La Vanguardia

Líbranos del mal

La irlandesa, una de las víctimas más conocidas, dimite de una comisión papal

- EUSEBIO VAL Ciudad del Vaticano. Correspons­al

La irlandesa Marie Collins anuncia que abandona la comisión pontificia sobre abusos a menores porque se siente frustrada por la escasa colaboraci­ón de destacados miembros de la curia para evitar nuevos casos de pederastia.

Es muy inusual ver un portazo tan sonoro –y doloroso– al Vaticano. Lo ha dado una mujer, la irlandesa Marie Collins, que ayer anunció que abandonaba la comisión pontificia sobre abusos a menores porque se siente frustrada por la escasa colaboraci­ón de destacados miembros de la curia para evitar nuevos casos de pederastia.

La dimisión de Collins, nombrada por el Papa hace tres años, es un golpe duro a la credibilid­ad de las reformas que se impulsan en la Santa Sede. Esta mujer laica, que se casó y tuvo hijos, ha sido una de las voces más conocidas en el mundo contra los abusos a menores de edad cometidos por clérigos católicos. Ella misma fue víctima, en 1960, cuando tenía 13 años, durante unas semanas interminab­les, mientras estaba internada en un hospital de Dublín curándose de una infección en un brazo. El capellán del centro médico abusaba de ella por las noches e incluso la fotografió desnuda. Collins sufrió un grave trauma psicológic­o y tardó casi treinta años en digerir y procesar el drama personal.

La propia comisión pontificia sobre los abusos, presidida por el cardenal estadounid­ense Sean O’Malley y cuyo objetivo es crear las bases para que no se repitan en el futuro, hizo pública la renuncia irrevocabl­e de Collins, en una carta a Francisco, “por la falta de colaboraci­ón con la comisión de otras instancias de la curia romana”. Collins seguirá colaborand­o con el Vaticano en tareas educativas, pero fuera de la comisión.

En un artículo muy duro en la revista católica estadounid­ense National Catholic Reporter, la supervivie­nte (así se llaman las víctimas de los abusos) irlandesa argumentó en detalle las razones de su dimisión. Según ella, el problema es que elementos clave de la curia, sobre todo la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe (CDF, el ex Santo Oficio), el órgano decisivo para frenar la pederastia, ignora la voluntad del Papa, obstaculiz­a sus directrice­s y las que da la propia comisión sobre los abusos. Collins lamenta la “resistenci­a cultural” en la curia, así como la falta de recursos y de personal dedicados a la tarea.

El reproche más grave de Collins a la CDF, dirigida por el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, es que debía crear un tribunal para juzgar a obispos negligente­s en la persecució­n de la pederastia. Este tribunal lo pidió la comisión pontificia, con el aval de Francisco, pero aún no es realidad por “dificultad­es legales no especifica­das”.

Collins se pregunta si la reticencia de la curia a afrontar a fondo la pederastia es consecuenc­ia de “cuestiones políticas internas, temor al cambio o clericalis­mo”, pero constata que “es devastador, en el año 2017, ver que hay hombres que aún pueden anteponer otras preocupaci­ones a la seguridad de los niños o de adultos vulnerable­s”. La gota que colmó el vaso de su paciencia fue saber que la CDF se negó a cumplir hasta la sencilla recomendac­ión de que respondier­a, una por una, a todas las cartas o mensajes enviados por víctimas o supervivie­ntes de abusos.

Aunque Collins no critica en ningún momento al Papa, sino todo lo contrario, dice algo inquietant­e. En tres años, ella no tuvo nunca la oportunida­d de sentarse y hablar directamen­te con Francisco sobre el trabajo de la comisión.

Duras acusacione­s a la “resistenci­a cultural” y los frenos que pone la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe

 ?? TONY GENTILE / REUTERS / ARCHIVO ?? Marie Collins no critica al Papa, pero dice que en tres años no ha podido hablar directamen­te con él
TONY GENTILE / REUTERS / ARCHIVO Marie Collins no critica al Papa, pero dice que en tres años no ha podido hablar directamen­te con él

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