Millet ante su juicio: “No puedo andar, que acabe ya esta tortura”
El expresidente del Palau de la Música alegará durante el juicio la falta la memoria por su mal estado de salud
l expresidente del Palau de la Música lleva ocho años cumpliendo la condena social que le obliga a recluirse en su mansión de l’Ametlla del Vallès. No sale nunca. Los vecinos hace años que no le ven ni saben nada de él. El estallido del caso Palau resquebrajó los cimientos de la sociedad civil, y el prestigio de Fèlix Millet quedó sepultado bajo los escombros. Pasó de ser un prohombre de la burguesía barcelonesa a un repudiado que sólo conservó su estatus en l’Ametlla, cuya población le siguió manteniendo el respeto en público pese a maldecirle en privado.
En su refugio vive tranquilo. Va del sofá a la cama y de la cama al sofá. Se pasa el día viendo los deportes en la televisión fumando un cigarrillo tras otro. Según varias personas de su entorno se mueve con mucha dificultad, sólo se atreve a caminar cuando es cuestión de pocos pasos y los caminos más largos los hace en la silla de ruedas que hasta hace poco empujaba David, su asistente, quien ha causado baja los últimos meses al estarse recuperando de una operación de espalda. Los años pasan también para el que debía ser el motor de propulsión de su silla de ruedas. Aunque el deterioro físico no siempre va acompañado de la demencia, durante el juicio, el factor del paso del tiempo será aprovechado como estrategia de defensa. Millet y Montull alegarán que no recuerdan nada.
Han pasado casi ocho años desde que se inició el caso Palau. Una larga instrucción en la que ha salido a la luz el alto tren de vida del que disfrutaron Millet y su familia durante años a costa del dinero público de la institución. Viajes, comidas, lujosas bodas y reformas en su vivienda. Desde su azotea se pueden ver sus propiedades, un legado levantado gracias al Palau. Una mansión de 620 metros cuadrados rodeados de bosque, una propiedad que ocupa el equivalente de seis manzanas del Eixample. Los entresijos del caso residen en ese paisaje en la azotea de Fèlix Millet, y él dirá que con 82
años no recuerda nada. Esta será su estrategia. “Estoy hecho una porquería, no puedo caminar, quiero acabar de una vez con esta tortura”, aseguraba ayer en una entrevista en
El món a RAC1.
La coartada es manifiesta. El juicio le llega demasiado tarde. “No están lúcidos. Aunque quisieran no serían capaces de recordar nada”, asegura una persona próxima. Millet se sentará en el banquillo acusado de varios delitos y no explicará nada. Como mucho hará una declaración muy “acotada y dirigida” y a partir de aquí pedirá al tribunal ausentarse de las sesiones en las que no sea imprescindible.
El estado de salud del que fue su mano derecha en el Palau de la Música, Jordi Montull, tampoco es mejor, según su entorno. Tiene 77 años y camina con bastón. Desde su azotea también observa un cuantioso legado, aunque un tanto menor que el de Millet. Está tan mermado mentalmente, dicen, que no tiene ni la sensación de haberse apoderado de veinte millones de euros junto a su jefe. En el juicio tampoco declarará y si lo hace dirá lo justo. Su abogado Jordi Pina insiste en que la culpa de la lentitud no es de Millet y Montull, sino de la administración de justicia, que ha dilatado en exceso un caso por el que confesaron el primer día. Eso sí, reconocieron haber saqueado tres millones aunque los millones expoliados según las Fiscalía suman más de treinta, de los cuales, casi diez no se sabe adónde han ido a parar. “La lentitud del procedimiento no es imputable ni a ellos ni a mi. Nosotros no hemos presentado ningún recurso, ni impugnaciones, ni solicitudes de prueba inútiles”. Durante casi una década por el caso Palau han pasado cinco jueces que han tenido que asumir una investigación con una ingente cantidad de folios e imputados.
En todos estos años, Millet y Montull se sentaron una vez en el banquillo por el caso del hotel del Palau, asunto por el que acabaron absueltos por el Supremo. Mañana empezará el juicio en mayúsculas en el que los exdirectivos del Palau serán juzgados por saquear la institución. Serán cuatro meses de sesiones con un centenar de testigos que culminarán el 27 de junio cuando faltará menos de un mes para que se cumpla el octavo aniversario de la entrada de los Mossos al Palau. El debate del futuro será si en caso de ser condenados unos octogenarios deberán entrar en prisión para rehabilitarse. Millet y Montull, los saqueadores confesos, entrarán en silla de ruedas y con bastón, y con todos pendientes de su azotea.
“Estoy hecho una porquería, no puedo caminar, quiero acabar de una vez con esta tortura”, dijo en RAC1