Abengoa registra unas pérdidas récord de 7.630 millones
La empresa andaluza compensará los números rojos con la quita a los acreedores
Abengoa anunció ayer pérdidas de 7.629 millones de euros en el 2016, el año en el que el gigante andaluz de la ingeniería y las energías renovables reestructuró su deuda financiera y pasó a manos de los bancos y un grupo de fondos. La compañía inició en la junta de accionistas del pasado 22 de noviembre una nueva etapa, con nuevos socios y un nuevo equipo gestor liderado por su presidente, Gonzalo Urquijo, un ejecutivo que también está al frente de ArcelorMittal.
El momento es excepcional y ahora se trataba de dejar atrás un pasado reciente muy turbulento –desde el preconcurso de acreedores de noviembre del 2015 hasta hoy no ha habido un momento de paz– para intentar enderezar el rumbo. Es lo que reflejan las cuentas del 2016, las del récord de pérdidas para una empresa española no financiera. Ese dudoso honor correspondía hasta ahora a Telefónica, que se anotó pérdidas de 5.577 millones en el 2002 después de realizar fuertes provisiones por inversiones fallidas en la burbuja.com. Ahora, Abengoa le supera, aunque se queda por debajo de la cifra que dieron tres bancos rescatados en el infausto 2012: Bankia (19.200 millones), Catalunya Banc (11.900) y Novagalicia (7.900).
La limpieza de Abengoa pretende ser total. Según explicó en un hecho relevante remitido anoche a la CNMV, la compañía rebajó el valor de sus activos de sus plantas de bioenergía, líneas de transmisión eléctrica en Brasil y diversas plantas de generación en México y Chile por valor de 6.000 millones el año pasado. A este fortísimo ajuste, que refleja pérdidas contables gigantescas por inversiones de la etapa del expresidente Felipe Benjumea hasta ahora no reconocidas, hay que añadirle otros impactos de consideración: provisiones de 245 millones por el coste del área de construcción y 521 millones de mayores costes financieros extraordinarios en forma de avales e intereses de demora.
Abengoa dijo ayer en el comunicado enviado a la bolsa que espera “continuar con su actividad de forma competitiva y sostenible en el futuro”. Y Gonzalo Urquijo, su presidente, aseguró que “cuando se complete la inminente reestructuración, la consiguiente reducción de nuestra deuda restablecerá el equilibrio patrimonial”.
En efecto, las pérdidas ya son historia y la empresa espera compensarlas con las quitas del 70% del pasivo aprobadas por los acreedores y los accionistas y por el juez mercantil de Sevilla, así como por la ampliación de capital que acompaña a este proceso. El reequilibrio del pasivo, junto con la inyección de nuevos recursos por parte de la banca y los fondos, permitirán que Abengoa tenga un balance inmaculado y goce de liquidez a corto y medio plazo.
Cuando todo lo anterior se produzca, llegará el momento de la gestión de Urquijo y su equipo. La nueva Abengoa volverá a sus orígenes, a la ingeniería y construcción, lo que implica que su tamaño será muy inferior al que llegó a tener hace poco tiempo. De los casi 8.000 millones de ingresos registrados en el 2012, la compañía pasó a 1.510 millones en el 2016, con un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 241 millones. Estas cifras no incluyen los ingresos procedentes de la bioenergía y las líneas de transmisión en Brasil, ya que están en proceso de venta.
Las grandes incertidumbres van desapareciendo, aunque persisten algunas. Por ejemplo, las derivadas del concurso de acreedores de la filial mexicana, que ha motivado que la empresa haya tenido que fraccionar la entrada de los 1.200 millones comprometidos. O la judicial, en dos vertientes: por una parte, la homologación del acuerdo de refinanciación aún no es firme y, por otra, se acaba de iniciar la instrucción de una querella por falsedad documental en el 2015 que podría ser fatal para Abengoa si prospera.
Abengoa ha dotado 6.000 millones por sus activos de bioenergía y redes en Brasil La nueva empresa se centra en la ingeniería y registra ventas de sólo 1.500 millones