“Si no hay diálogo, malo”

“Se ha criticado mucho la transición, pero hay que juzgarla desde su tiempo. Fueron momentos de mucho diálogo (...) Ahora también conviene mucho, y si no hay diálogo, malo. Además de diálogo tiene que haber respeto mutuo entre las instituciones, saber valorarnos, ayudarnos, contar con los demás, tener el espíritu para saber que no todo es de un color o de otro, hay tonalidades diferentes”. Lo dijo el cardenal Martínez Sistach en la presentación de su libro, donde incide en la misma idea cuando se le pregunta sobre la situación en Catalunya: “No es una cuestión sólo ni principalmente judicial, sino política, y los políticos tienen que mantener el diálogo y tener imaginación y creatividad para buscar caminos de solución”. También defiende el documento Raíces cristianas de

Catalunya, de 1985, donde los obispos afirmaban que “la existencia de la nación catalana exige una adecuada estructura juridicopolítica que haga visible el ejercicio de sus derechos”. Aun así, cree que los obispos tienen que dejar la iniciativa a los ciudadanos porque “el Evangelio no se casa con ninguna opción política concreta” y “una misma fe puede conducir a opciones políticas diversas”. El cardenal alerta de los peligros de un laicismo que pretende reducir la religión al ámbito privado. “Nos estamos empobreciendo llegando al pensamiento único que lo uniformiza todo”. Considera que la sociedad es plurirreligiosa y que los cristianos tienen todo el derecho a estar presentes en el mundo. Y ayer lo remachó: “Las sociedades democráticas maduras tienen que respetar las creencias religiosas”. En el libro, lamenta la ausencia de la alcaldesa de Barcelona y de algunos concejales en la celebración religiosa de la Mercè, patrona de la ciudad. En cambio, recuerda que Pasqual Maragall aceptó, siendo presidente de la Generalitat, que se mantuvieran la misa y la bendición de las rosas en la capilla de Sant Jordi de la Generalitat el 23 de abril y que José Montilla le agradeció las plegarias pidiendo la lluvia durante la larga sequía del 2008. Sobre los refugiados, asegura que tienen derecho a ser acogidos y que “el espectáculo que muchos países han dado no ha sido nada ejemplar”. El cardenal, siguiendo las indicaciones del papa Francisco “de ir a la periferia”, cree que “los cristianos tienen que salir de las iglesias para ir a encontrar a la gente” y pone el ejemplo de la solidaridad de Cáritas.