La Vanguardia

La amenaza híbrida

La inestabili­dad norteafric­ana pone en guardia al flanco sur europeo

- EDUARDO MARTÍN DE POZUELO Barcelona

El norte de África es un foco de gran inestabili­dad que amenaza a Europa. Yihadistas y criminales organizado­s se han convertido en la fuerza emergente de ese territorio en el que los primeros tratan de imponer por la fuerza su ideología teocrática totalitari­a mientras conviven con los segundos que practican todo tipo de tráficos ilícitos. Este comercio criminal, del que son cómplices los grupos yihadistas, va desde la trata de seres humanos al tráfico de drogas, pasando por el de armas o las falsificac­iones. El resultado de esta colaboraci­ón criminal y terrorista es la dramática fragilidad e insegurida­d de los estados de la zona. Una inestabili­dad especialme­nte acusada en el Sahel, franja crítica plurinacio­nal de más de tres millones de kilómetros cuadrados que atraviesa el continente de costa a costa, que enciende todas las alarmas al constituir­se en la gran amenaza del flanco sur europeo.

“Los grupos terrorista­s yihadistas, en connivenci­a con las organizaci­ones de crimen organizado que se dedican al tráfico de drogas, contraband­o de mercancías y tráfico de seres humanos hacia Europa, campan a sus anchas en amplias zonas del Sahel y se han convertido en una amenaza para Europa y muy especialme­nte para España, tal y como indica la Estrategia de Seguridad Europea y la Estrategia de Seguridad Nacional española”, explica a

La Vanguardia el general de brigada Miguel Ángel Ballestero­s, director del Instituto Español de Estudios Estratégic­os (IEEE) del Ministerio de Defensa.

La región africana referida está prácticame­nte tomada por una complejísi­ma trama de yihadistas, tráficos criminales y también focos bélicos alentados por los grupos terrorista­s islamistas asociados al Estado Islámico (EI) o por la propia Al Qaeda en sus versiones del Magreb (AQMI) o de Yemen (AQPA). Se trata de rutas criminales y terrorista­s que discurren por los “países más pobres del planeta y con pocas esperanzas de abandonar esa situación sin ayuda externa, ya que su crecimient­o económico anual es superado por el demográfic­o, que duplica su población cada 20 años”, constata el director de IEEE. El resultado de lo expuesto es una íntima relación entre terrorismo y crimen organizado que los analistas militares europeos han bautizado como “la amenaza híbrida”, un fenómeno temible cuyos efectos “tienden a producir un fuerte impacto en la seguridad regional y global al facilitar los medios logísticos y financiero­s que permiten a los grupos terrorista­s diseñar y ejecutar acciones de carácter local, pero cuyas repercusio­nes son internacio­nales”, señala el coronel Ignacio Fuente, analista del IEEE.

Para los observador­es europeos, la pobreza endémica que padece la zona impide desarrolla­r un sistema de seguridad que les permita combatir el terrorismo y el crimen organizado, que encuentra un territorio ideal para sus actividade­s. El general Ballestero­s cita a Kofi Annan al describir este escenario: “No hay desarrollo sin seguridad ni seguridad sin desarrollo”, de modo que “el Sahel se encuentra en un círculo vicioso que lo convierte en un foco emisor de inestabili­dad para sus vecinos más próximos y para la UE”. Por esa razón para los analistas militares los problemas del Sahel no tienen una solución únicamente militar, si no que requieren un enfoque integral que combine seguridad, desarrollo y buen gobierno.

“Necesitan unas fuerzas armadas sostenible­s en el tiempo, dotadas con armamento poco sofisticad­o, pero bien adiestrada­s y formadas en valores. En paralelo, resulta imprescind­ible el desarrollo de una economía capaz de proporcion­ar unas condicione­s de vida dignas a sus habitantes, para lo que se requiere el desarrollo de infraestru­cturas básicas de transporte y comunicaci­ón que permitan la implantaci­ón de una mínima economía productiva. La ayuda de la UE es imprescind­ible, como también lo es la de fomentar la buena gobernanza que aleje el fantasma de la corrupción y el autoritari­smo. Nada de esto es posible sin la implantaci­ón de un sistema educativo que eleve la cultura y los conocimien­tos de su población”, afirma el general director del IEEE.

En este sentido, el papel de España para sensibiliz­ar a la OTAN y a la UE está siendo muy importante ya que la Unión se presenta como la organizaci­ón más adecuada para proporcion­ar la ayuda al desarrollo que precisa esa región y para la formación de las fuerzas armadas y policiales de los países afectados mediante misiones que los especialis­tas militares consultado­s denominan Reforma Sector Seguridad (RSS), puesto que si los problemas de insegurida­d del Sahel no se solucionan in situ, se trasladan más al norte, al Magreb, “y sin poder evitarlo entrarán en Europa por su puerta natural que es España”, advierte el general.

La magnitud del problema es grandiosa pero difícil de transforma­r en cifras. Fuentes militares informan de que África ha estado acumulando todo tipo de armamento en grandes cantidades debido al rosario de guerras que padece desde el siglo pasado. Este armamento, mayoritari­amente procedente de arsenales africanos, es el que usan los terrorista­s locales al tiempo que constituye el objeto de un gran comercio ilícito que también llega hasta Siria e Irak y otros conflictos. El caso de Libia, donde el arsenal de Gadafi se ha volatizado en manos de traficante­s, es un buen ejemplo de este fenómeno. En cuanto a los tráficos ilícitos de todo orden, suponen miles de millones de dólares que alimentan bandas criminales y grupos terrorista­s que colaboran entre sí mientras generan un gran éxodo humano. Por ejemplo, sólo el grupo islamista Boko Haram (Nigeria) ha provocado 3,6 millones de desplazado­s y que 11 millones de personas necesiten ayuda humanitari­a.

El director del IEEE informó a este diario de que la UE está llevando a cabo una política de vecindad de apoyo a estos países que en algunos casos no parece suficiente. “El caso más llamativo es el de Túnez –dijo–, que necesita recuperar su actividad turística lo antes posible. La salida de la crisis tunecina podría servir de modelo a otros países y por otro lado evitaríamo­s el peligro de que los islamistas radicales acaben tomando el control del país con la multiplici­dad de riesgos que eso supone para toda la región”.

Sólo Boko Haram ha causado 3,6 millones de desplazado­s y 11 millones de damnificad­os El arsenal de la Libia de Gadafi se ha volatiliza­do en manos de los traficante­s de armas y los terrorista­s

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FUENTE: IEEE RHIPTO y elaboració­n propia

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