La Vanguardia

Negro sobre negro, pena sobre pena

Viola Davis, por ‘Fences’, y Mahershala Ali, por ‘Moonlight’, acaban con la ausencia de afroameric­anos en los Oscars de interpreta­ción

- SALVADOR LLOPART Barcelona

El negro es el nuevo negro: el color de moda en los Oscars.

Negro drama de Manchester frente

al mar, que se nos muestra del otro lado de la tragedia. Con un protagonis­ta sin color, pálido, casi muerto: Casey Affleck, Oscar a la mejor interpreta­ción masculina. Y Emma Stone, la actriz que se alza con el Oscar a la mejor interpreta­ción femenina, de voz cazallera y negra, un blues en sí misma. Sigamos: Viola Davis y Mahershala Ali, negros los dos, Oscar respectiva­mente a la mejor actriz y al mejor actor de reparto.

Y Moonlight, tan negra que parece azul noche, como los cuerpos negros y desnudos a la luz de la luna (que dice la misma película). Poética, sensible, delicada. De una contundenc­ia emocional poco habitual en Hollywood. Oscar a la mejor película en la celebració­n negra en que se convirtió la noche de los Oscar. Merecido premio.

“¡Gracias Trump, por tanta negritud!”, dijo Jimmy Kimmel, el anfitrión del acto. “¿Recuerdan cuando el pasado año –y el anterior también, pues tampoco hubo ningún nombre afroameric­ano entre las candidatas– parecía que los Oscars eran racistas? Pues eso se acabó, gracias a él (a Trump)”.

Negros son, y entramos en materia, los dos Oscars al mejor actor de reparto, como hemos dicho. La inconmensu­rable Viola Davis por

Fences, y el no menos destacable Mahershala Ali, por la citada

Moonlight. Negro sobre negro, pues y negro frente a negro. Viola Davis y Denzel Washington en

Fences, enredados en un tremendo drama que habla de sueños rotos y grandeza pospuesta. De racismo y de paternidad mal entendida. De las cicatrices que deja la vida, por supuesto.

Fences: vallas para no dejar entrar. O mejor, para no dejar salir. Ni el dolor ni la frustració­n. Contención, y que todo quede en familia.

Adaptación fiel de la obra teatral del mismo nombre escrita por August Wilson allá por los años ochenta.

Fences, la película, retoma a Washingon junto a Viola, como protagonis­ta, como ya hicieron ambos en Broadway, en el 2000, con la misma obra. Entonces su trabajo se vio coronado con sendos premios Tony para ambos. Esta

Fences de cine, dirigida por el mismo Washington, grande en interpreta­ciones, limitada como adaptación, le ha valido un merecido Oscar a Viola . ¿Oscar de reparto? Es la única duda. Davis debía ser protagonis­ta, pero dicen que ha sido un ardid de la productora para asegurar el tanto, o sea, la estatuilla. Bueno.

Washington, con su fuerza, arrasa todo a su paso. Davis, en perfecto complement­o, envuelve el huracán y lo complement­a, lo compensa, y también se enfrenta a él. Durante los dos tercios del filme, Davis, como Rose, la sufrida mujer de de Troy (Washington), está ahí: es una presencia. Pero el último tercio la película es suya. Del todo.

Merecido premio para Viola Davis, como merecido es el Oscar, también de reparto, para Mahershala Ali. En Moonlight, Alí encarna, o más, habita, un traficante de drogas, lejos, muy lejos del tópico. Un pandillero que ni pide perdón ni compasión. No exige tu simpatía y tampoco tu perdón. Agradeces cada uno de los veinte o veinticinc­o minutos que está en pantalla, en el primer tercio de este filme divido en tres. Y cuando no está Ali, sigue estando, como un halo que sobrevuela todo el filme de Barry Jenkins. El actor premiado añade capas de misterio a una película enigmática de por sí.

Jeff Bridges, por Comancherí­a, era el otro, indiscutib­le, merecido, candidato al mismo premio. Bridges siempre resulta sorprenden­te en sus papeles, un punto excéntrico­s, y entretenid­o de ver. Un Oscar de actor de reparto para Bridges hubiera sido igual de celebrado.

Con el Oscar en mano y las lágrimas en la cara, agradeció a su familia el premio Oscar cantado, lo mejor de la incontesta­da ‘La La Land’, de Chazelle

Pero Mahershala Alí estaba ahí y su galardón fue acogida con gozo por la platea del Dolby Theatre en Los Ángeles y con humildad por el mismo intérprete. Ayer el actor musulmán –religión a la que se convirtió hace 17 años– no dijo nada polémico. Quizá porque ya había hablado cuando, el pasado enero, recibió el premio del Sindicato de Actores (SAG) en la misma categoría: “Creo que lo que aprendido trabajando en Moonlight es lo que ocurre cuando se persigue a la gente. Esas personas suelen encerrarse en sí mismas. Agradezco haber tenido la oportunida­d de interpreta­r a este personaje porque es un caballero que nota que un joven se está encerrando en sí mismo como resultado de la persecució­n de su comunidad y que aprovecha para elevarlo y decirle que importa y que no hay nada malo en él. Lo acepta y espero que nosotros hagamos un mejor trabajo al respecto”, dijo en aquel momento. Ayer no tenía que repetirse.

Los Oscar al mejor actor y actriz, los principale­s, estaban cantados desde antes de empezar la ceremonia. Pocas sorpresas al respecto en este apartado. Sobre todo con Emma Stone, lo mejor de La La

Land. Stone es mejor que la historia que cuenta el filme de Chazelle, mejor que las canciones y mucho mejor que los bailes que ella y Ryan Gosling abordan con profesiona­lidad pero sin magia. Un filme que, en su voracidad, quería arrebatar a

Moonlight el Oscar a mejor película en lo que pasará a los anales de Hollywood como el último golpe de

Bonnie y Clyde: Faye Dunaway y Warren Beatty, equivocado­s, perdidos en una escena digna de cualquier comedia de La Cubana.

Y ya sólo queda Cassey Affleck que fue sincero: “Ojalá tuviera algo que decir más grande y con más sentido”. Y fue suficiente. Con menos recursos expresivos que Washington, con quien de verdad competía, Affleck, con el Oscar en las manos y las lagrimas en la cara, hizo olvidar el oscuro asunto de la supuesta violación que lo persegue. Dedicó el Oscar a la familia.

Manchester frente al mar habla de tragedia, pero también de perdón y de olvidar. Pues eso.

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ROBYN BECK / AFP Dos grandes. Javier Bardem, junto a Meryl Streep (“es una diosa para mí”, dijo el español), cuando subieron al estrado para entregar el Oscar a la mejor fotografía, que ganó Linus Sandgren, por La La Land
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KEVIN WINTER / AFP Intérprete­s. Los cuatro ganadores del premio de interpreta­ción, Mahershala Ali, Emma Stone, Viola Davis y Ben Affleck, en primer término, unidos en el escenario por la alegría del Oscar, en una noche dominada por el color negro de los ganadores. Nada...

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