Arranca el juicio del Palau
El juicio por el saqueo de la entidad se inicia el miércoles, con el 3% como telón de fondo
Tras ocho años de espera, los acusados por vaciar las arcas del Palau de la Música se sentarán hoy en el banquillo.
Para los melómanos, el Palau de la Música es un santuario. Para los inspectores de Hacienda, un misterio, ya que se contaban más billetes de 500 euros que partituras. Y para los economistas, un agujero negro en el que desaparecía el dinero como por arte de magia. Este miércoles se va a iniciar en la Audiencia de Barcelona el juicio por el expolio de esta institución cultural; una causa cuya trascendencia se deriva no sólo de la importancia para la ciudad de esta entidad, sino por el rastro que deja tras de sí la posible financiación irregular de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y que tiene el fantasma del 3% como telón de fondo.
El banquillo de los acusados será multitudinario: 19 acusados; 16 por el fiscal y tres más por parte de la Fundació del Palau, que está presente como acusación particular, lo mismo que el Consorci del Palau y la Federació d’Associacións de Veïns i Veïnes de Barcelona. Para completar el elenco de querellantes, está la Abogacía del Estado. El catálogo de delitos abarca los que entrarían en la corrupción y la mala praxis económica: malversación de caudales, tráfico de influencias, falsedad en documento mercantil, apropiación indebida, blanqueo de capitales y fraude al Fisco.
Todo un macroproceso, como avala el número de testigos citados, 115, o la estratosférica cantidad de fondos desaparecida de las cuentas de la institución cultural entre 2002 y 2009: 22.721.817 euros. A pesar de la sorpresa que causó el descubripor miento del expolio en el 2009, el runrún ya venía de lejos. En el año 2002, un anónimo denunciaba en Hacienda prácticas anómalas en el Palau, primero, y la Sindicatura de Comptes detectó, después, graves deficiencias en la gestión y control financiero de la institución, una parte de cuyos fondos son públicos. Pero el Parlament soslayó esta advertencia. Y así nos plantamos en ese 2009, cuando el Fisco, dentro del plan de control de los billetes de 500 euros, habitualmente usados en el blanqueo de capitales, descubrió que en el Palau de la Música circulaban con más asiduidad que los cantantes. El siguiente paso fue la Fiscalía, luego el juzgado y al final, el escándalo.
Pero la trascendencia del asunto no se deriva únicamente del daño infligido a una venerable institución por unos pillos que consiguieron gobernarla: deviene de que en las investigaciones se ha puesto de manifiesto la posibilidad de que, por medio del Palau, se canalizara una vía de financiación ilegal de CDC. Según la Fiscalía Anticorrupción, los patrocinios de Ferrovial al Palau encubrían el supuesto pago de comisiones al partido, a cambio de obra pública; contratos tan relevantes como la construcción de la Ciutat de la Justícia o de la línea 9 del metro.
Una práctica, la de las comisiones, de la que mucha gente hablaba desde hace muchos años, pero de la que nadie sabía nada a la hora de la verdad. Hasta que en el 2005, el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, le espetó durante un pleno al jefe de la oposición, Artur Mas: “Ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%”. Una cifra que ha transitado desde entonces la política catalana y por los sumarios judiciales, como el de Adigsa, el de Pretoria (curiosamente ambos juicios coincidirán en el tiempo con el Palau) y el más reciente de El Vendrell. Y hay algún actor común entre ellos: tanto en el Palau como en el último está imputado Daniel Osàcar, extesorero de CDC y exadministrador de las fundaciones afines al partido, una de las cuales, Trias Fargas, pasó a llamarse CatDem a raíz del caso. Según la Fiscalía, CDC habría recibido por esta vía 6.676.105 euros entre 1998 y 2009. Sin la vertiente política, este asunto no sería igual ni sometido a escrutinio con el mismo interés.
Sin embargo, todas estas historias necesitan un villano oficial; un Bárcenas o un Granados de turno. Aquí se llama Félix Millet i Tusell. Su vinculación sentimental y familiar con el Palau es innegable, pero también que sus inclinaciones ya eran conocidas: recibió una leve condena por el caso Renta Catalana, uno de los primeros escándalos financieros de la democracia. A pesar de ello, el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, le permitieron presidir el Palau y sus instituciones, que se nutrían en parte de fondos públicos.
Desde este pedestal se convirtió en un prohombre de la ciudad, al que buena parte de la sociedad quería tener cerca. Pero en el 2009 su descenso a las profundidades de la ignominia fue de récord. En septiembre, confesó haberse llevado dinero del Palau para sus gastos, y las auditorías revelaron en qué lo había empleado. Por ejemplo, 431.412 euros en las bodas de sus hijas (que por cierto, también les cobró a sus consuegros) y en viajes exóticos en los mejores hoteles de Dubái o Maldivas. En total, el fiscal asegura que se hizo con 7.021.245 euros del Palau. Su cómplice Jordi Montull, su mano derecha en la institución, se benefició de 1.318.443. Hoy, Millet es un hombre de 81 años que pasa el tiempo solo en su casa de L’Ametlla del Vallés viendo deporte en la televisión, sin que nadie de los que le rondaban se le acerquen. Ni siquiera sus hijas, que se han ido a vivir fuera de España.
El miércoles se inicia el juicio, trascendente porque no solo se juzga un saqueo de órdago a una institución muy popular, sino porque también se lleva al banquillo a CDC, que afronta su primer gran proceso por corrupción; una sentencia que, a buen seguro, tendrá relevancia en el futuro del partido. Todo en el marco del expolio de la entidad, sin que nadie haya podido saber aún adónde fueron a parar 9.677.313 euros, vaporizados en el agujero negro que fue el Palau.
La trascendencia del asunto se deriva de que se juzga también la financiación de CDC De las cuentas de la entidad desaparecieron entre el 2002 y el 2009 22.731.817 euros