Hombres azules bajo la luna
La primera proyección de Moonlight como ganadora del Oscar –salvo error humano en la consulta de la cartelera– fue ayer, en Barcelona, a las 15.45 h en los cines Icària. Hubo, exactamente, 20 espectadores –incluido el cronista–, “muchos más” que habitualmente en esta temprana sesión del lunes, según Carlota, la trabajadora de la puerta.
El primero en salir fue el comercial Jorge Díaz, atraído hacia el film por una crítica que había leído. Para él, la estatuilla puede deberse a que “con lo que están viviendo los Estados Unidos con Trump, le dan más importancia al tema gay, al bullying y la discriminación racial de los negros”.
“Yo la veo como una mezcla entre la serie The Wire, con su ambientación en un barrio negro de la droga, y el Boyhood de Linklater, que muestra a los mismos personajes en diferentes etapas de su vida mientras van haciéndose mayores y aprendiendo lo que es la vida”, apunta por su parte Natalia Lorenzo, administrativa, sorprendida de que un filme “tan alternativo” haya ganado el Oscar a la mejor película. Para ella, es una muestra “del empoderamiento de la raza negra, son historias suyas contadas por ellos mismos, no por ningún realizador blanco enrollado y eso le da un tono único y, en el fondo, muy nuevo”.
El médico jubilado Manuel Rodríguez Mateos juzga la película “aceptable”. Ha venido porque “ya había visto todas las otras” y no le parece una obra de estatuilla “aunque tampoco La La Land deslumbra, precisamente”. De
Moonlight cree que “toca un tema ya muy manido. Sinceramente, no entiendo el asombro de algunos. Si tuviera que destacar algo, sería a los actores, muy grandes interpretaciones”.
Los más entusiastas son un grupo de cuatro amigos, Xavi, Núria, Susanna e Ignasi, profesores del instituto Vescomtat de Cabrera, en Hostalric. Habían decidido venir previamente al gran premio de la Academia. Núria elogia que sea “poco de Oscar, muy rompedora”. Ignasi, en cambio, ve el galardón “muy coherente, en la línea de lo que sucedió con Spotlight el año pasado”. Dado su oficio, les preguntamos si esa realidad es trasladable aquí y asienten: “Sí, perfectamente –dice Xavi–, la diferencia es que la sociedad no está tan polarizada entre blancos y negros, pero sí podría hacerse algo parecido con musulmanes”. Susanna recuerda que “desgraciadamente, el
bullying contra homosexuales es algo que se da en nuestras aulas también”, aunque los cuatro confiesan que, con lo que habían leído, “nos la esperábamos más dura”. A Núria, el final le recuerda a Los 400 golpes de Truffaut y dice que, a diferencia de La La Land ,“Moonlight me va a hacer pensar durante varios días”. También hay elogios a la realización “muy especial”, con sus escenas difuminadas, cambios de luz, música, objetos que pasan de una escena a otra... “Es una atmósfera”.
Al salir, brilla el sol en el antiguo barrio olímpico y resulta imposible comprobar la frase más poética de la película. Esa de que, bajo la luz de la luna, los hombres negros se ven azules.