Cómo ser uno mismo
Martin Zimmermann vuelve al Mercat con su teatro físico y mudo
Martin Zimmermann normalmente nunca llega solo. Desde hace bastantes años aparecía siempre acompañado por Dimitri de Perrot para poner en escena sus obras de teatro físico, clownesco y silencioso, unos montajes delirantes y emocionantes con danza, circo, música y mucho humor. Sin embargo, esta vez el creador suizo ha decidido hacer un solo, Hallo . Un montaje lleno de magia visual y objetos prodigiosos que se verá hasta el domingo en el Mercat de les Flors. Y que explora un tema que le fascina, la identidad, en este caso, el absurdo de nuestra vida interior y la dificultad de escucharnos a nosotros mismos.
“Quería desde hace tiempo un solo y era el momento. Quería mostrar sobre todo las diferentes facetas de un ser humano. No personajes, sino a mí mismo en diferentes facetas de un ser humano: la cólera, el amor, el odio... somos muy complejos. Y hacer que eso se convierta en tragicómico. Es un trabajo muy visual, plástico, lleno de objetos, que para mí son como seres humanos, compañeros de trabajo. Son como personas, nunca acabados, ilógicos, con su propia vida. A veces no son tan felices, pueden volar...”, explica Zimmermann, que viene de una tradición del teatro físico y el clown, aunque su espectáculo es muy profundo: “En él un ser humano busca durante una hora quién es porque no lo sabe. Uno intenta toda una vida comprender quién es y no lo consigue”.
“Intentar ser honesto con uno mismo es muy difícil. La obra habla de lo que sentimos dentro, el mundo interior sale fuera de forma surrealista con un escenario todo el tiempo en movimiento, como si estuviera en un mundo muy peligroso en el que tienes que hallar una manera de ser tú mismo. El protagonista todo el tiempo está en situaciones muy difíciles, trata de salir de ellas y cae de inmediato en otras. Sin embargo, la obra también es un retrato de mí, el actor, el clown, tras 20 años. Puedo sentir que me hago mayor, es un trabajo muy particular, muy físico. Tengo un poco de dolor por todas partes, aunque también la sensación de que soy mejor en escena porque hay límites a lo que puedo hacer. Si bien tenía miedo de este solo porque es muy personal, está bien porque debe ser frágil y honesto. Es una hora y diez minutos, pero siento que pongo en escena mi vida”.
Abordando, dice, un personaje guiado por el deseo de convertirse en lo que parece ser. “Vivimos en un mundo loco, con smartphones, muchos impactos visuales, un mundo rápido donde la gente decide ‘sí’ o ‘no’, ‘me gusta’ o ‘no me gusta’ y no hay espacio para la discusión de los problemas para luego poder decir sí o no. Es muy peligroso no tener esa discusión. La obra habla mucho de eso, de vivir en un mundo difícil donde es importante volver a uno mismo, ser tú y no escuchar a todo el mundo alrededor. Ser honesto contigo mismo”. Y con humor: “Si todo el mundo pudiera aprender a reírse de sí mismo, tendríamos mejor comunicación”.