La UE se enfrenta al espejo
EL presidente de la Comisión Europea, JeanClaude Juncker, desvelará hoy ante el Parlamento Europeo su libro blanco para afrontar un panorama que pinta como un todo o nada: o la Unión Europea cree en su futuro y afronta con eficacia los problemas sociales de los europeos y tiene capacidad resolutiva ante las emergencias –todo el mundo tiene en mente la crisis de los refugiados, en la que Alemania salvó la dignidad colectiva– o deja que los populismos antieuropeístas sigan ganando poder mediante –por mucho que duela– las urnas y el declive de la UE es imparable. Se trata de una iniciativa con la vista puesta en la cumbre del 25 de marzo, cuando los 27 celebren en Roma el 60.º aniversario de la firma del tratado fundacional, en el que ni estuvo entonces ni estará ahora el Reino Unido.
El Brexit, la amenaza populista en Europa, la hostilidad de la presidencia Trump y la sensación de sálvese quien pueda ante el flujo de refugiados e inmigrantes han desembocado en este llamamiento del luxemburgués Juncker, que ofrece un menú con cinco platos. Bruselas es consciente de que no puede seguir con las inercias y el creciente distanciamiento de los europeos, que han depositado las esperanzas en sus gobiernos y las frustraciones en la UE. La sensación de desamparo es letal para un proyecto que cumple 60 años pero que en estos meses no ha parecido ni consolidado ni adulto.
El espíritu de las cinco propuestas que Jean-Claude Juncker desvelará hoy ante la Eurocámara es que Europa recupere la sensación de futuro porque sin ella pierde credibilidad. El mensaje va dirigido a los gobiernos, que han olvidado –quizás por las urgencias internas– la necesidad de orientar a Europa y actúan, cada vez más, al margen de la Comisión y los órganos de gobierno, lo que explica el fondo de rumores de dimisión del propio presidente Juncker.
A la espera de las decisivas elecciones de Francia (abril/mayo) y Alemania (septiembre), esta suerte de menú con cinco opciones ofrece a los candidatos europeístas de los dos estados la posibilidad de modular el compromiso con la UE a gusto de los consumidores y las exigencias de las campañas. Realista, Juncker propone opciones más flexibles e incluso una revisión de las obligaciones, lo que restaría argumentos a las fuerzas que en Francia y Alemania dibujan la UE como un corsé contrario al interés nacional.
Mientras, París promueve un núcleo directivo llamado a marcar el ritmo de los cambios en la UE, trasfondo del encuentro del próximo lunes en Versalles de los líderes de Francia, Alemania, Italia y España.