Una cola con devoción
No es Justin Bieber, ni Beyoncé, ni ninguna otra estrella de la música, quien provoca que, desde principios de febrero, decenas de personas estén guardando una cola en la calle de Jesús, casi en la embocadura de la plaza de Neptuno, en Madrid. Todas estas personas hacen cola para ser los primeros en besar los pies de la talla del Jesús de Medinaceli, que cada año atrae el primer viernes del mes de marzo, a cientos de feligreses que confían en ver cumplidas sus peticiones.
La primera posición de este año la ocupa una feligresa que guarda el sitio para sus familiares, con una silla de playa de tonos azulados y que llegó para ocupar el primer lugar a inicios del mes de febrero.
Los siguientes en la fila, un grupo de amigos formado gracias a “la tradición y la vocación” de los años, llegaron el 15 de febrero y sobrellevan la larga espera en un chiringuito con un toldo improvisado y sillas con holgados cojines. Los integrantes de este grupo explican que son relevados temporalmente por familiares para que puedan tomar un café o acudir a sus casas a asearse.
Uno de los feligreses que se en-
cuentra entre los primeros de la cola, Eduardo Rodríguez, explica que guardan el sitio porque le dan “importancia a su devoción”, no como las personas que “dejan las sillas y se van a Benidorm”. “Queremos demostrar nuestra devoción y creencia en Dios, eso es lo importante, no sólo ser los primeros de la fila”, asevera. En la calle, una hilera de carteles de cartón anuncia el sitio correspondiente de las familias: “Gema y familia”, “Isidra 38 personas. No tocar”, o bien “María y Juani. 1.079-1.085 (6 personas)”.
A Jesús de Medinaceli se le puede besar un pie todos los viernes. Lo especial del primer viernes de marzo es que la imagen se baja de su camarín y, al ras del suelo, los feligreses pueden besar sus pies.