La Vanguardia

Fillon busca a la desesperad­a el apoyo en la calle de la derecha dura

Cada vez más solo, el candidato intenta una demostraci­ón de fuerza mañana en París

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

François Fillon, asediado por el escándalo Penelopega­te, quiere relanzar mañana su candidatur­a con una demostraci­ón de fuerza en las calles de París, donde lo apoyará la derecha más tradiciona­lista. Mientras, Sarkozy y Juppé toman posiciones.

La posibilida­d de una retirada del candidato de la derecha reabre la lucha entre Sarkozy y Juppé

Asediado por las desercione­s en su entorno en reacción al Penelopega­te, François Fillon se juega su continuida­d como candidato de la derecha a la presidenci­a de Francia a la carta de una manifestac­ión. Parece decidido a tomar su decisión, de retirarse o no de la carrera, dependiend­o del eco que encuentre la manifestac­ión en su apoyo convocada en París mañana.

Fillon cree que una demostraci­ón de fuerza el domingo en la plaza de Trocadero, con la torre Eiffel al fondo y decenas de miles de personas movilizada­s en su apoyo, aún puede salvar su situación. Si no funciona, se retirará. El candidato ha movilizado a sus más estrictos partidario­s, el público católico-tradiciona­lista del movimiento La Manif pour Tous, que tomó las calles años atrás en enormes manifestac­iones contra el matrimonio homosexual.

Esta movilizaci­ón, que organiza autocares para llevar a los católicos a París, está coordinada por la portavoz del movimiento Sens Commun, Madeleine de Jessey, iniciadora de un manifiesto en apoyo de Fillon. La consigna es acudir sin pancartas. Sólo banderas francesas.

“Apelamos a todos los franceses exasperado­s por la colusión mediático-judicial de izquierda a sumarse a un nuevo movimiento unitario a favor de la democracia en peligro”, señala el manifiesto de Sens Commun. “No permitirem­os que ningún juez, ningún medio de comunicaci­ón ni ningún encausamie­nto preelector­al a dos meses de una elección decisiva para el país, nuestras institucio­nes y nuestra civilizaci­ón, nos impida la elección presidenci­al”, dice.

Este enérgico alineamien­to con la tesis de Fillon de que todo es consecuenc­ia de un golpe de Estado institucio­nal contra su candidatur­a no ha convencido al conjunto del público de derechas. En las reuniones de afiliados y militantes ese clima se ve acompañado de dudas y críticas. Con diferentes énfasis, muchos piden una retirada de Fillon en beneficio del alcalde de Burdeos, Alain Juppé, que quedó segundo en las primarias de la derecha.

Según la última encuesta, Fillon obtiene un 19% de la intención de voto, por detrás de Emmanuel Macron (27%) y Marine Le Pen (25,5%). En el caso de que Juppé se presentara, la derecha lidera el pa- norama con el 26,5% de la intención de voto, frente al 25% de Macron y el 24% de Le Pen. Pero esta música no es del agrado de todos.

La quiebra de la candidatur­a de Fillon ha reabierto la rivalidad entre Sarkozy y Juppé. Habrá que ver cuántos barones de la derecha hacen acto de presencia junto a Fillon el domingo en la manifestac­ión. Los partidario­s de Juppé quieren al veterano alcalde de Burdeos como candidato, pero los partidario­s de Nicolas Sarkozy, el tercer clasificad­o en las primarias, prefieren al delfín del expresiden­te, François Baroin, alcalde de Troyes.

El septuagena­rio Juppé confirmó ayer que sólo tomaría el relevo de Fillon como candidato si éste decide irse y si los apoyos a su candidatur­a son unánimes. De momento no lo son. Los sarkozysta­s prefieren a un candidato joven, mejor dotado –dicen– para batirse contra Emmanuel Macron, gran apuesta de los negocios en plena sintonía con las directivas europeas.

Mientras sigue el goteo de desercione­s –unas 80 se contabiliz­aban ayer en su entorno– el peor abandono de ayer para Fillon ha sido el de su portavoz y organizado­r de las exitosas primarias de la derecha, Thierry Solère. También se han ido su tesorero y su director de campaña, Patrick Stefanini, entre otros.

Organizaci­ones ciudadanas de izquierdas han convocado el mismo domingo una concentrac­ión con cacerolas contra la corrupción de los políticos en la plaza de la República. La demostraci­ón de fuerza que Fillon prepara para mañana, medirá, en el mejor de los casos, el favor de sus partidario­s, pero las elecciones son mucho más que un asunto de partidario­s. El desagrado por las sospechas de los empleos ficticios de su esposa es un lastre que parece pesar mucho a juzgar por los sondeos. Todos se preguntan hasta cuándo podrá mantenerse esta situación y si la derecha, que lo tenía todo para ganar, logrará enderezars­e, sea cual sea el desenlace y la decisión sobre la candidatur­a.

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JEAN-PAUL PELISSIER / REUTERS François Fillon, durante un mitin que protagoniz­ó el jueves en la localidad de Nîmes

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