François Fillon
CANDIDATO AL ELÍSEO
Fillon (62) ha roto su promesa de retirarse como candidato de la derecha a las presidenciales francesas si le imputaban por la sospecha de empleos ficticios de su mujer e hijos. Sigue adelante aunque deberá presentarse ante la justicia.
Francia inventó la divisoria entre izquierda y derecha. En las próximas elecciones presidenciales se enfrenta a una situación sin precedentes: los dos candidatos mejor situados para enfrentarse en la gran final del 7 de mayo rechazan esas categorías nacidas con la Revolución Francesa.
La ultraderechista Marine Le Pen, primera en intención de voto, dice que su oferta no es “ni de izquierdas ni de derechas” (la verdadera divisoria, dice, es entre “patriotas y mundialistas”). Su rival y segundo en los sondeos, el joven exministro de Economía de Hollande, Emmanuel Macron, sostiene que su línea es, a la vez, “de izquierda y de derecha”.
Los dos personajes se declaran en ruptura semántica con una tradición política de más de doscientos años, deducida del lugar en el que los representantes de la nación se sentaban en la Asamblea Nacional. Con su aparente ruptura, ambos subrayan su desacuerdo con el sistema tradicional y reivindican cierto sentir “antisistema”. Pero ¿qué proponen en realidad?
La ruptura de Le Pen es algo parecido a la ideología del Estado
Francés del mariscal Pétain, menos el colaboracionismo con Alemania: trabajo, familia, patria. Además de ultraderechista es inconsistente y huele a naftalina, pero atrae a un gran voto de protesta que suma frustraciones de treinta años.
Respecto a Macron, su ruptura es, simplemente, inexistente: no hay candidato más en línea con el consenso de Bruselas que él. Ideológicamente es un producto de marketing con apoyos financieros y empresariales tan sólidos como poco transparentes (el candidato se ha negado a revelarlos), diseñado para batir a Le Pen, a partir del razonable miedo que ésta suscita, y continuar con una nueva cara la línea de François Hollande que tanto ha decepcionado estos cinco años. ¿Cómo van a reaccionar los ciudadanos de la nación más politizada de Europa, ante esta extraña doble oferta?
Este es el contexto de la convocatoria judicial, ayer conocida, del candidato de la derecha, clásica e institucional, François Fillon, para que preste declaración por el escándalo de empleos ficticios de su mujer e hijos, el llamado Penelopegate, que en enero hundió lo que se veía como una victoria segura con un programa de derecha francesa claro, sin disimulo ni misterio: thatcherista en lo económico, tradicionalista-católico en moral y costumbres, y gaullistasoberanista en asuntos europeos (cuestionamiento de la disciplina alemana del 3% de déficit y regreso a unas relaciones normales con Rusia).
Fillon ha sido convocado por los jueces a comparecer ante ellos el 15 de marzo “a efectos de ser encausado”. El 26 de enero, el día siguiente de que estallara el Penelopegate, el candidato anunció que si era encausado se retiraría de la carrera. Ayer se desdijo: “No cederé, no me retiraré, iré hasta el final”.
Mientras los investigadores no han encontrado ni un solo indicio de las actividades laborales por las que su familia ingresó alrededor de un millón de euros de dinero público a lo largo de una década, Fillon no sólo se declaró inocente, sino que denunció, con gran energía, ser objeto de una persecución político-judicial.
Su partido, Los Republicanos, está dividido ante esta conducta. Varios barones se han desmarcado de ella. Responsable de asuntos internacionales de su campaña, el exministro Bruno Le Maire presentó su dimisión recordándole la promesa de retirarse. “La palabra dada es indispensable para la credibilidad política”, dijo. El grupo de parlamentarios demócratas e independientes (UDI) que participaba en la campaña de Los Republicanos también anunció su retirada.
El escándalo del Penelopegate persigue con su lastre la campaña de Fillon. Todo el mundo le pide
INSÓLITO Los candidatos mejor situados se declaran “ni de izquierdas ni de derechas” DENUNCIA “No cederé, no me retiraré, esto es el asesinato político de las elecciones”, dice Fillon
cuentas y sus ayudantes hacen todo lo posible para eludir contactos espontáneos con la ciudadanía, porque suelen incluir protestas, caceroladas y desagradables insultos. Le Monde habla de un “candidato bunkerizado” a causa de los efectos de la investigación por sospechas de desvío de fondos públicos, tráfico de influencias y ocultación de actividades de la que está siendo objeto.
Convocado por los jueces dos días antes del plazo de formalización definitiva de las candidaturas y a 53 días de la primera vuelta electoral, Fillon estima que la convocatoria judicial “está perfectamente calculada para impedir mi presentación”. “Muchos hablan de un asesinato político, pero no se trata de mi asesinato político, sino que se asesina la elección presidencial y la voluntad de cambio de millones de franceses”, dijo en su breve declaración. “No reconozco los hechos, no he malversado fondos; como una tercera parte de los diputados, he confiado a mis familiares funciones de asistencia y lo demostraré”, añadió, protestando por el trato sufrido por la justicia, que considera discriminatorio.
“Desde el principio no he sido tratado como un investigado como los demás. La investigación preliminar se abrió en cuestión de horas, en pocas horas se filtraron a la prensa los informes judiciales sin que el Ministerio de Justicia reaccionara. El Estado de derecho ha sido violado sistemáticamente y la prensa se ha hecho eco de los puntos de vista de los investigadores”, proclamó. El 73% de los franceses no está de acuerdo con esta filosofía, que sólo un 26% apoya, según una encuesta de ayer.
Una imputación no significa que Fillon no pueda presentarse –el caso puede demorarse judicialmente muchos meses–, lo que impide es una victoria de la derecha. Y eso pone la final en manos de dos candidatos “ni de izquierdas ni de derechas” que, desde distintos aromas, huelen a gato encerrado para la cultura política tradicional.
Todos los sondeos consideran improbable una victoria de Marine Le Pen. Uno de cada dos franceses no confía en los medios de comunicación, el 80% de los c+uales están en manos de nueve grupos empresariales. La abstención avanza. Francia se instala en lo imprevisible. Como en Estados Unidos y en el Reino Unido, se crean las condiciones para una nueva inesperada victoria de lo improbable.
En una lectura europea, la victoria de Le Pen en Francia convertiría al Brexit en una anécdota y aceleraría sin duda el proceso desintegrador de la Unión Europea.