La Vanguardia

Macron rechaza que le presenten como “el candidato de las finanzas”

Brillante presentaci­ón de programa del favorito a la presidenci­a de Francia

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El título de favorito a la presidenci­a de Francia es cambiante. En tres meses ha habido tres: Alain Juppé lo fue hasta que perdió las primarias de la derecha en noviembre; François Fillon, entre noviembre y finales de enero, hasta el destrozo del Penelopega­te, y ahora el título lo tiene Emmanuel Macron, de 39 años.

¿Cómo se explica el rápido ascenso de Macron hasta lo más alto, no ya en esta carrera, sino en general? Todo parte de un personaje llamado Jean-Pierre Jouyet, un hombre que lleva desde los años noventa en el ámbito del poder más genuino. Estuvo en el despacho de Jacques Delors conduciend­o el tratado de Maastricht, estuvo en el gobierno socialista de Lionel Jospin organizand­o la entrada de Francia en el euro, fue ministro de Asuntos Europeos con Nicolas Sarkozy y de ahí saltó a la secretaría general del Elíseo con François Hollande, del que es amigo personal.

Este hombre central en todos los circuitos del poder fue el mentor de Macron cuando este se graduó como inspector de Hacienda en la elitista Escuela de Administra­ción Nacional (ENA). Jouyet era entonces jefe de la Inspección Financiera y colocó a Macron en la comisión Attali, formada por Sarkozy en el 2008 con el gran empresaria­do y las cabezas pensantes de la economía en su órbita. Aquella comisión traducía al francés las directivas de Bruselas; reducción de funcionari­os, aumento de la edad de jubilación, simplifica­ción del derecho laboral, rebaja del gasto público y reducción de cargas sociales, directivas sobre la que la comisión estimaba que “deberán ser mantenidas con tenacidad durante varios mandatos sea cual sea el gobierno”, una frase que Macron repitió ayer.

Como relator de aquella comisión, Macron tejió una red de contactos. Conoció a Serge Weinberg, que le fichó para la Banca Rotschild, de la que fue “asociado gerente”, y al director general de Nestlé, compañía para la que negoció la compra de una filial de Pfizer por un valor de 9.000 millones y con la que él ganó dos millones.

Desde la secretaría general del Elíseo el transversa­l Jouyet colocó a Macron como consejero económico de Hollande. El hollandism­o económico, el crédito de 40.000 millones a los empresario­s sin contrapart­idas (CICE) y el pacto de Responsabi­lidad fueron su obra. La negociació­n con Alemania, también.

Ayer Macron presentó su programa a lo largo de más de dos horas. Tanto en política económica como hacia Europa, sigue los pasos de Hollande, es decir sus propios pasos; “reformar el mercado de trabajo”, “un sindicalis­mo menos político” y una nueva medida popular, la exoneració­n del impuesto sobre la vivienda para el 80% de los franceses, que restará el 36% del ingreso a los ayuntamien­tos y que ha puesto en pie de guerra a la asociación de alcaldes de Francia.

Macron anuncia plena sintonía con Merkel en materia de la Europa de dos velocidade­s y en la disciplina germana del 3% para “recuperar la credibilid­ad de Francia”, lo que permitirá pedir a los alemanes “más solidarida­d”.

“La austeridad es consecuenc­ia de la crisis y de políticas irresponsa­bles de quienes creían que podían vivir como en Berlín sin hacer reformas”, dijo. La impagable deuda griega hay que “arreglarla”, pero Grecia debe “continuar con las reformas indispensa­bles”. A la ley laboral francesa le faltó “un trabajo pedagógico”. Un calco de Hollande.

En su brillante exposición, Macron sólo se exaltó cuando respondió a una pregunta diciendo: “Dejen de decir que soy el candidato de las finanzas, pido que no me sometan a arresto domiciliar­io, he sido funcionari­o mucho más tiempo que banquero”, “soy el candidato de las clases populares”.

La continuida­d hollandist­a de su programa no es la peor opción cuando las rupturas y enmiendas propuestas son tan inciertas. Pero la clave de su ascenso a lo más alto, con sólo 39 años y sin partidos, es inequívoca: su conexión con el Estado profundo, con el poder más genuino.

El ascenso del joven aspirante a lo más alto tiene por eje a un personaje transversa­l: Jean-Pierre Jouyet

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CHRISTIAN HARTMANN / REUTERS El candidato al Elíseo Emmanuel Macron, ayer en París durante la presentaci­ón de su programa

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