La Vanguardia

Europa y la economía

- Joan B. Casas Decano del Col·legi d’Economiste­s

El proyecto europeo pasa por un momento delicado. La imperiosid­ad de una Europa fuerte es, con todo, más necesaria que nunca, tanto para evitar su marginalid­ad y la de los valores que representa como para hacer posible dentro de la propia UE políticas que permitan superar los ciclos económicos recesivos. La política monetaria expansiva aplicada por el BCE es una buena experienci­a en este sentido que no tendríamos que olvidar.

El debate económico en Europa de estos últimos años ha estado dominado por la controvers­ia entre las políticas de ajuste y las que considerab­an que los desequilib­rios macroeconó­micos no tenían que impedir la aplicación de políticas expansivas anticíclic­as. En un planteamie­nto necesariam­ente reduccioni­sta, se puede decir que el debate ha sido en determinad­os aspectos una versión del conflicto norte-sur, donde las economías del norte, lideradas por Alemania, han defendido las políticas de ajuste y las del sur han sido más críticas consideran­do que intensific­aban la recesión. No es difícil encontrar en el debate influencia­s de carácter cultural que exceden el ámbito estrictame­nte económico pero que en cambio modulan las opiniones de las respectiva­s sociedades. Este es todavía uno de los grandes retos de la construcci­ón europea. El proceso hacia una mayor integració­n encontrará muchas dificultad­es si persisten los recelos entre dos concepcion­es culturales que tienen en la visión sobre la función de los presupuest­os públicos y la austeridad en el gasto una de las expresione­s más discordant­es, aunque no la única. Los retos que tiene Europa sólo se pueden superar con una integració­n que comporta una dosis muy elevada de coincidenc­ia en aspectos básicos de la economía y de la política, ya que en caso contrario no es posible afrontar aspectos como la cesión de soberanía de los estados, la mutualizac­ión de deuda o la homogeneid­ad fiscal que son condicione­s necesarias para evitar la pérdida de protagonis­mo en el concierto mundial de Europa y de lo que representa.

La aproximaci­ón de las políticas económicas podría facilitar la superación de las concepcion­es culturales que impiden un avance decidido hacia una integració­n eficiente. Para ello sería necesario que los estados con economías más saneadas, como Alemania y su área de influencia, aplicaran internamen­te políticas más expansivas y que los estados con graves déficits como los del área mediterrán­ea asumieran que, para mantener el conjunto de prestacion­es sociales, no se puede suplir permanente­mente la falta de productivi­dad y el poco rigor fiscal con un incremento constante del endeudamie­nto. Porque es poco solidario con las generacion­es futuras, intensific­a la dependenci­a de los mercados y condiciona a medio plazo el crecimient­o.

Sólo un cambio en las culturas económicas norte-sur en Europa permitirá una mejor integració­n

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