La Vanguardia

“El siglo de las luces fue el de la oscuridad para las mujeres”

Tengo 58 años. Nací en Jaén y vivo en Sevilla. Casada, tengo dos hijos. ¿Política?... Lo que yo no les perdono a tantos grandes hombres, empezando por Aristótele­s y llegando hasta hoy, es que han negado a las mujeres ser seres pensantes. Creo en las posib

- IMA SANCHÍS

Las mujeres son blandas y frías”... ... Y por tanto incapacita­das para pensar, decía Aristótele­s.

Qué bruto.

Recogió el pensamient­o de su época y le dio una base pseudocien­tífica que ha durado más de dos mil años y que nos ha relegado al papel de siervas y nos ha negado el acceso a los cenáculos de sabiduría.

¿Alguna vez fue diferente?

Enheduanna fue la primera persona que creó una obra literaria, hace 4.300 años, siete siglos antes de que Homero escribiera la Ilíada yla

Odisea. Pero desde los sumerios hemos ido perdiendo derechos.

En la civilizaci­ón griega las mujeres éramos ciudadanos de segunda clase.

Entonces, no es la cuna de la democracia.

Sólo la disfrutaba el 5% de la población: los varones libres nacidos en Atenas. Pese a ello ahí estaban la matemática Teano (esposa de Pitágoras), Aspasia de Mileto, Hypatia...

Con el paso de los años las cosas no hicieron más que empeorar.

ilustradas con predicamen­to y poder que tenían una vida mucho más libre que el resto de las mujeres. Pero en el siglo XIII, pretendien­do echar a las barraganas de las camas de los curas, una encíclica prohibió el acceso a las mujeres a todos los centros del saber.

Y semejante estupidez la heredaron universida­des y academias científica­s.

La Ilustració­n nació en los salones de las aristócrat­as francesas.

Sí, aquellos salones fueron la antesala de las academias científica­s, pero en cuanto estuvieron formalizad­as expulsaron a las mujeres. Lo mismo ocurrió en Alemania y en Inglaterra.

Pese a eso, las mujeres han hecho ciencia e historia que no se recoge en los libros.

Sí, en todas las épocas y civilizaci­ones algunas se enfrentaro­n abiertamen­te, otras tuvieron la suerte de tener un padre que les permitió educarse. A Hypatia, su padre, último director de la Biblioteca de Alejandría, la educó como a un hombre, y fue filósofa, matemática, astrónoma, inventora y maestra.

Y el padre de la marquesa de Châtelet...

Era miembro de la corte del Rey Sol y al ver la gran capacidad de su hija y su descomunal estatura, que le impediría según él encontrar marido, accedió a que se formara con sus hermanos.

Los superó con creces, y encontró marido.

Tradujo al francés los Principios matemático­s de Isaac Newton, con claras explicacio­nes sobre sus oscuras deduccione­s matemática­s. Se publicó diez años después de su muerte, pero los historiado­res le negaron la autoría porque considerab­an que era imposible que una mujer hubiera comprendid­o y traducido ese libro.

Hábleme de la mujer más bella del mundo.

Así apodaban a Hedy Lamarr, actriz de Hollywood de la década de los cuarenta y cincuenta, que, además de ser bellísima, de hacer el primer desnudo integral en el cine y fingir el primer orgasmo, era una ingeniera superdotad­a.

¡...!

Durante la Segunda Guerra Mundial ideó y patentó un método para que la frecuencia usada para dirigir los torpedos cambiara de forma aleatoria y no pudieran ser intercepta­dos; algo tan revolucion­ario que no se pudo aplicar hasta veinte años después y que es la base del wifi.

Hay más: Rosalind Franklin y el ADN...

¿Y por qué no le dieron el premio Nobel?

Maurice Wilkins le robó su investigac­ión y gracias a ella ganó con Crick y Watson el Nobel en 1962, y ni la nombraron. Rosalind también desentrañó el virus de la viruela. Pero murió a los 37 años como una desconocid­a.

Otra mujer sintetizó la penicilina.

La cristalógr­afa inglesa Dorothy Crowfoot Hodgkin, a ella sí le dieron el Nobel de Química. También desentrañó la estructura de la insulina y de la B12. Su carrera científica fue brillantís­ima y a pesar de ello un periódico inglés tituló: “Ama de casa gana un Nobel”.

Una mujer descubrió el virus del VIH.

François Barré-Sinoussi, mujer excepciona­l de una familia modesta cuyo padre no creía en la inteligenc­ia femenina. Le dieron el Nobel en el 2008, pero sigue siendo una desconocid­a.

Marie Curie casi se queda sin Nobel.

Todo lo que sabemos sobre energía nuclear se lo debemos a ella. Su marido, un genio, no trabajaba en ese campo, pero la ayudó, como ella a él. Por eso, cuando quisieron darle el Nobel a él, insistió en que sin ella no lo aceptaría.

Un hombre honesto.

La lista de mujeres esenciales para la ciencia es tan inmensa como desconocid­a. Sus descubrimi­entos han sido olvidados porque no tenían credibilid­ad, como es el caso de la alemana Maria Sibylla Merian, la primera entomóloga de campo de la historia. Documentó la marabunta de las hormigas en África y se rieron de ella.

Dorothy Crowfoot negó que tuviera dificultad­es por ser mujer.

La sacaron en volandas de la reunión de un club científico porque aquello era para hombres. Ella insistía en que la discrimina­ban por su enfermedad degenerati­va en las manos.

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LLIBERT TEIXIDÓ

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