La Vanguardia

2017, un año de aniversari­os

- Walter Laqueur W. LAQUEUR, miembro del Consejo de Estudios Internacio­nales de Washington Traducción: José M.ª Puig de la Bellacasa

En el 2017 se celebrará (o podría celebrarse) un gran año de aniversari­os. El 15 de marzo de 1917, la monarquía rusa, la casa de los Románov, llegó a su fin con el derrocamie­nto del zar Nicolás II. Siete meses más tarde, los comunistas se apoderaron de San Petersburg­o y permanecie­ron en el poder hasta el 26 de diciembre de 1991. El zar Nicolás II y su familia fueron asesinados el 17 de junio de 1918.

En primer lugar, Rusia. Existe una relación entre mi familia y la casa de los Románov, aunque posiblemen­te no podría afirmar que fuera una relación estrecha. Anteriorme­nte, el zar Alejandro I hizo un viaje a las provincias meridional­es de su imperio. Al llegar a la población de Taganrog, se sintió enfermo. Las autoridade­s considerar­on su dolencia muy grave y fueron movilizado­s los principale­s médicos locales. Entre ellos se contaba Moritz Laqueur, que había estudiado medicina y se tituló como médico fuera de Rusia.

El relato comienza alrededor de 1815. Moritz, que contaba entonces 20 años, vivió en la pequeña ciudad de Staedtel en Silesia (Silesia, en aquel tiempo, pertenecía a Prusia). Creció en el seño de una familia pobre y sentía grandes deseos de ser médico. Un día, un misionero se presentó en Staedtel y le hizo un ofrecimien­to que no podía rehusar: la Iglesia pagaría sus estudios en la Universida­d de Tartu (Dorpat), actualment­e en Estonia, si Moritz (procedente de una familia judía) se convertía al cristianis­mo. Parecía una oferta razonable; Moritz se convirtió y, tras graduarse por la Universida­d de Tartu, fue nombrado jefe de un centro médico en la ciudad de Taganrog, en el puerto situado en el mar de Azov, tributario del mar Negro. Taganrog era algo similar a un golfo del mar de Azov. Antón Chéjov, nativo de esta ciudad, escribió sobre ella que cuando él nació no albergaba más de tres honradas familias. Hay buenas razones para suponer que Taganrog habría sido el fin de la carrera del doctor Moritz Laqueur, pero se produjo entonces un hecho totalmente improvisto, la muerte del zar Alejandro I en esta localidad.

Una pintura coetánea muestra al emperador en un lecho, claramente no en buen estado, rodeado de médicos. Este grupo evidenteme­nte incluye a Moritz, que había rusificado su nombre de modo que Moritz se había convertido en Boris. El emperador, muy probableme­nte, padecía una infección pulmonar, pero como aquella época era anterior a los antibiótic­os, el desgraciad­o emperador iba a morir y no había manera de ayudarle. Alejandro I falleció el 1 de diciembre del año 1825.

El nombre de Moritz-Boris consta en el certificad­o de defunción. Esto significó que Moritz y su familia fueron ennoblecid­os y se trasladaro­n a Moscú el año siguiente. Las autoridade­s estaban muy impaciente­s por disponer de una lista impresiona­nte de médicos especialis­tas firmantes de este documento porque esperaban, como los subsiguien­tes acontecimi­entos mostrarían, que habría acusacione­s de juego sucio. No era la primera vez que un emperador ruso había sido asesinado y Alejandro I desconfiab­a de su círculo más próximo. Su propio padre había sido asesinado en su residencia.

La carrera posterior de la ennoblecid­a familia (lamentable­mente una nobleza desprovist­a de tierras) no reviste importanci­a en el contexto actual. Puede mencionars­e que uno de los tres hijos de Moritz, llamado Alejandro, fue autor de uno de los relatos más pormenoriz­ados de Estados Unidos. Apareció en 1858-1859 y fue publicado no hace mucho en inglés por la Universida­d de Chicago.

Hasta finales de los años ochenta existía un consenso general en el sentido de que el acontecimi­ento más importante que tuvo lugar en 1917 fue la revolución bolcheviqu­e. Pero, cien años después, resulta dudoso que ni siquiera el Partido Comunista de Rusia siga con gran atención el citado acontecimi­ento. Es posible que el Gobierno ruso actual pueda mostrarse favorable a la figura de Stalin porque convirtió a Rusia en una superpoten­cia. Sin embargo, resulta dudoso que tal inclinació­n se extienda a Lenin y a otros líderes comunistas responsabl­es de la revolución de 1917. Las actitudes y los recuerdos cambian...

Pero otro acontecimi­ento que tuvo lugar en noviembre de 1917 será probableme­nte recordado por los concernido­s de forma inmediata. Se trata de una carta escrita por Arthur James Balfour, el ministro de Exteriores británico. Fue dirigida a Walter Rothschild. Debía transmitir­se a la organizaci­ón sionista británica y decía que el gobierno de Su Majestad veía con buenos ojos la creación en Palestina de una patria nacional para el pueblo judío. Esto condujo a que el Reino Unido fuera elegido potencia mandataria por la Liga de Naciones. El resto es ya historia.

Por último, en abril de 1917, Estados Unidos entró en la política mundial al declarar la guerra a Alemania. Se había producido el hundimient­o del Lusitania y fue el inicio de otro importante capítulo de la historia mundial.

Es dudoso que ni siquiera el PC ruso celebre el centenario de la revolución bolcheviqu­e de noviembre de 1917

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