La igualdad llega a los símbolos
El mapa de la diversidad explora fronteras en el mundo de internet y los semáforos para visualizar todas las realidades
El mapa de los símbolos (emoticonos, emojis, luces de semáforos, indicativos de lavabos...) está explorando nuevas fronteras para visualizar en ese mundo conceptos olvidados en el momento de su creación, como la igualdad, la diversidad o la tolerancia. Que existan emojis de un hombre negro, de mujeres identificadas por sus profesiones o semáforos en los que la tradicional figura masculina se ha cambiado por siluetas de dos hombres o dos mujeres (con las manos cogidas y separadas por un corazón) es interpretado desde ámbitos que trabajan por la diversidad como un gran avance. Y como una lección para romper moldes tradicionales. Visión que choca con la percepción de aquellos que sitúan estas iniciativas en el estadio de la mera anécdota.
San Fernando (Cádiz) es la última ciudad que se ha sumado a esos cambios en el mapa de los símbolos. Fue el pasado día de San Valentín. El Ayuntamiento suprimió en las señales luminosas de varios semáforos la figura masculina y la sustituyó por parejas de dos hombres y dos mujeres cogidos de la mano. Medida que sorprendió a muchos vecinos, que paraban su marcha para hacer fotos, “la prueba de que la idea ha funcionado”, afirmaba Verne Ana Lorenzo, concejala socialista de Asuntos Sociales de ese consistorio. “Con estos semáforos queremos reconocer y visualizar la diversidad afectivo-sexual”, indicaba esa misma edil.
Begoña Enguix, antropóloga y profesora de estudios relacionados con temas de género en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), valora iniciativas como la de los semáforos “como un gesto positivo y, también, necesario”. Considera que cambiar las representaciones en este mundo de los símbolos “tendrá a largo plazo un efecto importante sobre cómo pensamos. Por tanto –continúa– aunque ahora pueda ser considerado como algo anecdótico, es importante la lección que va a transmitir esa imagen, porque hace que visibilicemos que hay otros modos de relación posibles entre las personas”.
Viena fue la primera ciudad que instaló, hace un par de años, estos semáforos pensados para fomentar la diversidad, igualdad y la tolerancia. Poco después se apuntaron a la iniciativa otras capitales europeas como Munich, Liz, Hamburgo, Valencia o Londres. En la mayoría de esas ciudades la medida contó con la aceptación de los ciudadanos. Pero en Liz (Austria) el asunto provocó un agrio debate político y social por la intervención de un concejal de la extrema derecha. Este edil decidió poner fin al experimento por considerar que “los semáforos sirven para regular la circulación y no para dar consejos de cómo vivir”. Toda la oposición de ese Ayuntamiento reaccionó en contra de ese concejal (otra prueba de la revolución que se vive en el mundo de los símbolos) y los semáforos con figuras de parejas homosexuales volvieron a encenderse.
Ana María González, experta en temas de género, internet y nuevas tecnologías en la UOC, comparte con su colega que “estas iniciativas son interesantes porque rompen con ideas prefijadas y aportan nuevas visiones” Advierte, sin embargo, que “son insuficientes si no se explican bien y se contextualizan en un marco de respeto, no de exclusividad y de extrañamiento. Se de-
Mujeres identificadas por su trabajo, caras de diferentes etnias, pero aún falta el dibujo de dos hombres abrazados
be entender que estas relaciones son sumativas y no excluyentes de las normalizadas, que son aquellas a las que la mayor parte de la población está acostumbrada y ve como normales”.
El experimento de los semáforos se suma a los cambios hechos en los últimos años y meses en los símbolos en las redes sociales. Facebook fue uno de los primeros en rectificar con los iconos para representar a la pareja o familia. En los originales la silueta de la mujer era más pequeña y ocupaba un segundo plano. Un imagen que colocaba al sexo femenino en un claro papel secundario.
WhatsApp ha sido otro de los canales que se han visto obligados a añadir nuevos emojis en sus catálogos por los flagrantes olvidos de muchas realidades en el momento de la confección de esos símbolos. Inicialmente nadie reparó en la ausencia de caras de diferentes razas o en la clara discriminación con las mujeres con los emojis. Un artículo publicado en
The New York Times actuó de resorte para paliar esa situación. La autora mostraba su enfado por la frustración padecida al intentar felicitar a una amiga por un triunfo personal. Quería enviarle un emoji y sólo encontró, entre decenas de dibujos, la silueta de una bailarina con un vestido rojo. Nada que ver con el trabajo de la amiga. Eso se ha corregido y ahora hay imágenes de mujeres que representan, como ya se previo con los hombres, diferentes profesiones.
“Por usar manos de colores y emoticonos diversos no nos volveremos mejores –apunta Ana María González– pero su existencia nos recuerda que hay otras formas de ver a las personas y que existen muchas identidades. En un mundo global cerrarse a una sola posibilidad es una contradicción”. Se ha avanzado mucho en este mundo, pero aún falta, por ejemplo, “el emoticono de dos hombres abrazándose”, apunta Begoña Enguix. Una imagen que se resiste porque en algunas culturas o ambientes “sería considerada como poco adecuada”, añade la misma profesora. Cabe recordar que algunos gobiernos como el de Indonesia han llegado a exigir a esos canales de mensajería que retiren todos los emojis que representen una unión homosexual. El argumento para tal petición no fue otro que argumentar que esos símbolos podían provocar que los niños se volvieran gays.
Las dos expertas concluyen que la batalla de los símbolos se ganará cuando estos reflejen la realidad de una sociedad en la que caben todas las etnias, orientaciones sexuales, edades y géneros.