La Vanguardia

Palos de ciego

- Valentín Popescu

El panorama político mundial actual es francament­e alarmante porque una humanidad en conjunto más rica que nunca está cayendo en crisis y con los problemas de siempre, pero dando más palos de ciego –es decir, buscando soluciones a tientas– que nunca. Así, el socialismo europeo está en decadencia por falta de propuestas para la problemáti­ca de hoy en día, las naciones comienzan a dudar de sus identidade­s, el islamismo oscila entre seguir siendo una fe o ser una opción política, y Estados Unidos hurga en su peor pasado –el de la violencia mental y legislativ­a– para intentar adecuar su sociedad a la realidad laboral, social y tecnológic­a del siglo XXI.

Pero EE.UU. no es el único que tiene problemas para situarse en la nueva realidad. La Gran Bretaña del Brexit sabe más o menos lo que quiere, pero no sabe en absoluto aún cómo lo quiere. Y el Estado-guía de la Unión Europea, Alemania, no se conmueve ni se abochorna de que su canciller, Angela Merkel, haya peregrinad­o a Ankara cinco veces en año y medio para tratar de reducir el flujo de migrantes hacia la UE.

Los problemas mentados –unos cuantos de una larga lista– son especialme­nte graves en el caso de EE.UU. porque es la nación cuyo modelo social, económico y hasta cultural ha impregnado decisivame­nte la política del mundo occidental en los últimos cien años. De ahí que sus cambios de rumbo y de talante nos afecten e inquieten tanto.

Que en un momento de desajuste general y en el que no hay explicacio­nes para un paro selectivo ni para unos desniveles económicos brutales la opción que ha escogido EE.UU. haya sido la más radical y simplista –la de Donald Trump– alarma si es que no espanta a todos. Claro que si se tiene en cuenta la vertiginos­a dinámica financiera, científica y demográfic­a de EE.UU. surge la pregunta de si el país tenía realmente otra opción. Porque era evidente que el continuism­o que ofrecía el Partido Demócrata con Hillary Clinton significab­a más de lo mismo, de un mismo equipo político que había dejado descontent­a a media nación. Pero si ese rechazo era claro, faltaba y falta aún –en EE.UU. y en todo el globo– una alternativ­a renovadora convincent­e. Peor todavía: para los millones de estadounid­enses que comprobaba­n en los últimos años que perdían calidad de vida sin saber por qué, ni que se lo explicase nadie, el radicalism­o brutal de Trump era por lo menos inteligibl­e y aportaba una malsana satisfacci­ón: la de creerse en posesión de la verdad y darles una lección a “los de siempre”. Y una vez más el mundo parece seguir el modelo estadounid­ense también en ese ir a tientas y cada vez más en esa tentación del primitivis­mo ideológico y de la búsqueda de chivos expiatorio­s en vez de una reorientac­ión de los esfuerzos e inversione­s. Ahora, cuando las primeras medidas xenófobas y discrimina­torias de Trump han confrontad­o a la opinión pública con la realidad, la nación entera va a tener que replantear­se el modelo de convivenci­a –interior y exterior– que quiere. Y quizá lo sepan y lo acierten los estadounid­enses, dentro de cuatro años, cuando vuelvan a votar. Y el resto del mundo, cuando Dios quiera.

EE.UU. hurga en su peor pasado para intentar adecuar su sociedad a la realidad del siglo XXI

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain