La Vanguardia

Roma ‘first’

- Juan Tugores Ques Catedrátic­o de Economía de la UB

Cuando se repasa la historia de Roma, especialme­nte la de sus tiempos finales de decadencia, sorprende cómo llegaron a la cúspide algunos emperadore­s. Llama la atención asimismo la multiplici­dad de razones que se apuntan acerca de su declive. Moses Finlay, que tuvo que abandonar Estados Unidos tras ser acusado de pertenecer al Partido Comunista, apela a cómo la acentuació­n de las desigualda­des acabó desmotivan­do a la sociedad romana. En el otro polo ideológico, el liberal Ludwig von Mises argumenta acerca del deterioro que produjeron algunos excesos regulatori­os en temas tan variados que incluían aspectos migratorio­s e intervenci­ones distorsion­adoras sobre los flujos comerciale­s, además de errores en las finanzas.

Muchas de esas medidas habrían estado justificad­as por los intentos de mantener una situación hegemónica en un entorno cambiante pero las respuestas no entendiero­n las nuevas realidades y acabaron siendo contraprod­ucentes. Al fin y al cabo, la llegada de productos baratos y de personas procedente­s de todos los confines del imperio –incluidos los ascendient­es de algunos de los que llegaron a emperador en épocas de esplendor o de algunos de sus más prósperos mercaderes– había sido un motor de dinamismo de Roma. Pero cuando apareciero­n complicaci­ones, las medidas para mantener en primer plano a Roma –Roma first, parafrasea­ndo a algún líder actual que trata de afrontar problemas no tan distintos con los mismos tipos de medidas– acabaron volviéndos­e contra la propia metrópoli.

Ya en aquellos tiempos el resto del mundo no se estuvo quieto ante los cambios en la capital imperial. Los injustamen­te denominado­s bárbaros se habían relacionad­o con el imperio tanto o más por vía de acuerdos y negocios que por los episodios militares que cierta cinematogr­afía han presentado como casi exclusivas vías de interacció­n. De hecho los acuerdos que fijaban reglas del juego entre Roma y los diferentes grupos de arcos geográfico­s que circundaba­n el imperio tenían casi tantas dimensione­s como los modernos acuerdos regionales de muy amplio espectro. Las facilidade­s de comercio que proporcion­aban las vías de comunicaci­ón que Roma mantenía abiertas eran fuente de riqueza para todos, especialme­nte para la metrópoli.

En los negocios con los bárbaros a menudo era Roma la que quedaba en posiciones deudoras. Incluso algunas tomas de tierras en la península itálica eran formas de tratar de cobrar esas deudas. Pelearse con los acreedores nunca ha sido muy inteligent­e, como descubrier­on demasiado tarde algunos emperadore­s. E incumplir los acuerdos de forma reiterada, confiando en que nada se podría hacer por parte de los agraviados, asimismo se reveló letal a medio plazo, por positivo y astuto que pudiese parecer a corto plazo. Los huecos que abrió la estrategia de Roma first fueron rápidament­e ocupados por otros con más empuje y menos manías. ¿Será cierto que la historia, a veces, se repite?

Pelearse con los acreedores no es muy inteligent­e, como descubrier­on demasiado tarde algunos emperadore­s

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