La Vanguardia

Cuando nada es previsible

- Judith Colell DIRECTORA

Un cortometra­je magnífico, Palma de Oro en Cannes, Gaudí y Goya al mejor cortometra­je, presentado y premiado en más de 50 festivales. Con un equipo magnífico detrás, con el que he tenido la oportunida­d de compartir estos últimos días de campaña en Los Ángeles. Con un director con mucho cine encima como productor y director. Como él dice, no es el típico joven autor nominado al mejor cortometra­je. A mi parecer y sin lugar a dudas, Timecode habría sido la más justa ganadora del Oscar al mejor cortometra­je de ficción.

Una ceremonia que se intuía previsible, con La La Land como ganadora de casi todos los galardones

a los que estaba nominada. Una ceremonia que se preveía reivindica­tiva, con muchas intervenci­ones en contra de la injusta y absurda política que está llevando a cabo al nuevo presidente de EE.UU. Pero como pasa en la misma La

La Land, nada es previsible. La vida puede dar unas vueltas inexplicab­les y en algunos casos casi surrealist­as. Lo que te esperas no es lo que pasa. Timecode no ha ganado el Oscar al mejor cortometra­je;

La La Land, en un giro digno de película de Azcona y Berlanga, tampoco ha ganado el de mejor película y los Oscars tampoco han sido los más politizado­s de la historia. No he visto Moonlight y La La

Land es una película que me gusta, pero tengo que decir que celebro que las películas independie­ntes y arriesgada­s, como parece que es la ganadora, ganen el pulso a las de los grandes estudios. Pero ha sido una sorpresa. Estos últimos días en Los Ángeles, donde también he dado una charla sobre los Oscars para la universida­d (Blanquerna Comunicaci­ó y Emerson College), he tenido la oportunida­d de escuchar las opiniones de los expertos en estos temas. Todo el mundo coincidía en que La La Land era la película que el pueblo americano necesitaba. Optimista, llena de luz y color, pero que a la vez te venía a decir que, aunque en la vida las cosas no fueran como tú querrías, también se podía estar bien. Parece que los académicos no han compartido esta opinión y han preferido apoyar la dura denuncia de la América rota que he visto estos días, llena de pobreza y desigualda­des. La América que retrata

Moonlight. Y me parece bien. El cine tiene que servir también como espejo que remueva conciencia­s.

Tampoco ha ganado Timecode y de largo era el corto que más se lo merecía. Otra vez las cosas no han ido como esperábamo­s. Incluso el director que ha ganado el mejor largometra­je es el jovencito que se supone que tendría que haber sido nominado al mejor cortometra­je.

No pasa nada. Juanjo Giménez ha hecho un trabajo espléndido y todos tenemos ganas de que pueda volver a centrarse en hacer películas. Después de todo, eso de los premios, como comentábam­os con él y su preciosa mujer, Maria, reconocen nuestro trabajo, pero también te distraen del trabajo. Y nuestro trabajo no son las alfombras rojas, ni los trajes y joyas de préstamo. Nuestro trabajo es contar historias. Aunque sean historias sobre cómo el azar hace ir la vida por donde quiere. Fuera de toda previsión. Supongo que es parte de la gracia.

‘Timecode’ habría sido la más justa ganadora del Oscar al mejor cortometra­je

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