Lavabos y transexuales
Los símbolos de los lavabos pueden ser un dilema para las personas que se identifican con un sexo contrario al que nacieron
El nuevo presidente deroga una norma de Obama que regulaba el uso de los aseos en las escuelas de EE.UU.
Silueta masculina, figura femenina. La gran mayoría de personas no tiene problemas a la hora de identificar el símbolo que les corresponde a la hora de ir, por ejemplo, al baño. La elección de una u otra puerta sí puede ocasionar, sin embargo, un dilema a las personas transexuales. Y especialmente a aquellas que se identifican con un sexo diferente al que consta en su partida de nacimiento. No hay lavabos exclusivos para estos casos y para paliar la contradicción que pueden sentir esas personas (algo que se hace muy visible en los centros escolares), Barack Obama instauró al final de su legislatura una norma en la que se permitía a los transexuales elegir el baño, aunque ese fuera el opuesto a su sexo.
La norma era muy sencilla: todo alumno tenía plena libertad para ir al baño con cuyo símbolo de la puerta se identificara. Pero esta regulación ha durado muy poco. Donald Trump acaba de revocar la norma, que en su día disgustó ya a muchos republicanos, y traspasa la responsabilidad de legislar sobre el asunto a los centros escolares y gobiernos locales.
Un cambio de directriz que se augura podría generar conflictos en muchos transexuales si son obligados, al no existir una norma federal para todos, a ir a los lavabos del sexo que consta en su partida de nacimiento, pero con el que no se identifican.
En los tribunales de Estados Unidos hay abiertas diferentes causas instadas por transexuales referidas a la elección de los lavabos en equipamientos escolares. Una de las más sonadas, aún no resuelta, la presentó Gavin Grimm, una mujer que se siente hombre y fue obligada en su colegio a utilizar el lavabo de las chicas.
La oposición ha cargado estos últimos días contra Trump tras la derogación de la norma de Barack Obama y se considera que el paso dado por el actual presidente de Estados Unidos es una muestra más de su descarado “desprecio” hacia el colectivo homosexual.
Desde los colectivos transexuales se considera poco menos que estéril el debate suscitado por el uso de los lavabos. Recuerdan que la mayoría de los baños públicos no están vigilados y consideran que sería muy extraño que alguien se entretuviera a pedir el certificado de nacimiento de los usuarios en la entrada de los baños. Estos colectivos interpretan la subida de tono de este debate como otro ataque al mundo transexual, con temas más importantes pendientes de resolver que el uso de uno u otro lavabo. Y si preguntan si muchas personas serían capaces de detectar, a primera vista en un baño, si una mujer transexual se ha equivocado de puerta porque en su partida de nacimiento consta que nació como hombre. O a la inversa.