Democracia y república
El dictamen del Consell de Garanties Estatutàries de Catalunya contra las partidas para celebrar el referéndum incluidas los presupuestos de la Generalitat; y el ascenso de Emmanuel Macron, paralelo a la caída de François Fillon, en la carrera presidencial francesa.
MIENTRAS el suelo se hunde bajo los pies de François Fillon, el todavía candidato de la derecha a la presidencia de Francia, la figura de Emmanuel Macron, un centrista que fue ministro de Hollande, crece exponencialmente hasta el punto de que las encuestas le dan ya como vencedor de las presidenciales en la segunda vuelta del 7 de mayo próximo, 24 puntos por encima de Marine Le Pen. Al mismo tiempo que la policía registraba anteayer el piso del matrimonio Fillon en París, muy cerca de allí el enarca Macron exponía su contratoprograma a los franceses repleto de guiños a derecha e izquierda, de acuerdo con su transversalidad, en tonos tan europeístas, pragmáticos y comedidos como creíbles. Una luz de esperanza entre tanta confusión.
El católico Fillon trata de resistir a su suerte denunciando un complot político contra su partido y su persona. Pero lo que hasta ahora ha sido un hábito entre muchos de sus colegas diputados, contratar a sus familiares más directos, en él se ha convertido en un presunto delito porque los trabajos contratados eran ficticios. “No me rendiré”, grita Fillon, que hace apenas tres meses era el principal candidato de las encuestas a la presidencia de la República pero ahora se ve abandonado por sus colaboradores de campaña, sus principales apoyos mediáticos como Le Figaro y por sus correligionarios, que tratan de reorganizar la candidatura en torno a Alain Juppé, al que derrotó holgadamente en las primarias. Mal asunto para Los Republicanos. La moralización de la política, después de tanta crisis, les ha barrido.
Enfrente, circulando por una autopista sin peaje, Macron propone acabar con aquellas prebendas que han hundido a Fillon, al tiempo que defiende un sindicalismo menos político, la exoneración del impuesto sobre la vivienda para el 80% de los franceses, un plan de inversiones de 50.000 millones, planea el objetivo de alcanzar el ratio de 12 alumnos por maestro o poner las gafas y las prótesis dentales y auditivas a cargo del erario, entre otras medidas que califica de “transformación radical”. Y para acabar de redondear la velocidad del viento de popa que impulsa a Macron, la Eurocámara le ha retirado a la ultraderechista Marine Le Pen la inmunidad parlamentaria por haber difundido imágenes de ejecuciones del Estado Islámico.
A dos meses de la segunda vuelta de las presidenciales, Francia vive un terremoto político que aleja los temores de una victoria del antieuropeísmo y el populismo y que, de forma sorprendente, hace emerger el centro con una fuerza hasta hace muy poco impredecible. A no ser que haya más sorpresas antes del 7 de mayo.