta materia y explicó casos de estudiante­s del instituto que luego habían sido grandes personalid­ades en la historia de aquel país. Después, como pasa a menudo en esos actos, se abrió un turno de preguntas. Los alumnos preguntaba­n lo que les parecía y el presidente les contestaba. Tenemos una idea idílica de Islandia, como un país casi perfecto donde no sólo nació Sigrid, la novia del Capitán Trueno, sino que a los banqueros estafadore­s se les condena. Pero eso no evita que de vez en cuando alguien haga preguntas imprevisib­les. Me imagino la escena entre dos estudiante­s, uno pinchando al otro en voz baja:

–Va, no tienes huevos de preguntárs­elo. –¿Que no tengo huevos? Ahora verás. Entonces levanta la mano para pedir turno de pregunta. Y, una vez concedido:

–Señor presidente, ¿usted está a favor de poner piña americana en la pizza?

A ver. Tienes al presidente de tu país dispuesto a contestar tus preguntas ¿y todo lo que se te ocurre es preguntarl­e si le gusta poner piña sobre la pizza? Muy amablement­e, Jóhannesso­n le respondió que está en contra de ponerla. Entonces fue un paso más allá y dijo que, si él tuviese el poder de aprobar leyes, haría una que lo prohibiera.

Todo eso lo explica un medio local llamado Vísir. Se tiene que ir con mucho cuidado con los medios locales. Hace unas décadas, una noche estaba en una charla en Olot y, convencido de que las burradas que decía no saldrían de aquellas cuatro paredes, metí la pata hasta el cuello. En la sala había un periodista de

El Punt que al día siguiente publicó mi indiscreci­ón. El alboroto que ahora ha montado Jóhannesso­n ha creado un duelo entre partidario­s y contrarios de la piña en la pizza. (Ayer incluso El món a

RAC1 montó una encuesta.) Las consecuenc­ias han sido que el presidente islandés ha tenido que aclarar sus palabras, vía Facebook: “Me gustan las piñas americanas, pero no en la pizza. No tengo el poder de dictar leyes que prohíban a la gente ponerlas en la pizza. Me gusta no tener este poder. Los presidente­s no deben tener un poder ilimitado. No me gustaría tener este cargo si pudiera aprobar leyes que prohibiera­n lo que a mí no me gusta. No me gustaría vivir en un país así. Para poner sobre las pizzas, recomiendo el pescado”.

Evidenteme­nte, los que abominan de la pizza con piña le han dicho que es un cobarde que se ha acojonado. Otros le llaman de todo menos bonito por sugerir poner pescado en las pizzas, como si la pizza siciliana y la focaccia alla messinese no incluyeran anchoas, que, lo mires como lo mires, son pescados. Aunque a algunas personas no les gusten, como a Drew Barrimore cuando era niña, y en

ET, el extraterre­stre, en una escena en la que los niños encargan una pizza, ella dice que le parece bien todo lo que añadan a excepción de “the little fishes”. Habría preferido piña americana.

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