“¿De dónde sois?, ¿tenéis papeles?”
Consternación por el silencio de Trump ante el asesinato de un inmigrante indio en Kansas
Cuando el 3 de febrero un hombre fue abatido a tiros en París por una patrulla de soldados tras atacarlos al grito de “Alahu Akbar”, el presidente de EE.UU. saltó de inmediato. “Un nuevo terrorista islámico radical acaba de atacar el Museo del Louvre en París. De nuevo, Francia al límite. Sé listo, EE.UU.”, tuiteó Donald Trump.
Cuando el pasado miércoles un hombre mató a tiros a un inmigrante indio e hirió a otras dos personas en un bar de Kansas al grito de “¡Largaos de mi país!”, el presidente ni se inmutó. Ayer, cinco días después, su Twitter daba cuenta de su reunión con empresarios y sus pullas a la prensa o a los demócratas, pero ni una palabra de esta tragedia.
El FBI investiga si se trata de un crimen de odio, como se denominan en EE.UU. los crímenes motivados por prejuicios, en este caso xenófobos. El relato de los supervivientes así lo apunta.
Srinivas Kuchibhotla y Alok Madasani, dos ingenieros indios de 32 años, compañeros en una empresa que fabrica GPS en Olathe (Kansas), fueron a tomar una cerveza el pasado miércoles al salir del trabajo. El Austins Bar and Grill estaba animado, con las pantallas retransmitiendo un partido de baloncesto. Los indios charlaban en la terraza cuando se les acercó un hombre. Era Adam Purinton, de 51 años. “¿De dónde sois? ¿Tenéis papeles?”, ha contado Madasani que les dijo. La gente intervino, a Purinton le sacaron del local y se fue.
Regresó. Y esta vez iba armado. Según los testigos, gritó “¡Largaos de mi país!” al abrir fuego. Kuchibhotla murió. Madasani, herido en la cadera, sobrevivió.
Ian Grillot, de 24 años, fue disparado cuando salió corriendo heroicamente tras el agresor, creyendo que no le quedaban balas. “Me pareció que disparó nueve veces, creí que su cargador estaba vacío. Me levanté y fui tras él. Me equivoqué”, ha dicho. La bala le atravesó la mano y el pecho.
El asesino fue detenido horas después en Misuri, poco después de cruzar la frontera. Paró en un bar y le confesó a la camarera que acababa de matar “a dos iraníes”.
Purinton, que compareció ayer ante el tribunal, es un veterano de la Marina y ex controlador aéreo, cuyos problemas con el alcohol se habían agudizado con la reciente muerte de su padre, ha contado un vecino a la agencia AP. Últimamente había trabajado de dependiente en una licorería o lavando platos en una pizzería.
En un ambiente de alerta por el aumento de la retórica xenófoba, instigada desde la propia Casa Blanca, el crimen ha consternado en EE.UU. “Necesito una respuesta del Gobierno –ha pedido la viuda, Sunayana Dumala–. ¿Qué van a hacer para detener todo este odio?”. Contó que habían pensado en regresar a India, pero que su marido siempre creyó que estaban a salvo en Estados Unidos.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, calificó de “absurda” la vinculación de lo sucedido con la retórica de Trump. “Toda pérdida de vida es trágica pero no voy a entrar en semejante... Sugerir que hay alguna correlación creo que es un poco absurdo, así que no voy a ir más allá”, declaró.
El caso ha despertado una ola de solidaridad. Tres páginas webs creadas en la plataforma GoFundMe para ayudar a la familia de la víctima y a los dos heridos habían recaudado ayer más de un millón de dólares en total. Una portavoz de la plataforma dijo a AP que se habían recibido más de 26.000 donaciones de todos los estados de EE.UU. y de 39 países.
La web creada por las hermanas de Ian Grillot para costear su recuperación –el joven sigue hospitalizado– superaba los 407.000 dólares. Sin embargo, él rechaza el apelativo de héroe. “Hice lo que cualquiera debería hacer por otro ser humano –dice en un vídeo colgado en YouTube por el hospital Universitario de Kansas–. No importa de dónde sea o su etnia. Todos somos humanos. Sólo hice lo naturalmente correcto”.
“Largaos de mi país”, gritó el agresor al abrir fuego contra dos ingenieros indios, que tomó por iraníes