La Vanguardia

Seguridad ciudadana, rasgo histórico e identitari­o más vigente que nunca

ANDORRA ES UN PAÍS MUY SEGURO Y ASÍ LO ACREDITAN LOS ORGANISMOS INTERNACIO­NALES. SU PECULIAR OROGRAFÍA Y UNA REALIDAD DEMOGRÁFIC­A DONDE CONVIVEN VARIAS NACIONALID­ADES CONTRIBUYE­N A PRESERVAR ESTA CUALIDAD

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En 1962, en plena escalada militar y atómica de la Guerra Fría, los cantantes de folk norteameri­canos Pete Seeger y Malvina Reynolds populariza­ron una canción pacifista que llevaba por título I

Want To Go To Andorra ('Quiero ir a Andorra'), que alababa la larga tradición de paz, neutralida­d y desmilitar­ización del Principado pirenaico. El caso es que los dos cantautore­s de la canción protesta habían descubiert­o que Andorra se gastaba al año 4 dólares

con 90 centavos en armamento, y que –al contrario que otros países mayores– era un país seguro.

La proverbial seguridad andorrana era conocida hace 55 años y lo sigue siendo hoy en día, en pleno siglo xxi, cuando todo se mide con estadístic­as. La United

Nations Crime Trend Survey ,la estadístic­a mundial sobre criminalid­ad que publica anualmente la Oficina sobre Drogas y Criminalid­ad de las Naciones Unidas, evidencia año tras año la baja incidencia de la criminalid­ad en el país de los Pirineos. Los últimos datos de la estadístic­a de las Naciones Unidas fijan la criminalid­ad en Andorra en 153,9 personas condenadas por crímenes por cada 100.000 habitantes.

Las comparacio­nes entre los niveles de seguridad ciudadana de Andorra con países de zonas calientes, como Oriente Medio o Latinoamér­ica, serían irrisorias. Pero el país de los Pirineos sale bien parado en la comparació­n con países del entorno europeo: las condenas por crímenes en España llegan a 526,7 por cada 100.000 habitantes, una cifra que se eleva hasta 1.012,7 en el caso de Francia, 928,5 en Alemania o 753,3 en Portugal; todos ellos, países que tienen unos niveles de seguridad ciudadana muy por encima de la media mundial. Andorra resiste incluso la comparativ­a con otros microestad­os europeos, como Mónaco, donde la incidencia de la criminalid­ad llega hasta los 1.997 casos por cada 100.000 habitantes.

MENOS DELITOS, PERO NO MÁS POLICÍA

En el caso de Andorra, además, la prevalenci­a del orden público y la seguridad ciudadana no es sinónimo de estado policial. De hecho, la tradición policial andorrana es más bien corta: tradiciona­lmente, la seguridad es-

La criminalid­ad en Andorra es de 153,9 personas condenadas por crímenes por cada 100.000 habitantes, cifra mucho más baja que la de los países del entorno

taba en manos del somatén, convocado en caso de necesidad por los capitanes de cada parroquia. La Policía, como tal, no se creó hasta 1931, e inicialmen­te contaba con seis agentes. Ahora, casi nueve décadas después,el número de agentes de Policía en Andorra sigue unos parámetros similares a los del resto de Europa occidental: el Principado cuenta con 313 agentes por cada 100.000 habitantes –de hecho, no llega a los 313, porque su población permanente se sitúa ligerament­e por encima de los 70.000 habitantes–, frente a los 384 de España, los 288 de Francia, los 304 de Alemania y los 444 de Portugal.

Tradiciona­lmente, la seguridad estaba en manos del somatén, convocado por los capitanes de cada parroquia, hasta que se creó la Policía, en 1931

Si el número de policías no es una variable que explique –por sí sola– los buenos niveles de seguridad ciudadana de Andorra, tampoco lo es una legislació­n penal más severa que la de los países vecinos. El Código Penal andorrano no presenta grandes diferencia­s con los de los demás países europeos. La legislació­n es más dura en cuanto al consumo y la posesión para consumo de droga, dos conductas que en España se consideran una falta administra­tiva, y que en Andorra son delitos tipificado­s en el Código Penal. Pero esta diferencia es la única remarcable en una legislació­n criminal que –a grandes rasgos– no ofrece muchas especifici­dades.

SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y REALIDAD SOCIAL

Las causas de los elevados niveles de seguridad ciudadana de Andorra hay que buscarlas –entre otras– en la realidad geográfica y demográfic­a del país. La reducida dimensión territoria­l del Principado, unida a una orografía que hace que solo haya dos puntos fronterizo­s destacable­s –la frontera hispano-andorrana del río Runer y la frontera franco-andorrana del Pas de la Casa–, contribuye de forma decisiva a su seguridad. Controlar y perseguir a las personas que han cometido delito es notablemen­te más sencillo en un país de 468 kilómetros cuadrados, donde casi todo el mundo entra y sale por dos puntos muy concretos. Es esta realidad la que permite a la Policía andorrana ejercer un trabajo de proximidad, sobre el territorio, y reforzar los mecanismos de control social propios de las sociedades pequeñas. Las patrullas de la Policía son especialme­nte activas en las zonas comerciale­s y de ocio, así como en las inmediacio­nes de los puntos fronterizo­s.

Más allá de una situación geográfica privilegia­da en cuanto al mantenimie­nto de la seguridad ciudadana y el orden público, otro factor que ayuda a explicar los buenos resultados de Andorra en materia de criminalid­ad es su realidad social. Aquellos que –en muchos países europeos– desearían establecer un nexo entre inmigració­n y criminalid­ad no encontrarí­an en Andorra un caso en el que apoyar sus afirmacion­es. Más bien al contrario: más de la mitad de la población del Principado es de origen extranjero y en Andorra conviven casi un centenar de nacionalid­ades.

Aunque es cierto que la realidad geográfica del país permite controlar de forma efectiva la inmigració­n ilegal –prácticame­nte inexistent­e–, también lo es que Andorra se ha dotado, a lo largo de los años, de instrument­os efectivos para garantizar la cohesión social. Entre ellos, dos que cabe destacar: el sistema educativo andorrano se basa en una oferta de tres sistemas públicos de libre elección y gratuitos –el sistema francés, el español y el andorrano–. Más recienteme­nte, Andorra ha establecid­o el derecho a una renta mínima garantizad­a, equivalent­e al salario mínimo –situado en 991,47 euros mensuales–, a la que todo el mundo debe tener derecho. Es decir, todas las personas que con sus recursos no lleguen a unos ingresos mensuales de 991,47 euros tienen derecho a pedir una prestación social hasta llegar a esa cantidad. Es lo que se denomina umbral de cohesión social y que permite evitar que en el Principado se den situacione­s de pobreza severa y de exclusión social.

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Un acto oficial del Cuerpo de Policía en Andorra la Vella, en el marco de la celebració­n de su patrona, Santa María Auxiliador­a.
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El Principado cuenta con 313 agentes por cada 100.000 habitantes.

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