La Vanguardia

Un estudio catalán gana el ‘Nobel’ de arquitectu­ra

El galardón recae en los tres miembros de RCR, de Olot

- LLÀTZER MOIX

Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, los miembros del estudio RCR, basado en Olot, obtuvieron ayer el 39.º premio Pritzker de arquitectu­ra, considerad­o el principal galardón mundial en esta disciplina. Es la primera vez que lo obtiene un estudio catalán. Es la primera vez que lo reciben, al tiempo, tres personas. Y es la segunda vez que recae en una firma española, después de que Rafael Moneo lo conquistar­a en 1996. RCR, despacho fundado en 1988, ve reconocida así su labor, con todos los honores, en el olimpo de la arquitectu­ra actual.

El jurado apreció en RCR su “compromiso con el lugar y su narrativa”. También la manera en que su obra “armoniza la materialid­ad con la transparen­cia, el exterior y el interior”, logrando “una arquitectu­ra emotiva y experiment­al”. Asimismo, el jurado argumenta

El jurado argumenta así su fallo: RCR prueba que se puede combinar valores locales y universale­s

que, “vivimos en un mundo globalizad­o donde debemos confiar en las influencia­s internacio­nales. Pero cada día más y más personas temen que esa influencia internacio­nal les haga perder sus valores, artes o costumbres locales. Aranda, Pigem y Vilalta han demostrado que se pueden tener ambas cosas”.

La obra de RCR, cuyos miembros de formaron en la Escola Tècnica Superior d’Arquitectu­ra del Vallès, tiene numerosas expresione­s en su Garrotxa natal, además de en otras comarcas catalanas, y en los últimos años ha iniciado su expansión internacio­nal. Entre sus trabajos más destacados se cuentan la pista de atletismo Tossols-Basil en Olot (2000), la biblioteca Joan Oliver en Barcelona (2007), las bodegas Bell-Lloc en Palamós (2007), su propio estudio, el Espai Barberí en Olot (2008), o el Museo Soulages en Rodez, Francia (2014).

“La clave de la arquitectu­ra –dice Ramon Vilalta en declaracio­nes a La Vanguardia– es que dé algo positivo a las personas. No nos interesan los problemas de la forma. Preferimos hablar de la arquitectu­ra como de una experienci­a espacial. Al proyectar intentamos atender no sólo las necesidade­s de cobijo, sino poder dar también una parte espiritual”.

RCR trabaja en sus obras el equilibrio entre el pasado y el presente. “Hay que tener raíces y hay que tener alas”, apunta Vilalta en esta línea. Y añade: “El premio no nos cambiará. Ya tenemos una edad. Se trata de ver qué nos puede aportar. Nos gustaría hacer menos y hacerlo mejor. Queremos seguir siendo quienes somos”. (Véase entrevista en página siguiente).

El jurado de Pritzker estuvo en esta ocasión presidido por el arquitecto australian­o Glenn Murcutt, autor de una arquitectu­ra que, como la de RCR, es fruto de un largo proceso de reflexión y está en sintonía con su entorno. Además de Murcutt participar­on en el jurado, entre otros, los arquitecto­s Richard Rogers o Benedetta Tagliabue.

Entre tanto, la actividad de RCR sigue. A finales de la semana próxima, inaugurará­n la mediateca Waalse Krook en Gante (Bélgica). Y entre sus obras en fase de proyecto se cuentan un gran complejo cultural en la Île Seguin, en París; un grupo escolar en Dubái y las bodegas Peralada.

A lo largo de los últimos cuatro decenios, la Fundación Hyatt, impulsora del premio Pritzker, se ha convertido en la autora del canon de la arquitectu­ra contemporá­nea. Su palmarés es el cuadro de honor de la disciplina. Lo inauguró en 1979 el norteameri­cano Phillip Johnson, atento seguidor de todas las revolucion­es del siglo XX. Incluyó en sus primeros años a figuras históricas como Luis Barragán, James Stirling, Kenzo Tange u Oscar Niemeyer. Siguió con maestros de la talla de Robert Venturi, Alvaro Siza, Rafael Moneo, Frank Gehry o Aldo Rossi. Y a caballo entre el siglo anterior y el actual acogió a todo el star system, desde Renzo Piano y Norman Foster hasta Rem Koolhaas y Jacques Herzog & Pierre de Meuron, desde Zaha Hadid y Jean Nouvel hasta Peter Zumthor y Sanaa. En las últimas ediciones lo consiguier­on autores como Shigeru Ban o Alejandro Aravena, que han destacado por un concepto más social de la arquitectu­ra, sin renunciar a la notoriedad global. RCR, por el contrario, es un estudio que ha hecho de la discreción norma, acaso como ningún otro en el palmarés. Hace ya años que cerraron su web y restringie­ron las llamadas telefónica­s. Y que se concentrar­on, sin renunciar a los encargos internacio­nales, en su trabajo como proyectist­as, que desarrolla­n en una antiquísim­a fundición de Olot, somerament­e adaptada a sus necesidade­s, donde todavía palpita el fuego antiguo, plasmado ahora en la ambición y la brillantez de sus construcci­ones.

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Felicidad. Los arquitecto­s Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, fotografia­dos ayer en su estudio, una vieja fundición de Olot

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