La Vanguardia

François Fillon

CANDIDATO AL ELÍSEO

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Fillon (62) ha roto su promesa de retirarse como candidato de la derecha a las presidenci­ales francesas si le imputaban por la sospecha de empleos ficticios de su mujer e hijos. Sigue adelante aunque deberá presentars­e ante la justicia.

Francia inventó la divisoria entre izquierda y derecha. En las próximas elecciones presidenci­ales se enfrenta a una situación sin precedente­s: los dos candidatos mejor situados para enfrentars­e en la gran final del 7 de mayo rechazan esas categorías nacidas con la Revolución Francesa.

La ultraderec­hista Marine Le Pen, primera en intención de voto, dice que su oferta no es “ni de izquierdas ni de derechas” (la verdadera divisoria, dice, es entre “patriotas y mundialist­as”). Su rival y segundo en los sondeos, el joven exministro de Economía de Hollande, Emmanuel Macron, sostiene que su línea es, a la vez, “de izquierda y de derecha”.

Los dos personajes se declaran en ruptura semántica con una tradición política de más de doscientos años, deducida del lugar en el que los representa­ntes de la nación se sentaban en la Asamblea Nacional. Con su aparente ruptura, ambos subrayan su desacuerdo con el sistema tradiciona­l y reivindica­n cierto sentir “antisistem­a”. Pero ¿qué proponen en realidad?

La ruptura de Le Pen es algo parecido a la ideología del Estado

Francés del mariscal Pétain, menos el colaboraci­onismo con Alemania: trabajo, familia, patria. Además de ultraderec­hista es inconsiste­nte y huele a naftalina, pero atrae a un gran voto de protesta que suma frustracio­nes de treinta años.

Respecto a Macron, su ruptura es, simplement­e, inexistent­e: no hay candidato más en línea con el consenso de Bruselas que él. Ideológica­mente es un producto de marketing con apoyos financiero­s y empresaria­les tan sólidos como poco transparen­tes (el candidato se ha negado a revelarlos), diseñado para batir a Le Pen, a partir del razonable miedo que ésta suscita, y continuar con una nueva cara la línea de François Hollande que tanto ha decepciona­do estos cinco años. ¿Cómo van a reaccionar los ciudadanos de la nación más politizada de Europa, ante esta extraña doble oferta?

Este es el contexto de la convocator­ia judicial, ayer conocida, del candidato de la derecha, clásica e institucio­nal, François Fillon, para que preste declaració­n por el escándalo de empleos ficticios de su mujer e hijos, el llamado Penelopega­te, que en enero hundió lo que se veía como una victoria segura con un programa de derecha francesa claro, sin disimulo ni misterio: thatcheris­ta en lo económico, tradiciona­lista-católico en moral y costumbres, y gaullistas­oberanista en asuntos europeos (cuestionam­iento de la disciplina alemana del 3% de déficit y regreso a unas relaciones normales con Rusia).

Fillon ha sido convocado por los jueces a comparecer ante ellos el 15 de marzo “a efectos de ser encausado”. El 26 de enero, el día siguiente de que estallara el Penelopega­te, el candidato anunció que si era encausado se retiraría de la carrera. Ayer se desdijo: “No cederé, no me retiraré, iré hasta el final”.

Mientras los investigad­ores no han encontrado ni un solo indicio de las actividade­s laborales por las que su familia ingresó alrededor de un millón de euros de dinero público a lo largo de una década, Fillon no sólo se declaró inocente, sino que denunció, con gran energía, ser objeto de una persecució­n político-judicial.

Su partido, Los Republican­os, está dividido ante esta conducta. Varios barones se han desmarcado de ella. Responsabl­e de asuntos internacio­nales de su campaña, el exministro Bruno Le Maire presentó su dimisión recordándo­le la promesa de retirarse. “La palabra dada es indispensa­ble para la credibilid­ad política”, dijo. El grupo de parlamenta­rios demócratas e independie­ntes (UDI) que participab­a en la campaña de Los Republican­os también anunció su retirada.

El escándalo del Penelopega­te persigue con su lastre la campaña de Fillon. Todo el mundo le pide

INSÓLITO Los candidatos mejor situados se declaran “ni de izquierdas ni de derechas” DENUNCIA “No cederé, no me retiraré, esto es el asesinato político de las elecciones”, dice Fillon

cuentas y sus ayudantes hacen todo lo posible para eludir contactos espontáneo­s con la ciudadanía, porque suelen incluir protestas, cacerolada­s y desagradab­les insultos. Le Monde habla de un “candidato bunkerizad­o” a causa de los efectos de la investigac­ión por sospechas de desvío de fondos públicos, tráfico de influencia­s y ocultación de actividade­s de la que está siendo objeto.

Convocado por los jueces dos días antes del plazo de formalizac­ión definitiva de las candidatur­as y a 53 días de la primera vuelta electoral, Fillon estima que la convocator­ia judicial “está perfectame­nte calculada para impedir mi presentaci­ón”. “Muchos hablan de un asesinato político, pero no se trata de mi asesinato político, sino que se asesina la elección presidenci­al y la voluntad de cambio de millones de franceses”, dijo en su breve declaració­n. “No reconozco los hechos, no he malversado fondos; como una tercera parte de los diputados, he confiado a mis familiares funciones de asistencia y lo demostraré”, añadió, protestand­o por el trato sufrido por la justicia, que considera discrimina­torio.

“Desde el principio no he sido tratado como un investigad­o como los demás. La investigac­ión preliminar se abrió en cuestión de horas, en pocas horas se filtraron a la prensa los informes judiciales sin que el Ministerio de Justicia reaccionar­a. El Estado de derecho ha sido violado sistemátic­amente y la prensa se ha hecho eco de los puntos de vista de los investigad­ores”, proclamó. El 73% de los franceses no está de acuerdo con esta filosofía, que sólo un 26% apoya, según una encuesta de ayer.

Una imputación no significa que Fillon no pueda presentars­e –el caso puede demorarse judicialme­nte muchos meses–, lo que impide es una victoria de la derecha. Y eso pone la final en manos de dos candidatos “ni de izquierdas ni de derechas” que, desde distintos aromas, huelen a gato encerrado para la cultura política tradiciona­l.

Todos los sondeos consideran improbable una victoria de Marine Le Pen. Uno de cada dos franceses no confía en los medios de comunicaci­ón, el 80% de los c+uales están en manos de nueve grupos empresaria­les. La abstención avanza. Francia se instala en lo imprevisib­le. Como en Estados Unidos y en el Reino Unido, se crean las condicione­s para una nueva inesperada victoria de lo improbable.

En una lectura europea, la victoria de Le Pen en Francia convertirí­a al Brexit en una anécdota y aceleraría sin duda el proceso desintegra­dor de la Unión Europea.

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 ?? CHRISTOPHE ARCHAMBAUL­T / AFP ?? François Fillon, candidato a la presidenci­a por Los Republican­os, durante la conferenci­a de prensa celebrada ayer en París
CHRISTOPHE ARCHAMBAUL­T / AFP François Fillon, candidato a la presidenci­a por Los Republican­os, durante la conferenci­a de prensa celebrada ayer en París
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