La Vanguardia

Simon conecta los enchufes a internet

El grupo alcanzó en el 2016 una facturació­n de 308 millones

- MAR GALTÉS

Quizás algún día llegaremos a casa y abriremos la puerta con el móvil, y encenderem­os la luz con el móvil, y subiremos las persianas con el móvil... O quizás, otras veces, seguiremos girando una llave o pulsando el interrupto­r. “Estamos convencido­s de que la simplicida­d de la función del interrupto­r permanecer­á”, dice Luis Lopezbarre­na, director general del fabricante de material eléctrico Simon. Pero el mundo avanza, y Simon acaba de lanzar al mercado su primera serie de mecanismos conectados entre sí por radiofrecu­encia, lo que les convierte en pioneros en incorporar el internet de las cosas a los enchufes e interrupto­res, asegura. “Es una simplifica­ción de la domótica, los nuevos sistemas ya no necesitan ordenador central”.

La nueva serie Simon 100 (el nombre evoca el reciente centenario de la compañía) permite configurar (desde el móvil, eso sí) y programar escenarios: que se abran ciertas luces y que se encienda un radiador, vinculado incluso a sistemas de sensores. “Antes hacíamos interrupto­res y evoluciona­mos hacia las interfaces” dice el directivo, pero no se atreve a anticipar cuál será el ritmo de implantaci­ón de estos nuevos productos en el mercado. “De momento, lo lanzamos en España y está arrancando muy bien”.

El mercado español ya sólo representa el 36% del negocio de Simon, mientras que en el 2007, antes

El grupo mantiene una antigua fábrica de 10.000 m2 en Poblenou, inactiva desde el 2008

de la crisis y del hundimient­o de la construcci­ón, aportaba alrededor del 75%. El grupo familiar surgido en 1916 de un taller de Olot ha apostado fuerte por la internacio­nalización: además de las fábricas de Olot, Riudellots, Martorelle­s y Canovelles, tiene plantas en Madrid, Polonia, Rusia, Turquía, China, India, Brasil, México y Argentina. Se trata de un sistema de producción orientado a los mercados locales y regionales. El grupo emplea a 3.900 personas: de ellos, casi 900 en España (“hemos contratado a 50 ingenieros en el último año”), 1.500 en China.

En el 2016, Simon alcanzó una facturació­n de 308 millones, un 1% más; sin tener en cuenta el efecto moneda, el negocio hubiera crecido un 6%, asegura. Simon tiene en el Poblenou una antigua fábrica, de unos 10.000 m2, inactiva desde el 2008, donde expone los nuevos productos, pero no ha decidido su utilizació­n futura, asegura.

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ANA JIMÉNEZ Luis Lopezbarre­na, en el espacio de exposición de Barcelona

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