Entre boicots y retos
El músico israelí Idan Raichel presenta en solitario algunas de sus canciones en su estreno barcelonés
El músico israelí Idan Raichel ha cimentado su fama musical y reconocimiento internacional gracias a haber liderado durante una docena de años The Idan Raichel Project, multiformación integrada por músicos de procedencias muy distintas (palestina, sefardí, yemení, etíope, judía, árabe-israelí…) y de diferentes posicionamientos políticos. Durante esos doce años, ese proyecto ha llevado “al mundo la banda sonora de Israel como nosotros la conocemos”, explica, y por la que han transitado más de 150 músicos que ha ofrecido una amplia gama de registros, desde el jazz a la electrónica pasando por el pop.
Su última gira mundial, sin embargo, la realizó en formato Piano Concert, y tras comprobar la validez de la propuesta ahora da una vuelta de tuerca y se acerca aún más al aficionado con la tarjeta de Solo Concert. La sala Apolo será el local que acogerá hoy su estreno barcelonés (21.30 h), en donde ofrecerá un amplio recorrido por su discografía, con énfasis en su último At the edge of the beginning. Músico también conocido por su diáfano posicionamiento a favor del actual Gobierno israelí, Raichel ha sido objeto de intentos de boicot y campañas en las redes sociales, como la que rodeó su última actuación en Madrid. Seguramente por eso, la entrevista con el brillante músico tuvo lugar hace algunas fechas en la sede de la Comunidad Israelita de Barcelona por razones de seguridad, más que evidentes in situ.
“Ahora canto e interpreto esas canciones y melodías como fueron escritas por mí antes de ser producidas para mis distintos proyectos y giras. Son las canciones al desnudo, sólo dichas con mi voz y el piano, algunos loops de percusión y algunos de los juguetes de mis hijas”, aclara sobre el repertorio que podrá escuchar hoy el aficionado que se acerque para comprobar la calidad de su cancionero sin mayores abalorios. Lanzarse a una carrera en solitario tras tener una reputación consolidada como responsable del Idan Project nació, entre otras cosas, porque “llegó un momento en que teníamos la sensación de que tocábamos los mismos arreglos siempre. En Israel solíamos tocar siempre ante audiencias pequeñas, con quince músicos sobre el escenario. Cuando nos íbamos fuera de gira, lo que ocurría era que, en los sitios donde no nos conocían, sólo venían tres personas a vernos. Con el tiempo me surgió la necesidad de expresar mi música en formato solo. Pero ya entonces, hace quince años, la regla era la misma que ahora: la música se ha de defender por sí misma, no por el número de músicos que estén tocándola”.
“Yo no sé si mi fama como músico, como artista ha afectado a mi ego con el paso del tiempo. Eso sólo se lo pueden decir mis amigos o mi familia, pero sí le puedo decir que nunca soñé en encontrarme en la posición artística en la que estoy, sino que siempre me imaginé que iba a ser un músico de sesión para otros músicos. Y que después iba a convertirme en productor, pero nunca que iba a estar encima de un escenario y cantarle mis canciones al público. Mi música no tiene nada que ver con un egotrip”, razona sobre la dimensión de su protagonismo en la escena musical y no tan solo musical. “Ser un músico israelí siempre lo he visto como una oportunidad, nunca como un obstáculo. Una oportunidad para ir y a hablar con la gente que quiere boicotear mis conciertos como me pasó en Nueva York. Hablé con ellos y hubo un diálogo. Pero también es verdad que en los últimos dos o tres años he notado que el mundo se ha vuelto cada vez más violento. Hablo en general, piense en Bataclan, en Niza”.
Pese a los boicots y las críticas que recibe por sus posicionamientos políticos (de Trump opina que “hubo mucha gente que le votó y fue elegido por elección democrática. Y lo eligieron porque la gente busca honestidad y no le importa que no sea políticamente correcto”), poco parece afectarle. “Eso es lo que es. Siempre va a ir a más, y tienes que aceptarlo. No me importa. Es un desafío y ya está. Cuando la gente protesta no es malo, es una buena cosa que digan su opinión”.
¿Qué sensación le produce comprobar que el antisemitismo, como asegura él, siga tan arraigado? “Tampoco me entristece… es un hecho, y a la vez es un reto para poder educar a la gente. Es un desafío. Pero si usted cree que el antisemitismo me entristece, o me enfada o me inquieta, sólo le diré que soy israelí, y que como israelí no tengo el privilegio de enfadarme, de entristecerme o de tener miedo”.
“La música se ha de defender por sí misma, no por el número de músicos que estén tocándola”