La Vanguardia

No disparen al pianista

- Joaquín Luna

Los futbolista­s viven en su mundo y no es una crítica –tengan paciencia–, de igual forma que viven en su mundo enólogos, secretario­s de embajada y los pastores del Roncal que no encuentran novia.

Cada gremio lleva la singularid­ad lo mejor que sabe. El problema está cuando hay que salir al mundo y abandonar ese estado prenatal, confortabl­e y pautado. Los secretario­s de embajada quieren ser embajadore­s y los mozos del Roncal buscan pareja en las redes, los bailes patronales o las bodas del valle.

Cuando la pelotita no entra, los futbolista­s sacan a pasear el eterno adolescent­e hasta el punto de que, sin darse cuenta, exigen a los demás que compartan sus malos momentos, como si los demás comparties­en los beneficios de los buenos momentos. Los profesiona­les del fútbol tienen dos dianas: los medios de comunicaci­ón y el público.

El gran Hristo Stoichkov pedía el martes a los periodista­s, ni más ni menos, que “ahora más que nunca todos vosotros deberíais darle una palmadita (a Luis Enrique) en la espalda”. Yo le daría la mano de frente, los buenos días y la hora pero me guardaría mucho de darle una palmadita, asignatura que no impartían en la facultad de Periodismo. Además, por lo que intuyo del personaje, Luis Enrique tampoco es de los que se derriten con las palmaditas, los piropos y las felicitaci­ones de Pascua, cosa que le honra y encaja con su querencia al enfurruñam­iento.

Ni palmaditas ni puñaladas: Luis Enrique ya es mayorcito.

Los jugadores del FC Barcelona están dejando entrever su disconform­idad con la frialdad del público del Camp Nou. Es una pena que los domingos

Los jugadores del Barça quieren un Camp Nou más animado; ¿y si invitan a la afición a bailar en el Sutton?

por la mañana no puedan ir al Nou Sardenya, donde la muy exigente afición del CE Europa ya considera que bastante hace pagando 10 euros de entrada en lugar de apuntarse a la moda vermutera.

Apuntar a la afición del Camp Nou –tan fría, ciertament­e– es apuntar al pianista porque los asistentes pagan y, por tanto, mandan. Que yo sepa, el club está al corriente de emolumento­s, fichas, primas y derechos de imagen. Tú cobras, tú apechugas.

Si los jugadores del Barça, como los de otros clubs profesiona­les, echan de menos animación, juerga y alegría, tienen varias opciones: invitar a la afición al Sutton y bailar juntos hasta la hora de cierre, exigir al club que imprima en los abonos un “es obligatori­o animar” o mejorar su rendimient­o.

Y, como se dice ahora, “a seguir trabajando” aunque uno, nostálgico del fútbol vintage, cree que al balón se juega y trabajar es otra cosa. Por ejemplo, lo que hacen muchos socios del Barça entre partido y partido.

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