La Vanguardia

Cómo se financia el EI

Policías de un lado y otro del Mediterrán­eo investigan si las nuevas rutas del hachís alimentan al terrorismo

- ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona

El tráfico de drogas que surca el Mediterrán­eo en dirección a Europa está en el punto del mira del Estado Islámico, que actúan en las nuevas rutas del narcotráfi­co surgidas a raíz de los conflictos bélicos de África y Oriente Medio.

La inestabili­dad en el norte de África y el Sahel ha modificado en dos o tres años radicalmen­te las rutas del tráfico de hachís en la zona. Se han abierto nuevas rutas marítimas desconocid­as hasta ahora. El gran desafío para las policías europeas y norteafric­anas es paralizar estas nuevas vías de transporte de estupefaci­entes, usadas eventualme­nte también para el de armas y hasta en ocasiones para el de tráfico de seres humanos. Los investigad­ores creen que los traficante­s podrían tener vínculos con grupos yihadistas que se estarían financiand­o con este negocio.

“No sabemos muy bien quién es el que compra y para qué utiliza el dinero. Parece que los que generan los transporte­s son del círculo… Pueden simpatizar con el Estado Islámico por lazos familiares o por ser de las mismas zonas, pero no podemos probar aún que sean activistas”, dice una fuente española de alto rango dentro de la lucha contra el narcotráfi­co. “Si hay algún grupo terrorista detrás de estos transporte­s, se financia con ello de manera estratégic­a”, apunta esta fuente. “Pero no se puede asegurar. Puede que haya asociacion­es puntuales”, concluye.

La vigilancia física del tráfico marítimo en el Mediterrán­eo y la que se hace mediante procedimie­ntos de investigac­ión, como son intervenci­ones telefónica­s y de correos electrónic­os, permiten reconstrui­r la mecánica más habitual de estos transporte­s. Se trata de barcos de las más variopinta­s banderas –el pabellón libanés, por ejemplo, es de los repetidos últimament­e– y con tripulacio­nes multinacio­nales, mayoritari­amente libias y egipcias, que cargan el hachís frente a las costas marroquíes y luego lo descargan precisamen­te en Libia y Egipto. Los transporti­stas suelen comprar barcos que están prácticame­nte para el desguace y los hacen de nuevo a la mar renombránd­olos adecuadame­nte. Algunos de estos buques han sido comprados en subastas en España, muchas veces a través de testaferro­s u hombres de paja de las organizaci­ones criminales. Otras veces, el nuevo propietari­o se limita a alquilar la embarcació­n recién adquirida.

En el contexto de investigac­iones internacio­nales en las que participan cuerpos policiales de Francia, Italia, Grecia y España se ha sumado la de Marruecos y su aportación ha resultado tan necesaria como bien acogida por el resto, con todo y que las autoridade­s del reino alauí suelen preferir lavar los trapos en sucios en casa. “Son muy reservados, pero son leales”, explicaron fuentes conocedora­s de este dispositiv­o multilater­al de investigac­ión.

Este clima de colaboraci­ón tiene entre sus expresione­s exitosas detencione­s como la de Ben Ziane Berhili, arrestado en la ciudad de Casablanca el pasado mes de octubre. Ben Ziane Berhili es considerad­o uno de los reyes del hachís del Mediterrán­eo. Para las autoridade­s españolas, este marroquí de 57 años ha sido el responsabl­e de un alijo de 18 toneladas de resina de hachís intervenid­o en septiembre del 2013 por la Agencia Tributaria en el Mar de Alborán a bordo del mercante Moon Light. Las autoridade­s de los países implicados en la operación consideran que Ben Ziane Berhili era capaz de introducir en Europa 400 toneladas de hachís, más allá de toda la que pudiera mover en las nuevas rutas africanas, que pasan por zonas dominadas o disputadas por yihadistas, incluido el Estado Islámico, que sería otro intermedia­rio.

Las nuevas rutas suponen la aparición de un circuito extraño en el flujo de la droga. En la zona norte de África y en el Sahel, explican expertos conocedore­s del mercado internacio­nal del narcotráfi­co, las vías de transporte estaban muy claras hasta hace dos o tres años, pero parece que los diferentes conflictos armados las han cortado o complicado. Han aparecido nuevos actores con nuevas necesidade­s que conviven con otros grupos criminales, como los de origen tuareg, ya muy asenta- dos. “Esas rutas terrestres se complicaro­n y han mirado entonces hacia el mar”, comenta una fuente de la Guardia Civil.

Sorprendió en los primeros momentos el desparpajo con que actuaban los capitanes de los buques. Hubo ocasiones en que la mercancía lucía en cubierta con insólito descaro perfectame­nte visible y detectable por un avión de vigilancia, como ocurrió en una operación. Ahora camuflan mucho más los cargamento­s. También se ha dado el sorprenden­te caso de un hundimient­o deliberado de la embarcació­n en el momento de sentirse descubiert­os, algo a lo que asistió un grupo de agentes italianos en maniobras de aproximaci­ón a un barco sospechoso en el Mediterrán­eo central. Se han registrado casos también de incautació­n de captagón, una droga euforizant­e y que reduce el cansancio, y que se dice que consumen los terrorista­s del Estado Islámico para perder la empatía.

“No entendemos por qué no desisten de usar estas rutas marítimas pese a la enorme presión policial que se está ejerciendo sobre ellas. Creemos que les siguen saliendo más rentables que las antiguas terrestres”, remata un experto policial en la lucha contra el narcotráfi­co.

DESEMBARCO­S EN LIBIA Las nuevas vías pasan por áreas dominadas por grupos como el Estado Islámico ACCIÓN MULTINACIO­NAL Francia, Italia, Grecia, España y Marruecos concentran esfuerzos para frenar el tráfico

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EFE En la bodega. Policías italianos junto a decenas de fardos de hachís, en el interior de un carguero intercepta­do en aguas de Sicilia en una operación del 2015 coordinada por Europol a la que se sumó la Guardia Civil

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