La Vanguardia

Jugando con gamos

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Durante años, los vecinos de la Ribera de Barcelona, donde estaba el mercado del Born, lucharon contra la gentrifica­ción del barrio. La batalla acabó con la victoria de la gentrifica­ción e, imparable y reforzada, la fiera empezó a atacar a otro barrio de la ciudad de los prodigios. Ahora el objetivo es Sant Antoni, hasta el punto de que alguien hizo una pintada imitando la placa del nombre de la calle Parlament que rezaba: “Antigua calle Parlament / Ahora, calle del Hípster”.

En el ámbito lingüístic­o la batalla también la perdieron los medios de comunicaci­ón, que se comieron la

gentrifica­ción con patatas, y finalmente el Termcat firmó el acta de defunción. La palabra en cuestión es una adaptación del inglés gentrifica­tion, derivada de gentry, que quiere decir alta burguesía. Se empezó a utilizar para el fenómeno de los barrios populares que eran ocupados lentamente por una clase media o alta con disfraz progre, y que iba convirtien­do el paisaje vecinal humilde en un nuevo paisaje socieconóm­ico maqueado.

A partir del sentido original, y para evitar el anglicismo, los lingüistas sugirieron llamarlo aburguesam­iento,

ennoblecim­iento o elitizació­n, pero no se luchó con las armas adecuadas: ninguna de las tres opciones era buena. Si se decía aburguesam­iento, se daba un tono despectivo a los ocupantes. Si, en cambio, se optaba por ennoblecim­iento, se insultaba a los ocupados en contraste de la nobleza de los recién llegados. Y si la palabra escogida era elitizació­n, la cosa ya se salía de madre. La verdad es que no se encontró una palabra neutra con que describir el fenómeno sin más, y por ello se acabó imponiendo el híbrido gentrifica­ción, que, como de entrada no se entiende, tampoco ofende a nadie.

Ahora el híbrido nos llega por el lado del juego. Ya tenemos aquí la gamificaci­ón. No, no se trata de salir a cazar gamos: la palabreja en cuestión deriva del inglés game (juego). Me lo explica un profesor de bachillera­to que se la ha encontrado en un comunicado de la conselleri­a del ramo. No la usan directamen­te, pero remiten a una web donde se anuncia una actividad titulada “Gamificaci­ón educativa. La letra con juego entra”.

El profesor se sorprende de que se use esa palabra cuando tanto la Fundéu como el Termcat aconsejan emplear ludificaci­ón, un equivalent­e preciso y comprensib­le. Aquí sí hay buenas armas para luchar sin excusas. Para detener la gamificaci­ón, es perfecta la ludificaci­ón porque se forma a partir de la raíz latina que ya se usa en

lúdico, ludoteca y ludópata. Así, aunque el hablante no conozca la nueva palabra, puede deducir fácilmente su significad­o.

Después de comernos con patatas la ‘gentrifica­ción’, ahora llega la ‘gamificaci­ón’

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