Trump intensifica su guerra contra la libertad de prensa
Críticas, discriminaciones y ahora boicot a la centenaria cena de corresponsales
Los medios de comunicación de EE.UU. se están movilizando para contrarrestar los ataques de la Casa Blanca. The
New York Times reivindicaba ayer la libertad de prensa en un anuncio insólito al tiempo que Donald Trump anunciaba su ausencia de la cena anual con la prensa.
“Así es como el fascismo viene a Estados Unidos”, escribió Robert Kagan, un reconocido investigador de la Brookings Institution. Se refería a la irrupción de Donald Trump en la política y lo formuló como advertencia seis meses antes de las elecciones. “La posverdad es el prefascismo”, advierte ahora el historiador Timothy Snyder en un libro titulado On tyranny (Sobre la tiranía) que está llamado a ser el
boom de la temporada. Trump ha declarado la guerra a los medios y la batalla por la libertad de prensa se ha convertido en un conflicto político de consecuencias imprevisibles. Y es significativo que las movilizaciones y convocatorias a la resistencia resucitan una terminología de combate propia de los años treinta, cuando las democracias europeas se vieron amenazadas por Hitler, Mussolini y Franco.
The New York Times publicó ayer el anuncio probablemente más insólito de su larga historia. Ocupaba dos páginas impares consecutivas y empezaba así: “Verdad. Es más importante ahora que nunca”. Y en la siguiente página hacía referencias tácitas a las afirmaciones de Donald Trump: “La verdad es dura, no se fabrica, no tiene agenda, no es roja ni azul, es necesaria y está siendo atacada”. Una versión audiovisual se difundió por televisión durante la celebración de la ceremonia de los Oscars. También The Washington Post ha reaccionado a su manera. “La democracia muere en la oscuridad”, proclama desde esta semana en la cabecera de su edición digital el periódico que provocó la caída de Richard Nixon destapando el escándalo Watergate.
Y es que siempre se había considerado a EE.UU como el paraíso de la libertad de prensa y a sus medios como la principal referencia para los periodistas del resto del mundo. Por eso ha suscitado tanta alarma, dentro y fuera del país, la insólita ofensiva del presidente Trump contra medios y periodistas.
Primero fueron sólo palabras. “Los periodistas son los seres más deshonestos del planeta Tierra”, declaró Donald Trump el primer día que ejercía como presidente. Luego, su jefe de estrategia, Steve Bannon, señaló a la prensa como “el partido de la oposición”. A continuación, Trump declaró que “los medios que publican noticias falsas son enemigos del pueblo americano” y señaló a varios de ellos, muy especialmente el Times yla CNN. Con estas premisas, la nueva Administración preparaba el terreno para pasar a la acción.
En su intervención el viernes ante el cónclave conservador, Trump anunció veladamente su intención de modificar las leyes para impedir que los medios publiquen informaciones basadas en fuentes anónimas. Ese mismo día, la Casa Blanca discriminó a los medios entre amigos y enemigos y vetó la asistencia de los que considera hostiles a una conferencia de prensa del portavoz prevista en la agenda oficial.
Sólo participaron los medios que la nueva Administración considera afines a sus posiciones, siguiendo las consignas del jefe de estrategia Bannon: “Los medios globalistas se oponen firmemente a una agenda económica nacionalista como la de Donald Trump... Si alguien piensa que nos van a devolver el país sin luchar está tristemente equivocado, vamos a tener que luchar todos los días”.
La hostilidad ha llegado a tal punto que el sábado Donald Trump anunció que no piensa asistir a la tradicional cena de corresponsales de la Casa Blanca, un evento social que se viene celebrando desde hace casi un siglo y que siempre tuvo un carácter festivo que ahora parece imposible. “No asistiré a la cena de corresponsales de este año y deseo a todos que tengan una gran velada”, tuiteó el presidente. Trump sólo tiene sentido del humor para reírse de los demás pero digiere fatal que se rían de él, y ha generado una atmósfera poco propicia a las fiestas por ambas partes.
Que el horno no está para bollos lo demuestra que algunos medios ya habían optado por no convocar las fiestas particulares que seguían a la cena de corrresponsales y lo mismo ha ocurrido en Los Ángeles, donde algunas entidades como la United Talent Agency han reemplazado la fiesta posterior a la entrega de los Oscars por actos reivindicativos que llaman a la resistencia política frente a Trump.
Con todo, los medios reaccionan por dignidad democrática pero también porque Trump los ha presentado como agentes antipatrió- ticos que defienden intereses espúreos contrarios al interés nacional, una idea que, según varias encuestas, comparte una mayoría holgada de votantes republicanos. Antes y después de las elecciones, una de las campañas conservadores más activas era la organizada bajo el eslogan “No creas en la prensa liberal”.
En contraposición a ello, insólitamente este fin de semana organizaciones de defensa de los derechos civiles han convocado movilizaciones por la libertad de prensa que les han llevado a manifestarse delante de la sede del The New
York Times, de la cadena conservadora Fox y de la progresista NBC. “El país necesita la prensa libre ahora más que nunca, la gente no puede dar por sentados nuestros derechos conquistados, señalaba el activista Ali Adler.
Que los periódicos sean objetivo de movimientos de solidaridad y que los medios de referencia, seguramente los de mayor prestigio del mundo, tengan que defender la libertad de prensa mediante inserciones publicitarias es un síntoma de excepcionalidad, pero tampoco deja de ser un signo de impotencia.
Un problema reconocido por los medios es que no saben cómo contrarrestar la ofensiva de Trump sin que el presidente saque beneficio de ello, que es lo que ocurrió durante la campaña electoral. Las bravatas del candidato republicano suscitaron una atención mediática preferente que, según un cálculo de especialistas, supuso el equivalente a 2.000 millones de dólares en publicidad gratuita. “Si nada es verdad, todo es espectáculo y abandonar los hechos es abandonar la libertad”, señala el historiador Snyder. Sin duda el espectáculo ha sido el arma más eficaz de Donald Trump.
Varios intelectuales han dado la señal de alarma y vienen a decir que sin un sólido y transversal movimiento de resistencia frente a Trump Estados Unidos corre el riesgo de dejar de ser el país que se construyó como referente de la libertad para el resto del mundo. “La verdad es cada vez más borrosa y lleva a un eclipse gradual de la libertad, no por diktat y violencia, sino por el lento y desmoralizador proceso de corrupción y engaño”, sostiene en The Atlantic David Frum, que no es sospechoso de animadversión ideológica con los republicanos, puesto que ejerció como escribidor de discursos para George W. Bush.
La conclusión de Frum estremece: “Estamos viviendo el desafío más peligroso al gobierno libre de Estados Unidos . Lo que suceda a continuación depende de usted y de mí. No tenga miedo. Este momento de peligro también puede ser su mejor momento como ciudadano y como estadounidense”.
El líder norteamericano ataca, amenaza y veta a medios y planta la cena de corresponsales “La posverdad es el prefascismo”, avisa el historiador Timothy Snyder