Elogio del pragmatismo
El periodista, filósofo y político marxista Antonio Gramsci escribió: “Mi pragmatismo consiste en saber que si golpeas tu cabeza contra la pared, es tu cabeza la que se rompe, no la pared”. He recordado la frase tras leer ayer la entrevista de La Contra , en la que el historiador y sociólogo vascoalemán Ludger Mees explicaba “sin ánimo de dar lecciones a nadie” que Ibarretxe, después de su pulso al Estado, se quedó sin la lehendakaritza porque nadie quiso pactar con él: “Perdió la transversalidad, así que el péndulo del PNV osciló, porque el nacionalismo vasco tiene dos almas, una radical y otra pragmática”.
Mees, que disertó en el Palau Macaya, es un personaje muy respetado en el País Vasco y que pone en valor el viraje del PNV liderado por Urkullu, porque le ha permitido tener hoy las mayores cotas de poder de su historia, pues manda en el Gobierno, las diputaciones, las grandes alcaldías y lo cortejan en Madrid. No cree, pues, en el fin del nacionalismo (Mees no es nacionalista) si este es abierto, pactista e inclusivo, pues propicia complicidad económica y estabilidad social. Y aun sostiene que hoy en día es imposible crear un Estado independiente, entre otras razones porque la soberanía plena (ni para Euskadi, ni para Catalunya ni para España) ya no existe.
Una semana después de que Artur Mas se acompañara de Juan José Ibarretxe en una conferencia en San Sebastián, las palabras de este alemán de Essen que habla euskera y es coautor de El péndulo patriótico –la mejor historia del PNV– deberían invitar a la reflexión. El País Vasco tiene una situación fiscal envidiable, pero también es cierto que ha gestionado cada euro con criterio, sin atisbo de corrupción. No son (todavía) buenos tiempos para el pragmatismo en Catalunya, pero sería bueno recordar otra cita al respecto, esta vez de Franz Kafka: “En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas de lado del resto del mundo”. Poco épico, sí, pero tremendamente sensato.